Hipólito Contreras
En sólo seis meses de este fatídico 2020 de todo ha pasado en el mundo: pandemia con cientos de miles de muertos, crisis económica, sismos, manifestaciones antirracistas por la discriminación y la brutalidad policial en Estados Unidos, el polvo del Sahara que recorre el planeta, la amenaza de un asteroide que podría impactar en la Tierra para el mes de octubre, todo esto y más hemos vivido los humanos en este corto tiempo, afirma el analista Abel Pérez Rojas.
A esa brevísima lista de asuntos que aquejan a casi todos los habitantes del planeta, habría que agregar todas aquellas situaciones muy particulares de cada país y que hacen más aciagos estos días, como los altos índices de violencia, los atentados, la posibilidad de que junto con la pandemia del Covid-19 convivan otras epidemias como la del dengue, el sarampión o el zika, el incremento de la pobreza, sólo por mencionar algunos, expuso.
Son tantas situaciones que se han conjuntado en esta primera mitad de año, que parece como si las décadas previas hubieran transcurrido en cámara lenta, y que ya nada es imposible que suceda, comentó.
Con todo esto, es real que la capacidad de asombro de muchos se está volviendo laxa, de tal manera que cada vez se requiere de un estímulo mayor para atrapar su atención y cimbrarles. Lo lamentable de entrar a una vorágine in crescendo, es que no hay tope y lleva aparejada la insensibilización y, por supuesto, la deshumanización.
Nos insensibilizamos, es decir, somos más máquinas y menos seres afectivos, cada vez que hacemos nuestro el fenómeno por el cual una noticia cruenta da paso a otra de mayor gravedad. Nos deshumanizamos en la medida en que todo, absolutamente todo, nos da igual. Nos volvemos menos humanos cuando, al darnos todo igual, nos anulamos para experimentar la otredad, expresó.
Sin la otredad nos encerramos en la isla del egoísmo, y desde ahí, asumimos que todo no está tan mal mientras mi círculo cercano esté más o menos bien. La capacidad de asombro es la facultad que tenemos las personas para admirarse, maravillarse, fascinarse, conmoverse y sobrecogerse ante lo novedoso y poder aprender de ello.
La capacidad de asombro es un fenómeno para reconocerse en aquello que nos saca del estado de adormecimiento a causa de la “normalidad” o de lo que es común y ordinario. Son tiempos en que la capacidad de asombro de los seres humanos está sufriendo embates, y tal vez con ello, sea el presagio de un futuro con seres menos sensibles, menos humanos, observó el analista.
Venga lo que venga en lo que resta del 2020, tenemos que poner a salvo nuestra capacidad de asombro, no como algo que se guarda y no se saca por ningún motivo. a lo que me refiero, es a emplear conscientemente nuestra capacidad de asombro, para que ésta se mantenga intacta y nos sea útil para lo que se avecina, ¿o no? Vale la pena darse cuenta, vale la pena intentarlo, expresó.
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