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Académica de España diserta acerca de ‘Los incidentes en el aula como motor de cambio de la identidad profesional’, en ‘Taller de Innovación Educativa’ de la IBERO.

La trayectoria profesional de las personas docentes está marcada por ciertos incidentes críticos que las desestabilizan y a la vez les construyen como profesionales de la educación, mencionó en el ‘Taller de Innovación Educativa’ de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México – organizado por su Dirección de Innovación Educativa, DIE-, la Mtra. Marina García Morante, académica de la Universitat Ramón Llull (Barcelona, España).

La maestra definió a un incidente crítico como: “un suceso destacado en nuestra trayectoria, que está acotado en el tiempo y que sucede de manera imprevista, pero que además nos genera una crisis en nuestra identidad profesional, en el sentido de que desestabiliza nuestro equilibro emocional”.

Algunos incidentes comunes son relativos al bullying, la discriminación y las faltas de motivación por parte del alumnado -desinteresado y que no encuentra sentido a las tareas-. Por su parte, cada vez que un docente vive un incidente crítico adopta una posición ante lo ocurrido; esa posición la construye la persona con base en un diálogo interno -en el que también se interpela a voces de otros-, en lo que interpreta, en cómo se siente y cómo decide actuar.

Las distintas posiciones que puede haber están asociadas al rol profesional de la persona docente -tutora, investigadora-, que después de vivir un incidente crítico que generó un impacto en su identidad se puede posicionar, por ejemplo, como una tutora empática (positivo) o una tutora tradicional (negativo).

Hay dos tipos de estrategias inadecuadas que se desarrollan ante los incidentes críticos: la huida y la evitación; y las respuestas impulsivas agresivas. En la huida y evitación las respuestas inadecuadas son: la negación, el distanciamiento, la conformidad y ver al incidente como un problema transitorio o irresoluble. Asociadas a la impulsividad y la agresividad están las respuestas amenazantes, punitivas, agresivas y expresivas -expresiones que dañan la identidad del estudiantado-.

Existen también estrategias preventivas, aquellas focalizadas en prevenir que sucedan incidentes críticos. Por ejemplo, para evitar un conflicto latente de motivación, no esperar a que suceda y negociar con el alumnado qué contenidos abordar en el aula, e implementar una metodología innovadora a través de preguntas de investigación que surjan de los propios intereses del estudiantado

Cuando se aprovechan los incidentes críticos como elementos de formación –utilizando la Pauta para el Análisis de Incidentes Críticos, PANIC– hay que repensar qué ha pasado, construir el diálogo interno y poder encontrar posibles soluciones. La pauta consta de una primera parte, de descripción y análisis; una segunda parte, de intervención y seguimiento; y una tercera parte, de qué estrategias llevar a cabo.

Para concluir, Marina García dijo que, ante los incidentes, las personas docentes “nos hablamos, dialogamos con nosotras mismas, interpelamos voces de otros… interpelamos experiencias pasadas. Y también es el momento, cuando nos suceden estos incidentes críticos, de pensar qué posiciones queremos que tengan un papel central en nuestra identidad profesional”.

Y no sólo se quiere construir esa identidad profesional a partir de voces positivas, sino a la vez situar voces positivas y potentes también en el alumnado. Aquí la importancia de generar un plano social de interacción adecuado, que sea respetuoso, para que hoy y mañana las y los estudiantes puedan enfrentarse a sus propios incidentes críticos “de una forma comprometida con nuestras comunidades, de una forma innovadora y de una forma que contribuya a las sociedades y a las comunidades que queremos construir”, concluyó la psicóloga educativa.