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El tema migratorio ha vuelto a generar preocupación e incertidumbre. La académica del ITESO señala que para México es un buen momento para diseñar “una política migratoria integral, de Estado, que transversalice el tema y deje de ser reactiva”.
“Toda crisis, o te hunde o te ayuda a pensar alternativas”, dice Karina Arias. Y una crisis es precisamente la que se está viviendo desde hace una semana, cuando Donald Trump comenzó su segundo periodo presidencial y, con ello, la aplicación de medidas que buscan, por un lado, expulsar de Estados Unidos a la población sin documentos y, por el otro, detener su ingreso frenándola en México y poniendo un alto a los trámites de inmigración. Ante este escenario, continúa Arias Muñoz, en México es momento “de pensar estratégicamente” y avanzar hacia la que describe como “una política migratoria integral, de Estado, que transversalice el tema y deje de ser reactiva” a lo que pasa en el país del norte.
Karina Arias Muñoz es académica del Centro Universitario de Incidencia Social (Coincide) e integrante del Programa de Asuntos Migratorios (Prami) del ITESO. Dice que si bien la atención se ha centrado en el tema de las deportaciones masivas y en la cancelación de CBP One —un sistema para agendar citas y solicitar el ingreso a Estados Unidos—, lo cierto es que las medidas anunciadas por la administración de Donald Trump tienen otras aristas igual de importantes. Enlista cuatro: la política respecto del uso de combustibles fósiles, que podría afectar la relación con Venezuela por el tema del petróleo; la crisis de derechos humanos, específicamente para la población LGBTQI+; las afectaciones al comercio por las medidas económicas anunciadas, ámbito en el que la migración es generalmente usada como moneda de cambio, y el anuncio de que quiere priorizar la producción de bienes y servicios en Estados Unidos.
Por otra parte, agrega Arias Muñoz, también se corre el riesgo de regresar a la retórica de “los trabajadores migrantes”, dejando fuera del foco de atención otras causas de la movilidad humana como la reunificación familiar, los desplazados por la violencia, por conflictos o por efecto de cambio climático. El tema de las deportaciones masivas es importante, sí, pero también es necesario prestar atención “a los rechazos en la frontera y al perfil de personas que van a ser deportadas, porque el cambio en este perfil va a implicar más retos y a plantear otras necesidades”, destaca la académica.
Y mientras todo esto ocurre en Estados Unidos, en México el escenario no es alentador. Si bien se ha anunciado la implementación del programa “México te abraza”, este se plantea como dirigido a las personas deportadas, pero falta saber qué va a pasar con las personas que se quedaron varadas en la frontera por la cancelación del CBP One, además de que no hay claridad con algunos aspectos. “¿Qué va a pasar con las personas deportadas que no tienen identificación? ¿Cómo se les va a inscribir en programas sociales? ¿México va a recibir a personas deportadas de otras nacionalidades? No hay una estrategia más allá de la recepción inmediata, cuando es necesario un seguimiento y un acompañamiento”, dice Karina Arias.
Y no sólo eso. La académica califica como “preocupante” lo que está pasando institucionalmente en el país. Para empezar, aunque en octubre del año pasado se anunció que Sergio Salomón, exgobernador de Puebla, sería el nuevo titular del Instituto Nacional de Migración, a la fecha Francisco Garduño sigue al frente de la dependencia, aun cuando su gestión ha dado mucho de qué hablar sobre todo a partir de la tragedia ocurrida en marzo de 2023, cuando 40 personas en situación de movilidad murieron luego de un incendio en una estación migratoria ubicada en Ciudad Juárez. Aunque se ha dicho que Garduño se mantiene en el cargo por su experiencia, Karina Arias dice que “ha trascendido que sigue ahí porque es un perfil que le gusta a Estados Unidos”.
Por otra parte, la otra instancia responsable de atender el tema migratorio, la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar), se encuentra sin titular desde octubre pasado, recibió menos presupuesto y no se da abasto para atender las solicitudes de refugio. “Tienen a la gente aquí sin respuestas claras, lo que genera incertidumbre. Y esa incertidumbre tiene implicaciones muy graves”, señala la académica. Estas carencias a nivel institucional impactan el trabajo que realizan las organizaciones de la sociedad civil, que “siguen dando la atención, pero en el tema legal no tienen información para orientar a toda esa población que ya está aquí pero no tiene respuestas”.
A decir de Arias esta nueva crisis en el tema migratorio ocurre en un momento importante, ya que la administración federal y muchas estatales van comenzando y están diseñando sus planes de desarrollo, lo que representa una oportunidad para “ver el tema de la movilidad humana más allá de las remesas, porque nos van a disminuir; más allá de sólo poner las estaciones migratorias. Debemos tener una política integral, de Estado, que transversalice el tema migratorio, que deje de ser reactiva y diseñar políticas que respondan a las distintas realidades”.
En esta labor, concluye, lo ideal sería “sentarse a realizar un trabajo profundo, respetuoso, de escucha y diálogo con el sector académico y las organizaciones de la sociedad civil para idear una política que responda a los nuevos contextos y que no sean sólo paliativos”.
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