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La agencia de la ONU estima que el 28% de las mujeres afganas en la franja de edad entre los 15 y los 49 años se casaron antes de la mayoría de edad, e insta a las autoridades de facto a priorizar la reapertura de las escuelas para todas las niñas de secundaria y a permitir que las profesoras vuelvan a sus puestos de trabajo.
La directora ejecutiva de UNICEF ha manifestado su preocupación ante las informaciones que corroboran esta información e indicó que ha recibido “noticias creíbles de familias que ofrecen a sus hijas de tan sólo 20 días para un futuro matrimonio a cambio de una dote”.
Henrietta Fore explicó que esta tendencia no es nueva y que ya se producía antes de la reciente inestabilidad política en el país. Solo en las provincias de Herat y Baghdis, los socios de UNICEF detectaron 183 matrimonios infantiles y 10 casos de venta de niños durante 2018 y 2019. Los menores implicados tenían entre 6 meses y 17 años.
Las adolescentes siguen sin poder ir a la escuela
A esta compleja coyuntura se le ha de añadir que tanto la pandemia del COVID-19, como la actual crisis alimentaria y la llegada del invierno han agravado aún más la situación de las familias.
“”La gravísima situación económica de Afganistán está sumiendo a más familias en la pobreza y obligándolas a tomar decisiones desesperadas, como poner a los niños a trabajar y casar a las niñas a una edad temprana”, alertó Fore y recordó que, en 2020, “casi la mitad de la población de Afganistán era tan pobre que carecía de necesidades como la nutrición básica o el agua potable”.
La directora ejecutiva de la agencia de la ONU explicó que otra de las circunstancias que incrementa el riesgo de matrimonio infantil es que a la mayoría de las adolescentes todavía no se les ha permitido regresar a las aulas.
UNICEF continúa trabajando en Afganistán para concienciar a las comunidades de los riesgos que corren las niñas si se casan antes de cumplir los 18 años.
Entre estos peligros, Fore destacó la menor probabilidad de que permanezcan en la escuela y el mayor riesgo de que sufran violencia doméstica, discriminación, problemas de salud mental y mayor vulnerabilidad a las complicaciones durante el embarazo y el parto.
“Hemos iniciado un programa de asistencia en efectivo para ayudar a compensar el riesgo de hambre, trabajo y matrimonio infantil entre las familias más vulnerables. Tenemos previsto ampliar éste y otros programas de servicios sociales en los próximos meses”, señaló.
Del mismo modo, UNICEF también prevé trabajar con los líderes religiosos para asegurarse de que no participan en los acuerdos de matrimonio de las jóvenes, denominados Nekah.
Sin embargo, Fore advirtió que todas estas medidas no son suficientes.
“Pedimos a las autoridades centrales, provinciales y locales que tomen medidas concretas para apoyar y proteger a las familias y a las niñas más vulnerables. Instamos a las autoridades de facto a priorizar la reapertura de las escuelas para todas las niñas de secundaria y a permitir que las profesoras vuelvan a sus puestos de trabajo sin más retrasos. Está en juego el futuro de toda una generación”, advirtió.
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