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El 20 de abril, el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS) Tedros Adhanom Ghebreyesus dio un mensaje de advertencia en una conferencia de prensa en Ginebra, donde dijo que la falta de solidaridad internacional está agravando la pandemia actual.
“No usen este virus como una oportunidad de enfrentarse unos con otros o hacer política. Es peligroso. Es como jugar con fuego”, afirmó, y destacó que sin unidad nacional y solidaridad mundial, lo pero aún “está por venir”.
A lo largo de toda la historia de la humanidad, diversos virus siempre han estado al acecho. Aunque el nivel de ciencias y tecnologías humanas mejora constantemente, a veces seguimos indefensos ante los virus. El brote de COVID-19 demostró ser un enemigo feroz. Incluso es raro una vez en un siglo que una pandemia se propague tanto y con tanta rapidez y tenga un impacto tan profundo.
¿De dónde viene este virus? ¿Cuál es su evolución? Todos quieren conocer las respuestas. Aunque es probable que no las descubramos pronto, la verdad eventualmente saldrá a la luz.
Dejemos que los profesionales hagan su trabajo. Los problemas científicos siempre deben ser resueltos por científicos. Es sentido común. Por eso la Oficina de Política Científica y Tecnológica de la Casa Blanca ya en febrero envío una carta a las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina (NASEM, por sus siglas en inglés), en la que les solicita que consulten rápidamente las opiniones de los científicos sobre la búsqueda del origen del virus.
Es responsabilidad de los científicos buscar el origen del virus y dicha responsabilidad no puede caer en otros. Sin embargo, los científicos no son omnipotentes y la investigación para buscar el origen del virus no puede hacerse de un día para otro.
El Dr. Richard Y. Zhao, miembro de la Academia Estadounidense de Microbiología y virólogo de la Universidad de Maryland, destacó que la investigación sobre el origen del virus es un desafío científico lleno de incertidumbres. Los científicos necesitan realizar una investigación epidemiológica, análisis genómicos, selección e identificación del huésped (intermedio y natural), muestras de campo, investigación de la homología de cepas aisladas del virus y un análisis bioinformático e identificación finales. Solo después de completar todos estos pasos pueden llegar al origen de un virus.
Por eso, es justo decir que la investigación para buscar el origen de un virus es un proceso largo que lleva mucho tiempo y se debe dar a los científicos el tiempo suficiente para abordar sus tareas. En la actualidad, hay muchos científicos en todo el mundo que realizan investigaciones científicas sobre este virus y, claro está, la investigación para buscar el origen del virus es una tarea clave. Sin embargo, la investigación aún está en las primeras etapas.
Hay una novedad reciente sobre un logro importante en la investigación. El COVID-19 no puede hacerse en un laboratorio, sino que es el producto de la evolución natural. Es posible que esta sea una selección natural del virus a un huésped animal o humano. El 17 de marzo, se publicaron en la revista Nature Medicine los hallazgos de seis científicos de los Estados Unidos, el Reino Unido y Australia, entre ellos W. Ian Lipkin, un “cazador de virus” de renombre mundial y profesor de la Universidad de Columbia; Kristian Andersen, profesor adjunto de Inmunología y Microbiología en el Instituto de Investigación Scripps Research, y Robert F. Garry de la Universidad de Tulane y miembro del Comité Permanente de Enfermedades Infecciosas Emergentes y Amenazas a la Salud en el Siglo XXI. Se los considera eminencias en la comunidad científica e investigadora y, por lo tanto, se debe prestar mucha atención a sus descubrimientos en la búsqueda del origen del virus.
Sin embargo, todavía hay un largo camino por recorrer en términos de encontrar el origen del virus desde una perspectiva científica. Los logros actuales conocidos por el público siguen estando lejos de la verdadera respuesta.
A medida que la pandemia empeora, es muy importante tomar medidas científicas y decisivas para prevenir y controlar el virus con una actitud científica. Explotar el virus y la pandemia como herramientas políticas no solo no ayuda en la prevención y el control de la pandemia, sino que también es contraproducente y tendrá consecuencias más graves.
Por esta razón, muchos científicos alrededor del mundo urgieron a tratar la pandemia con una actitud científica, promover la demostración científica y fomentar la cooperación internacional. En este contexto en el que muchas de las actividades de investigación científica habituales se han visto gravemente afectadas en todo el mundo, la cooperación entre los países y sus científicos es aún más preciada.
Como se indica en la respuesta de la NASEM al pedido de la Oficina de Política Científica y Tecnológica de la Casa Blanca, la colaboración científica internacional, que ya está en marcha, es más importante que nunca para abordar estas preguntas de investigación y superar los desafíos mundiales que trajo aparejados esta pandemia.
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