Desde Tlaxcala: Gana trabajo sexual a gobiernos blandengues; se instala y permanece

Arturo Tecuatl

Los cuatro puntos cardinales de la entidad gozan de tolerancia oficial para ejercer el trabajo sexual. Las más visibles son mujetes aguardando a la entrada de moteles a ser solicitadas por una clientela que, ya se incorporó a esta dinámica. Y sin rubor, ante peatones, policías y automovilistas, conviene precio, tiempo y otros detalles de lo que está por realizarse.

De Calpulalpan a Huamantla. De Popocatla (colindante a los tianguis de Texmelucan) a San Pablo del Monte, puede escasear el transporte público, puede o no haber vigilancia, pero el negocio del trabajo sexual desafía a la pandemia, exhibe a las autoridades y cuando alguien comete el error de romper las reglas no escritas de esta convivencia, es confrontado por seis, ocho o más tipos malencarados, armados hasta los dientes y respetados por las policías municipales y estatal, miopes, lelos, distraídos, como gatos capones en alguna tienda atendida a la antigua.

Por lo que me entero, va quedando en mero mito la acción de proxenetas sanguinarios y perversos. Las nuevas condiciones plantean la asociación de las trabajadoras sexuales con guaruras-administradores, tal vez parejas, en fuertes y productivas sociedades bajo reglas muy claras-como los 20 minutos que dura un servicio, y el costo, variable según belleza de la trabajadora sexual, igual a mayor demanda. O tal vez carisma por encima de atributos físicos, o una habilidad sobresaliente para venderse bien pese a no ser una musa.

Visión empresarial

Hay que diferenciar la trata de esclavas en San Miguel Tenancingo, discreta, cruenta, enmedio de la colaboración oficial a causa de las grandes sumas alcanzadas en este tipo de tráfico.

Aquí se trata de una venta, solo una, que puede alcanzar precios de 400 mil dólares, pagados por clientes extranjeros generalmente, cuya capacidad económica mueve verdaderos equipos que, localizan, se acercan, planean y finalmente raptan a víctimas muy jóvenes (de 14 a 16 años) y las traen de otras latitudes, con el concurso de funcionarios de todo tipo, principalmente de migración, jueces, ministerios públicos, policías, en una derrama económica que, al concretarse la entrega alimentará el intenso lavado de dinero en un productivo sistema que involucra a muchos y a todos deja ganancias.

Sociedades mercantiles

Pero esta vez concentrémonos en la colusión entre gobiernos y “sociedades mercantiles del sexo”.

Son lo mismo. Todos quieren tener una comisión por cada servicio de la trabajadora sexual. Es una inquietante actuación que data de antes de la conquista, cuando en condiciones muy parecidas a las actuales, habría amables y talentosos proveedores de acompañantes y amantes ocasionales para hacer placentero el paso de potentados por esta región. Ganaba la dama y ganaba el representante.

De aquellos grupos desinhibidos y “serviciales” surge el trabajo sexual que hoy vemos muy activo en carreteras, accesos, cerca de las nuevas vialidades y sus entronques, a disposición de públicos con distintas posibilidades económicas, como los empleados de Audi, locales o extranjeros, con suficiente dinero como para exigir un servicio de calidad, o el transportista solitario y con gastos limitados que ya conoce donde hay lo que busca en la amplia franja tlaxcalteca, desde Calpulalpan, los múltiples paraderos, moteles y parajes para desafiar a la naturaleza, oculto tras su camión y bajo el manto de una obscuridad cómplice aunque riesgosa, hasta el Carmen Tequexquitla, un cinturón por cierto considerado de alto riesgo por la Cámara Nacional de Transporte de Carga (Canacar).

Es cosa de preguntar para encontrar los “mejores proveedores” de sexo, cocaína, pastillas para no dormirse en los prolongados trechos con carga, comprobantes de pago en casetas de peaje y desde luego huachicol, escaso pero existente.

Enmedio de este caótico mercado clandestino, el trabajo sexual alcanza niveles nunca vistos en el estado más pequeño de la República, con un alto índice de permisividad, colusión, corrupción.

Si el viaje parte de Puebla con dirección a Tuxpan, vía Zacatlán, cada trecho de la vía corta a Chiautempan es interesante, mujeres morenas por el sol invernal desafían al frío enfundadas en pantalones cortos o pequeñas faldas descoloridas de tanto usarlas. En jeans agujerados no por un diseñador de modas sino por el constante ejercicio de vestirlo y retirarlo durante el corto tiempo que dura el servicio.

Largas jornadas han permitido una sociedad muy especial, en la que conviven trabajadoras sexuales, sus socios y numerosos funcionarios públicos cómplices de una actividad malvista sobre todo por las conciencias más piadosas y conservadoras; familiares para quienes van y vienen al trabajo por esa ruta donde el paisaje son muchachas en alegre pero roída ropa de trabajo es parte de un paisaje semi urbano donde el hambre se puede superar cuando se tiene buena nalga y una voluntad de hierro para crecerse ante la crítica de muchos que, seguramente las juzgan de manera parcial e injusta.

El trabajo sexual es parte de la economía de Tlaxcala. Genera dinero para alquilar cuartos de hotel, para comprar insumos, acaso preservativos, viagra, gasolina, comida. Para pagar pasajes. Para llevar a los hijos a la escuela, exhibirse varias horas, aplicarse a fondo, y todavía llegar con ganas de hacer tarea y preparar uniformes y útiles para el día siguiente.

Es una actividad económica que acciona el botón del cinismo de un gobierno consciente que es una fenómeno resultante de la pobreza extrema, propia del México profundo, como describe Lopez Obrador a Tlaxcala.

Al margen de administraciones persignadas y sociedades arropadas en la frustración de su nivel económico, no necesariamente bajo.

Del trabajo sexual se pagan carreras universitarias, aunque con el tiempo los profesionistas se avergüencen de sus progenitoras y hasta cambien sus apellidos.

Es una prueba para ver de qué está hecha la nueva administración de la 4T, entre conservadora y revolucionaria, ente corrupta y autocrítica; protectora hasta donde se lo permiten sus prejuicios de una pobreza que no se detiene, y que obliga a la gente a despojarse de dignidades que estorban cuando uno se muere de hambre.

Ha de existir aún en contra de activistas, más desorientados y con ideas fuera de contexto de lo que es el hambre y cómo se puede atacar.

Si la autoridad no fuese hipócrita habría de asegurar a la trabajadora sexual.

Habría de inventar programas de esos que llegan vía el famoso Bienestar para sufragar el derecho que tiene esta parte de Pueblo, de carne y hueso (más hueso que carne) a conocer una vida donde no se le vea como vulgares putas sino como mujeres que se han liberado del prejuicio que mata de hambre antes de descubrirse potenciales empresarias de su propia humanidad.

Como ustedes ven, llevar obritas de teatro a Tenancingo no deja de ser… positivo.

Pero dar a este sector de la sociedad tlaxcalteca el lugar que les corresponde como entes que colaboran con la parte que les corresponde a sobrevivir enmedio de este caos, debería tener más recurso para dignificar, si es que se puede, la parte de actividad que les tocó desempeñar en esta vida.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Categorías