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• En un duelo con poco brillo, Tigres y Chivas igualan sin anotaciones en la cancha del Volcán.

MONTERREY (Víctor Álvarez | ESPN Digital) — La final de ida entre Tigres y Chivas terminó sin André Pierre Gignac, sin Diego Lainez, sin Víctor Pocho Guzmán, sin Roberto Alvarado, sin Alexis Vega, sin goles, con poco que recordar y todo reservado para el regreso en el Estadio Akron.

En el discurso de los técnicos de Chivas y Tigres, previo a la final, coincidieron con que debían de dosificar, después de una “intensa” temporada, y sí, lo hicieron, porque apenas fueron exigido Nahuel Guzmán y Miguel Jiménez en el Estadio Universitario.

Tigres fue el equipo más ambicioso. Lo exigía el contexto, porque era el local y tenía mayoría en la grada. Monopolizó el balón, pero ninguno de los atacantes de los dirigidos por Robert Dante Siboldi logró superar a la bien plantada defensa de Chivas.

Paunovic parecía que jugaba ajedrez más que fútbol. Desde el inicio, anunció que iba sin un centro delantero y apenas hizo daño con un disparo de Isaac Brizuela, que derivó de un error en la defensa. Nahuel Guzmán ni la tocó, porque el intento se fue muy desviado.

El clímax del juego estuvo en un rebote en el travesaño, tras un disparo de Gorriarán. En el rechazo, Gignac quedó frente al Wacho Jiménez, pero el francés, raro, no supo cómo mandar al fondo de la portería.

Siboldi, ante la somnolencia de los dos equipos, decidió acabar el show al minuto 68. El tablero electrónico se iluminó con el número 10 y André-Pierre Gignac caminó hacia la banca. Por si las dudas, para que no hubiera otro destello, también sacó a Diego Laínez y dejó todo en los pies de Sebastián Córdova, tal vez tenía alguna chispa que encendiera el Volcán.

Veljko Paunovic siguió el guión de Siboldi. Dosificó a Víctor Pocho Guzmán, Alexis Vega, Roberto Alvarado, sus hombres más desequilibrantes, para evitar la sorpresa y dejar todo para la vuelta en el Estadio Akron, tras un empate a cero.