Retrato de mí mismo: inmigrante – refugiado

Fabio Mendoza Obando
Poeta y escritor Nicaragüense

Inmigrantes y refugiados uno somos, cargamos la misma sombra endémica del pasado y nos enfrentamos a las asonancias híbridas de los desafíos. Hemos dejado la Patria, han quedado atrás nuestros hogares llenos de esperanza y con la promesa del regreso a cuestas, llenos de miedo, y como guía nos conduce el instinto de supervivencia. No estoy aquí porque quiero, sino porque hemos estado atrapados por la vorágine de la pobreza, el mal gobierno, las necesidades básicas, las oportunidades que se esfumaron cuya única salida es huir hacia adelante. Hemos sido marcados de antaño por el hambre, la corrupción y las dictaduras.

Se abandona todo, la familia, el terruño y se parte a la conquista. La propia tierra se convierte en el paraíso perdido, el sitio imaginario, en un aura de nostalgia impertinente de desvelo, y acostumbrarme a vivir de manera especial el remanso de soledades encendidas. Llegué a una nueva tierra, que es la que me dará cobija de forma momentánea, y hará un poco de madrastra, me he dejado adoptar como si me estaba esperando.

Y el poema que suena mientras doy inhóspitos pasos al cruzar la frontera. A veces soy la vida, también la muerte: unas veces, espectro del miedo, sombra sigilosa de la noche, doy pasos furtivos en el alba y mis ojos alucinados y súbitos se alzan al horizonte con sed de libertad.

Comparto un poema de mi libro inédito que se titula Huella Perpetuas.

Por siempre
Prodigan y cantan los pasos en la víspera invisible del camino
dejando indómitas huellas descoloridas al pasar
rompiendo la advertencia evocadora de la encendida condena de los candados de la frontera.
Viento avasallador en el desconcierto del furor insano.
La carencia adormece los cuerpos con alma ardorosa
sin pasaporte para viajar.
En la travesía lluviosa de la noche
destella el grito sagrado de lámparas nocturnas.
Surca el sendero de los sueños convulsos
resucitando metáforas olvidadas
donde brota alucinante la luz prófuga de la conquista.
Se esfuma inerte el paso de la libertad ante la mirada apagada de las estrellas
en el esplendor de las heridas de los pies
que migran preludiando la sonrisa de la aurora.
Quiero volver a ver atrás
donde han quedado los ojos bañados de gotas tristes
de rama en rama colgadas en la Patria.
Allá has quedado susurrando ausencias ambulantes
esperando que la libertad levante la antorcha
alumbrando los pálidos rostros en la ladera de la lejanía.
Aquí me tienes envuelto en el tejido de un mismo corazón
escribiendo nuevos versos triunfales
cantando himnos anhelados
en la órbita fugaz de otro altar pretérito
con brillo desconocido uniendo el polen de la guardia con el aroma plural
del sacuanjoche.
De paso en perpetua estadía
de pie en la cumbre viendo distante el verdor de la pradera
a la espera desmedida del glorioso encuentro patrio.
El Norte y el Sur
el Sur y el Norte
es Centro América con olor tropical
miel bicolor en el paladar sediento
agua tricolor del manantial refrescante
dos horizontes vertiendo el mismo color
bebiendo el mismo aire
versos azules desplazados por doquier
en la música de un mismo instrumento.
Palpitar vibrante del deseo de la paz
trinando ecos de hermandad
saciando la sed de ilusiones infinitas
construyendo el templo de vocabularios posibles.
Mi mano y la tuya emergiendo
las mismas fuerzas
escribiendo el prefacio de la misma geografía
ya no habrá una canción próxima al despertar
ya el despertar es una canción perpetua de vida cotidiana
soñando
cobijados por el aire perfumado de la misma atmósfera.
Celebremos
los colores de las mismas banderas
que ufanas ondean en armónica melodía
celebremos
el rompimiento de las ligaduras de las venas enredadas
el entierro de las palabras heridas en los costados
celebremos
las evocaciones liricas de la amistad
el culto a las miradas alegres
la danza de los besos bienaventurados
celebremos
que somos dueños del mismo sueño
de fecundo espíritu fraterno y vigores despiertos.
Y en el follaje verde
de un laurel
saludando al sol crepuscular
se escucha los cantos sonoros del yiguirro y el guardabarranco.
Nicaragua y Costa Rica
Costa Rica y Nicaragua
un mismo canto frente al sol.

El momento es crucial para todos. Si bien es cierto que la frontera divide, separa y demarca límites, también nos une, desafía y abre posibilidades. Al caminar vamos haciendo historia, en las espaldas cargamos el peso de la realidad, conocemos los poros de las fronteras y los desfiladeros del tiempo y nos hace “otros”. Y en la víspera del camino compatriotas, se encienden las luces divinas para el excelso regreso triunfal. Mientras tanto esperemos pacientemente.

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