Staff/Rossi
· Rindió su 6to y último Informe como Rector de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México
· Asumir y abrazar la realidad, impulsar la voz de la IBERO como actor relevante, aumentar la injerencia de la Universidad en la sociedad, y lograr una verdadera inclusión en la IBERO, los 4 ejes fundamentales de su gestión
Situar a la Universidad Iberoamericana Ciudad de México en la realidad, para transformarla, fue el sello que distinguió al Rectorado del Maestro David Fernández Dávalos, S.J., durante los seis años que estuvo al frente de esta institución de educación superior y obra de la Compañía de Jesús.
Al exponer Una mirada a la realidad, su sexto y último informe como Rector, que dirigió a la Comunidad Ibero a través de un mensaje videograbado, debido a que la pandemia del coronavirus mantiene cerrado el campus y confinada en sus hogares a gran parte de la población, el Mtro. Fernández Dávalos dijo que todas y todos estamos en la realidad, habitamos en ella y somos en ella.
“Si algo nos marca qué hacer, cómo hacerlo, qué pensar, qué reflexionar, es lo real. Nos arrastra, pero también la transformamos; nos condiciona, sin duda, pero también incidimos para modificarla. No anula nuestra libertad, pero la sitúa”. Y aunque no es posible evadir la realidad, ni sustraerse de ella; sí se puede transformar, “precisamente porque la vamos pisando, sintiendo, percibiendo”.
Recordó que, “con la realidad como patria y bandera”, hace seis años aceptó su designación como Rector de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, la cual, al no ser una torre de marfil, asumió que, “era parte de la realidad injusta de México, de la realidad conflictiva del mundo”, que en ella no podía haber neutralidad ni alejamiento, y en congruencia, debían ejercerse las tareas y responsabilidades universitarias desde la militancia.
Los 4 ejes del Rectorado de David Fernández
Al hablar, como Rector, comentó que, teniendo a la realidad como escenario principal, guía y destinatario, durante su gestión impulsó cuatro ejes fundamentales:
1. “Decidí asumir y abrazar la realidad, con todas sus verdades, sus engaños, sus conflictos, sus contradicciones, y me propuse asumir las consecuencias de ello”. A partir de esta premisa, consideró que la responsabilidad de quienes conforman la IBERO es mirar y desentrañar la realidad; y también ser críticos y hacer lo necesario para modificarla en la dirección de la justicia y la reconciliación.
Todas y todos debían, como decía el Padre Ignacio Ellacuría, cargar con la realidad, encargarnos de ella y hacernos cargo de la misma. “Necesitábamos no cerrar los ojos ni tratar de negarla, sino asumirla radicalmente como fuente, medio y destino del conocimiento, y trabajar para su transformación.
Y es que, caso contrario, formar a las y los jóvenes sin que entiendan los grandes problemas de México y del planeta, sería brindarles una enseñanza mentirosa, a medias, ideologizada desde los intereses de los sectores poderosos. “Enseñarles sin mostrarles que México es un país con grandes contrastes y carencias, sin hacer patente la diversidad de colores de piel, de orientaciones sexuales, de pensamientos, de ideas, de injusticias y discriminaciones, era dejarlos con sólo un fragmento de la realidad”.
2. Impulsar la voz de la IBERO a nivel nacional, como un actor político, académico y cultural relevante. Que la Universidad y su pensamiento fueran escuchados más allá del campus, para lo cual debía expandirse territorialmente hacia otras sedes, darse a conocer con más personas y en más ámbitos, y hacerse presente en distintos círculos sociales y circuitos culturales.
Esta expansión de la visión crítica y “ganas de cambiar al mundo” de la IBERO se hizo al llevar a la Universidad a diversas geografías y “esferas de lo real”, por ejemplo, Chalco (Tecnológico Universitario del Valle de Chalco), Tijuana (IBERO Tijuana), San Ildefonso (UNAM) y el espectro radioeléctrico (IBERO 90.9 Radio). “Una apertura que le dio espacio a esas voces que tantas veces no habían sido consideradas, las excluidas, las marginadas, las invisibilizadas”.
3. Que la Universidad Iberoamericana tuviera una mayor injerencia real en la sociedad mexicana para hacerla más “como Dios manda”. Que fuera un verdadero referente. Que su Mirada sensible, inteligente y única alzara la voz, y tuviera un peso importante, reflexivo, crítico y propositivo en la vida nacional.
4. Lograr una verdadera inclusión en la IBERO. El Rector se propuso hacer de la Universidad una institución mucho más plural y diversa, a imagen y semejanza de México. “Esta tarea es, en realidad, de ida y vuelta: nos hacemos más incluyentes para poder hacer nuestra sociedad más incluyente y plural; requerimos de una sociedad más tolerante y sensible para convertir así a nuestra Universidad en un recinto inclusivo y respetuoso”.
