Engancharse al true crime afecta a la salud mental

Staff/RG

Este género ya se ha convertido en el segundo contenido audiovisual preferido por los espectadores, solo por detrás de la comedia

Sentir miedo dentro de casa, tener la percepción de amenazas sin motivo o visualizar escenas violentas son signos de alerta

Jeffrey Dahmer, El caso Wanninkhof-Carabantes, El caso Alcàsser, El asesino del hacha, ¿Dónde está Marta? o Staircase son solo algunos de los centenares de ejemplos de series o documentales true crime actuales. Este género ya es el segundo predilecto por el espectador, solo por detrás de la comedia, según los datos del estudio TGI Global Quick View de Kantar, realizado sobre usuarios de video en más de 35 mercados de todo el mundo. “Surgida hace más de setenta años, la ficción basada en crímenes reales, el true crime, se ha convertido en uno de los grandes géneros de la industria del entretenimiento”, explica Elena Neira, profesora colaboradora de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

Muerte, asesinatos, violaciones y otros fatales finales son solo algunos de los hechos macabros que estos contenidos muestran. ¿Por qué nos atraen estas historias oscuras? “A las personas nos inquieta lo desconocido y lo amenazante. Algunas personas encuentran una falsa sensación de control y de seguridad exponiéndose a información detallada de todo aquello aterrador y extraño”, explica Mireia Cabero, profesora colaboradora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC. “Además se suma la esperanza del espectador de que la historia tenga un final donde triunfe el bien sobre el mal, tenemos la creencia de un mundo justo y queremos finales felices. Esa necesidad de reafirmación nos engancha”, añade Marc Balcells, profesor del grado de Criminología de los Estudios de Derecho y Ciencia Política de la UOC.

“Basado en hechos reales” son cuatro palabras que, para muchos, ya son una especie de sello de calidad, una marca de seducción. “En lo relativo a la narración, engancha precisamente por “ese caso real”, por el atractivo que supone el morbo. Cuando estás en el ámbito de la ficción, si la premisa es demasiado descabellada o irreal es más difícil entrar en el estado de suspensión de realidad que requiere la conexión con el contenido. Aquí partimos de que eso realmente sucedió, lo cual aumenta el enganche dado el estupor que genera la historia”, detalla Neira.

En cualquier caso, ser un amante de lo macabro no supone tener una tendencia a lo criminal. “No hay una relación directa entre el consumo de contenidos de este tipo y una mayor propensión al crimen”, explica Balcells.

Las mujeres aman el true crime

Curiosamente, la cuota de audiencia femenina en España destaca de manera significativa en el consumo de este género, según Parrot Analytics. Las mujeres de las generaciones X y mileniales (mayores de treinta años) son las principales consumidoras. También en el consumo de podcast lo son, según un estudio, en la categoría de crímenes reales un 80% del público es femenino. “Las mujeres nos sentimos fácilmente más identificadas con los crímenes. La violencia de género nos ha hecho sentir más vulnerables y susceptibles de ser agredidas. Así que por identificación nos sentimos más llamadas a estar alerta de este tipo de información”, explica la psicóloga.

Pero no solo por la identificación atrae al público femenino, sino que esta afición esconde (según los estudios) una forma de aprendizaje. En el informe Atrapadas por el true crime: por qué las mujeres se sienten atraídas hacia historias de violaciones, asesinatos y asesinos en serie se encuentra una explicación a este fenómeno: las mujeres ven estos documentales porque están descubriendo técnicas de supervivencia (evitar convertirse en una víctima o saber defenderse ante una agresión similar) que podrían ser de utilidad ante una situación extrema. “Las mujeres usan este contenido a modo de aprendizaje y también a causa de la empatía e identificación con la víctima. Esa información nos hace más conocedoras de realidades posibles y genera un falso efecto de seguridad”, añade Cabero.

Engancharse al true crime no es inofensivo

En un artículo, la psicóloga Chivonna Childs apunta a que un consumo excesivo de contenidos de true crime puede afectar a nuestra salud mental. “Sentir terror constante o ansiedad, vivir en un estado de alerta persistente, sufrir miedo dentro de casa, tener la percepción de amenazas sin motivos, visualizar recurrentemente escenas de crímenes que hemos visto o salir menos son algunos de los signos de alarma ante un consumo excesivo de true crime”, confirma también Cabero. “Cuando observamos que hay cambios en nuestra emocionalidad o en nuestras decisiones y acciones, decisiones y acciones que antes no tomábamos, entonces es una señal de que nos está afectando demasiado el consumo audiovisual de este tipo de contenido”, añade la psicóloga de la UOC.

Existe, además, una especie de efecto mirón con el fenómeno del true crime: aunque sean temas horribles, no podemos dejar de saber más o de verlos. “Los crímenes y lo amenazante nos hacen sentir pequeños, nos despiertan la necesidad de control y la curiosidad, que pueden ser más motivadores que el impacto emocional de cuando estamos sometiéndonos a esta información”, concluye Cabero.

 

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