
Excelsior
La narrativa de que la Generación Z despilfarra en modas virales y “derroches” de redes sociales contrasta con un cuadro financiero más severo: casi la mitad ya retiró dinero de sus ahorros para la jubilación para cubrir deudas y emergencias, un comportamiento más extendido que en cualquier otra cohorte.
Un informe reciente de Payroll Integrations sobre bienestar financiero del empleado sitúa el promedio de retiros en 38% de los trabajadores, pero sube a 46% entre los más jóvenes; los millennials quedan en 31%, y Gen X y baby boomers, en 41%.
Los motivos de esos retiros muestran la tensión entre la responsabilidad de largo plazo y la supervivencia inmediata. En el agregado intergeneracional, 37% de los retiros cubrieron emergencias; en la Generación Z, el principal destino fue pagar deudas: 42% de quienes tocaron su fondo lo hizo para saldarlas, muy por encima de otras cohortes.
La imagen es la de jóvenes que aportan activamente a sus ahorros, pero que ven sus cuentas como último salvavidas ante la presión de gastos básicos.
En paralelo, la carga del alquiler obliga a recortes extremos. Una encuesta de Redfin, realizada con Ipsos en mayo de 2025, revela que 22% de los inquilinos jóvenes se saltan comidas por completo para pagar la renta; el 22% ha vendido pertenencias y el 19% pospone tratamientos médicos. Son sacrificios cotidianos que muestran cómo el costo de la vivienda invade rubros esenciales como la alimentación y la salud.
La otra cara del desajuste es el endeudamiento en los jóvenes estadunidenses. En préstamos estudiantiles, los participantes de Gen Z pagan en promedio 526 dólares al mes, casi el doble del promedio general de 284 dólares, según Empower. Ese flujo constante limita el ahorro y encarece cualquier decisión financiera relevante al inicio de la vida laboral.
Más allá de la deuda educativa, varios sondeos apuntan a un volumen total de pasivos personales particularmente alto en la cohorte joven. Una encuesta citada por Newsweek ubica la deuda promedio de Gen Z en torno a 94 mil dólares, muy por encima de los millennials (unos 59 mil dólares) y de la Generación X (aprox. 53 mil dólares).
Aunque las metodologías varían, la señal es consistente: la etapa de despegue profesional enfrenta una carga financiera atípica por su magnitud y su temprana aparición. thenationaldesk.com
El mercado de vivienda amplifica la presión. De acuerdo con Zillow, para “comprar cómodamente” una casa hoy se necesita ganar 80% más que en 2020; en ese lapso, el ingreso mediano solo subió 23%. Ese diferencial erosiona la capacidad de acceso a la propiedad y empuja a más jóvenes hacia el alquiler, donde el aumento de rentas y la escasez de opciones asequibles disparan el estrés financiero.
Ante la volatilidad de ingresos y los precios elevados, el uso cotidiano de tarjetas de crédito se vuelve un puente —caro— para llegar a fin de mes en Estados Unidos. Experian reporta un saldo promedio por persona de 6 mil 730 dólares (3T 2024), con tasas de interés en máximos de varios años; los intereses acumulados complican aún más el equilibrio. Experian
La foto no es la de una generación indiferente al ahorro. De hecho, las tasas de participación de Gen Z en planes de retiro se han robustecido en los últimos años. Pero la combinación de alquileres altos, deuda educativa y cesta básica más cara empuja a retiros anticipados que erosionan el objetivo de largo plazo.
La dinámica luce autorreforzada: al vaciar el fondo de jubilación para cubrir la urgencia, el margen futuro se reduce, y el costo de “reponer” ese ahorro crece con el tiempo. Para especialistas en alivio de deudas, el punto de quiebre llega antes de lo que solía.
“Muchos [de la Generación Z] están entrando a la edad adulta con una pesada carga financiera: préstamos estudiantiles, deudas de tarjetas de crédito y el aumento del costo de vida”, explicó Natalia Brown, de National Debt Relief, en declaraciones recogidas previamente por la prensa económica. “Su deuda se siente más pesada porque llega antes, justo cuando están iniciando sus carreras profesionales”.
Los datos de Redfin añaden la dimensión humana de ese estrés: saltarse comidas, vender objetos personales o aplazar consultas médicas para no atrasarse con la renta. Y los registros de Payroll Integrations confirman que la urgencia llega al núcleo del ahorro previsional.
Aunque la inflación se ha moderado respecto del pico de 2022, la pérdida de poder adquisitivo no se ha revertido en proporción, y la vivienda se mantiene como el gasto más oneroso de la canasta. redfin.compayrollintegrations.com
El resultado es una brecha entre la intención (ahorrar, invertir, estabilizarse) y la posibilidad (pagar hoy el alquiler, el transporte, la deuda). En esa tensión, la Generación Z —la que más aporta a sus ahorros y, paradójicamente, la que más los desahorra— se ve obligada a navegar una economía donde el costo de entrada a la vida adulta es más alto y llega más pronto que en generaciones previas.
Si la tendencia continúa, advierten analistas, las decisiones financieras de hoy podrían comprometer la acumulación patrimonial de mañana, ampliando la distancia entre responsabilidad financiera y supervivencia básica.
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