Y es que, como nunca, urge la tolerancia como valor cívico exigible a todas y todos; y se necesita de comunidades incluyentes que ofrezcan su respeto y aprecio hacia todas las personas.
La Mirada de la IBERO
Como Jesuita, el Padre David habló de la Mirada de la IBERO. Dijo que es una mirada única porque alza la voz, es la mirada sin prejuicios e innovadora de los estudiantes de la Universidad, es la mirada crítica y profesional de sus docentes y personal administrativo, y se nutre de la mirada compasiva y solidaria de los Jesuitas. “Ninguna otra institución reúne estas tres miradas, que son, en realidad, tres formas de enfrentar la vida”.
“En mi comprensión como Jesuita, me parecía fundamental que frente a la realidad mexicana llena de injusticia, desigualdad, desventajas y discriminaciones, teníamos que ser capaces de aportar, con nuestra mirada poderosa, la capacidad de discernir”. Toda vez que, sólo con un cuidadoso proceso de discernimiento que descubra los puntos fuertes y débiles de la estructura y dinámica sociales se puede cuidar de México, privilegiando siempre a los más desposeídos y a los agraviados.
“Todos sabemos que en nuestro país hay muchos que tienen muy poco, que están rotos, que están fracturados, que han sido lastimados por la acción u omisión de quienes detentan el poder y de quienes lo sostienen: esa es la realidad. Una realidad a la que, por más anchos y altos que sean nuestros muros, no es posible ocultar, no deseamos ocultar. Y es que, desde nuestros orígenes, los Jesuitas privilegiamos a los más quebrados, a los que el mundo ha roto, a quienes sufren. Como Jesuitas, preferimos mirar eso que tiene la realidad desde su reverso; a la manera de Jesús: desde abajo y desde adentro. Ésa es la mirada que nos define. Y esta mirada es la que, precisamente, quise entregar en mi gestión”.
De ahí que, observando la realidad, el Mtro. Fernández optó por privilegiar la construcción de posgrados (15 en su gestión), “porque si cada día teníamos más investigadores, mejor preparados, más pertinentes socialmente, podríamos colaborar en resolver de una manera mucho más eficiente las grandes causas que nos propone la realidad mexicana y universal” (entre las cuales se encuentran la injusticia social, la pobreza, la exclusión, el sexismo, la desigualdad, la corrupción, la depredación del medio ambiente).
Como religioso, el Padre David dejó que la realidad orientara sus decisiones, porque, mencionó, “no es cerrando los ojos que se encuentra a Dios; por el contrario, es abriéndolos”.
Y ya que la de sociólogo es otra visión que le habita y le conforma, desde esa perspectiva también delineó su responsabilidad y su tarea como Rector. “Como Sociólogo, vi hace seis años a un país altamente confrontado, desigual y dividido; y noté que esa confrontación y esa desigualdad iban en aumento”. Cierto, muchos de los graves problemas sociales que enfrenta México los comparte con otros países, lo trascienden como nación y son propios de esta nueva época; pero son fruto de procesos históricos, resultado de dinámicas de poder y ambición.
Preparar para la realidad
En este contexto, durante el rectorado del Mtro. Fernández aconteció un giro en la conducción política de México. “¿Qué es lo que tenemos hoy? ¿A qué nos estamos enfrentando? A una confrontación peligrosa entre quienes deseamos un genuino cambio de rumbo para avanzar hacia una mayor justicia y democracia, entre quienes defienden privilegios injustos construidos antaño, y aquellos otros que, a pesar de su retórica humanista, sólo profundizan la confrontación y marcan campos polares en una realidad nacional mucho más rica y compleja que simplemente compuesta por conservadores y progresistas, por reaccionarios y revolucionarios, por chairos y fifís”.
Esta confrontación, que como sociólogo percibe ideologizada, mentirosa y de extremo peligro, no propone nuevos caminos, sino amplía todavía más la brecha y grieta sociales. Es para esta realidad social que la IBERO tiene que preparar a sus estudiantes, y debe darles la mayor cantidad de herramientas para que al enfrentarla prevalezca su visión, siempre fresca, honesta y productiva. Y también, frente a esta REALIDAD, hay que hacer propuestas, abrir caminos y proponer miradas diversas.
Asimismo, la gente de la IBERO no puede situarse en ninguno de los polos artificiales que se han construido: buenos y malos, ricos y pobres, chairos y fifís, pues no puede hacer que esta división sea más profunda o que se convierta en realidad.
