El orgullo de hablar una lengua indígena

Staff/BMR

A pesar de que Guadalupe García Torres ha conocido casos de discriminación lingüística, está orgullosa de ser nahua hablante
Del total de un millón 544 mil 968 hablantes de náhuatl mayores de cinco años que el INEGI reportó en 2010 en todo el territorio nacional, 23 mil 402 radicaban en el estado de Tlaxcala. En dicha entidad existe una localidad llamada San Isidro Buensuceso, perteneciente al municipio de San Pablo del Monte, en la cual la lengua náhuatl continúa presente en el trato diario de algunos de sus habitantes.

Un ejemplo de ello es la vida de Guadalupe García Torres, estudiante de la Licenciatura en Biología de la BUAP y hablante de este idioma indígena. Desde su infancia, ella aprendió un sistema de comunicación bilingüe debido al contacto con sus padres, quienes dominan tanto náhuatl como español. De igual forma, su aprendizaje de la lengua indígena más hablada en México se vio reforzado por la convivencia con sus abuelos, quienes son monolingües en náhuatl.

Varios de sus familiares han venido a trabajar a la ciudad de Puebla y han sido discriminados por emplear esta lengua, lo cual ha provocado que “se sientan avergonzados y para no sentir rechazo por parte de otros grupos dejan de hablar el náhuatl”, relata la joven. En contraparte, Guadalupe narra que nunca vivió discriminación por este motivo; al contrario, ha encontrado interés por parte de sus compañeros y profesores: “Yo me siento muy orgullosa; en ocasiones con mis compañeras de la carrera practicamos algunas palabras, les digo cómo se dicen ciertas palabras, ciertos diálogos y ellas muy encantadas”.

A pesar de que su lengua no es una de las que a nivel general está en mayor peligro de extinción -en 2015, el 23.4 por ciento de hablantes de alguna lengua indígena de todo el país eran nahua hablantes-, la estudiante próxima a egresar de la Facultad de Ciencias Biológicas considera que una parte angular para evitar la pérdida de las lenguas indígenas, una parte de la cultura mexicana, es incentivar a que los hablantes no se avergüencen de practicarlas, “que no tengan pena de pertenecer a determinado grupo étnico, que sepan que hablar un idioma indígena y tener esa cultura es enriquecedor”.

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