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Donald Trump inició este miércoles su salida de la Casa Blanca en su último día como mandatario, con un viaje a Florida con el que evita estar presente en la ceremonia de investidura de su sucesor, el demócrata Joe Biden, a quien le deseó suerte. “Vamos a volver de alguna manera”, dijo ante un puñado de seguidores.
El magnate republicano partió hacia su lujoso resort Mar-a-Lago en Palm Beach, en el sur de Florida, donde planea instalarse. Después de salir en helicóptero desde los jardines de la Casa Blanca, Trump despegó desde la base militar de Andrews (Maryland) para su último vuelo a bordo del Air Force One.
Al salir de la Casa Blanca y antes de abordar el helicóptero, dijo: “Ha sido un gran honor, el honor de mi vida”.
“Es el hogar más grandioso del mundo. Hemos logrado mucho, ha sido algo muy especial. Solo quiero decir adiós, pero ojalá no sea un adiós a largo plazo, nos veremos pronto”, añadió ante la prensa.
Cientos de personas estaban invitadas a la terminal aérea para un último discurso como presidente frente a sus simpatizantes, en una fría mañana (5°C, 41°F). De buen ánimo y sonriente, Trump comenzó agradeciendo a los presentes y se regodeó: “Soy muy popular”.
También, hizo un repaso de los hitos de su gestión. “Espero que no les suban les impuestos, pero si lo hacen, yo se los advertí”, añadió. Y dijo que si no fuese por la pandemia, los números económicos hubiesen sido los mejores de la historia.
Aunque no habló sobre su decisión de ausentarse de la ceremonia de investidura, sí hizo una alusión al gobierno entrante, sin dejar de dirigirse a sus simpatizantes. “Siempre voy a luchar por ustedes. Voy a estar viendo, escuchando. Le deseo mucha suerte al próximo gobierno, tienen la base para hacer algo espectacular”, expresó.
Si dejan las cosas solas, van a ver números impresionantes. Tenemos a la mejor economía del mundo. Fuimos muy golpeados por la pandemia, como todo el mundo. Logramos un milagro médico, la vacuna, desarrollada en nueve meses en lugar de nueve años. Tenemos dos aprobadas y otra en camino”, expresó.
“Fue un honor y privilegio haber sido su presidente”, dijo a sus seguidores, que lo vitoreaban agitando banderas. “Adiós, los queremos, vamos a volver de alguna forma”, añadió.
En otro pasaje, sostuvo: “Tuvimos muchos obstáculos y logramos 75 millones, es un récord en la historia de presidentes en el cargo, es un honor”. También, destacó el nombramiento de tres jueces de la Corte Suprema y de cientos de jueves del circuito federal.
Sobre la pandemia, a la que volvió a referirse como el “virus chino”, agregó: “Queremos darle mucho amor a todos los que están sufriendo”.
Al bajar del escenario, sonó la música que caracterizó sus eventos de campaña en los últimos meses: YMCA, de Village People.
En Washington, ciudad ahora irreconocible y transformada en un campamento atrincherado tras los disturbios del Capitolio la semana pasada, los preparativos continúan para la prestación de juramento de Joe Biden, quien el miércoles a mediodía se convertirá en el 46º presidente de la historia de Estados Unidos.
Donald Trump es el primer presidente estadounidense en no asistir a la toma de posesión de su sucesor en más de 150 años. Tras haber rechazado durante más de dos meses reconocer su derrota en las elecciones del 3 de noviembre, el multimillonario republicano acabó prometiendo hace unos días una transición en orden, pero nunca felicitó a Joe Biden.
Las calles del centro de Washington, normalmente repletas antes de cualquier investidura, están cercadas por altas vallas y cerradas al tráfico y al paso de los viandantes, bajo la atenta mirada de hasta 25.000 militares de la Guardia Nacional, cinco veces más que los que hay en Irak y Afganistán. Además de ese despliegue de seguridad sin precedentes para una investidura presidencial, la jornada de este miércoles contrastará con otras por la ausencia de público en el National Mall, la enorme explanada que se extiende desde el Capitolio hasta el monumento a Lincoln.
Solo unos 1.000 invitados podrán presenciar el discurso de Biden en persona desde la escalinata oeste del Capitolio, frente a los 200.000 que solían ocupar los asientos de honor durante ceremonias previas.
La mayoría son legisladores estadounidenses, aunque también estarán los expresidentes Barack Obama (2009-2017), George W. Bush (2001-2009) y Bill Clinton (1993-2001), junto a sus respectivas esposas, Michelle Obama, Laura Bush y Hillary Clinton.
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