“Por el contrario, hemos de impulsar una comprensión de la realidad social compleja, como constituida por universos separados, que no se tocan a veces, pero que son respectivamente funcionales. La realidad histórica es un todo sistémico, dinámico y complejo, en la que existen intereses confrontados, que buscan nuevas síntesis superiores”.
México, agregó, es la empresa de todos y todas, y para construirlo “tenemos que abordar y atemperar nuestras diferencias, nuestras desigualdades y conflictos, pero sin dividirlo en dos bandos irreconciliables, polares. Por eso, no podemos aceptar estar divididos entre quienes pueden entrar a la IBERO por su capacidad económica y quienes no, entre quienes están conectados a internet y aquellos que no tienen esa posibilidad. Aspiramos a ser hermanos y hermanas, todos reconciliados en virtud de la realización de la justicia plena. Y eso, es urgente que lo entienda este gobierno”.
Para el Maestro, no puede ni debe haber desigualdades, pero sí identidades diferentes que han de ser respetadas. “Vivimos en una realidad en la que las orientaciones sexuales son diversas, son crecientemente aceptadas como naturales, donde hay espacio para todos, para todas y todos. ESA ES LA REALIDAD. Una realidad en la que las mujeres han decidido levantar la voz y luchar para no tolerar más la violencia. ESA ES REALIDAD. Una realidad en la que los pueblos originarios luchan por afirmar su identidad y diferencia, en la que la gente reivindica su derecho a decidir, a pelear por sus derechos, a buscar justicia. Y esa TAMBIÉN ES LA REALIDAD”.
Sin embargo, “no sólo habitamos una realidad quebrantada, un mundo roto, sino también una realidad cargada de esperanza y de futuro. Por eso lo que he hecho en estos años es, ni más ni menos, que respetar la REALIDAD”.
La realidad que interpela
Finalmente, al hablar de la última visión que tuvo para su Rectorado, David Fernández lo hizo como Persona, “como individuo con intereses, heridas, batallas internas y pasiones”. Así, desde esta perspectiva, dijo que cada día de su gestión lo enfrentó como un gran desafío, como una enorme responsabilidad que le desbordaba y que su mayor reto fue intentar ver la realidad a través de los ojos de las y los estudiantes.
“Porque más allá de la edad cronológica, busqué que mi mirada coincidiera con la de ellos. Que fuera fresca, desinteresada y llena de futuro. Pero que al mismo tiempo pusiéramos en el horizonte los intereses y aspiraciones de los sectores excluidos y empobrecidos”.
Añadió que, entre el acierto y el error, “quise cambiarle el rostro a la IBERO y hacerlo más humano, incluyente, diverso, plural, libre y comprometido. Un rostro apegado a la realidad; no perfecto, simplemente real, pero con una comprensión de la realidad que incluye también sus múltiples posibilidades”.
Así, destacó: “Querida Universidad: esta es la realidad del México de hoy que nos interpela: una realidad compleja, confrontada, inmersa en una verdadera emergencia nacional y mundial. A ella nos debemos y es en ella donde tenemos que seguir caminando y aportando”.
“Es esta la realidad que, tal como proponía San Ignacio, tenemos que hacer el escenario de nuestras vidas y de nuestra fe, el espacio de nuestra misión, de nuestro trabajo, de nuestra encarnación…No podemos hacer como que lo real no existe. No lo hagamos. Y en medio de ello, no podemos ser neutrales, hemos de tomar partido por la justicia y la reconciliación. En ese orden. Nos urge un mejor futuro. Lo merecen nuestros niños y jóvenes”.
La inclusión educativa
Vale mencionar que, como ejemplo de concreción del primer y tercer eje del rectorado del Mtro. David Fernández Dávalos, se creó el programa ‘Si quieres…, ¡puedes!’, el cual permite a estudiantes provenientes de sectores populares, por sus méritos académicos, acceder a una educación de calidad, al otorgarles la IBERO una beca del 80 al 100% (a fondo perdido). En la actualidad, aproximadamente el 5% de la matrícula de la IBERO es beneficiada por este programa.
Explicó el Rector: “Queríamos cambiar la composición social de nuestra comunidad para enriquecerla. Esta acción, lejos de la demagogia, representaba algo mucho más importante: significaba que la IBERO trajera, por primera vez, a la realidad del país dentro de sus muros”.
Con este propósito también han cumplido las carreras de Técnico Superior Universitario (TSU), y hoy en día alrededor del 10% de la matrícula de la Universidad proviene de las clases trabajadoras.
“Su importancia estriba en que constituye una acción concreta para la transformación de la realidad de México, así sea modestisima. Después de todo, si no le mostramos al México real a nuestro estudiantado, ¿qué educación les estamos realmente dando? ¿La que perpetúa los privilegios injustos y excluyentes?”
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