Huerto de la IBERO promueve educación ambiental y la construcción del tejido social

Rossi A. G. 

· Este espacio ubicado en el Centro IBERO Meneses fortalece los lazos comunitarios entre los habitantes del Pueblo de Santa Fe

En el Centro IBERO Meneses, un espacio comunitario de desarrollo social que forma parte de la Universidad Iberoamericana, existe un huerto urbano didáctico desde hace tres años que está dedicado a la impartición de educación ambiental y a la construcción del tejido social.

La Mtra. Marina Sil Acosta, académica de la materia Taller de Servicio Social de la IBERO y quien está a cargo del huerto, platicó que en este lugar localizado en el Pueblo de Santa Fe hay hasta 60 diferentes especies de plantas que ayudan en la protección del planeta.

Un huerto urbano es un ecosistema en donde habitan gran diversidad de especies en un área delimitada, ya sea en mesas de cultivo, macetas o contenedores. De esta manera, se cultivan de forma sostenible hortalizas y plantas aromáticas para el autoconsumo, incluso, con la posibilidad de obtener excedentes para vender o intercambiar.

“Las plantas emiten oxígeno y consumen bióxido de carbono, esto representa un gran beneficio porque actualmente lo que tenemos más en la atmósfera es carbono. El huerto no es el fin, sino el medio educativo para que aprendamos una estrategia de educación ambiental para proteger el entorno”, agregó la maestra en educación ambiental.

Además, la especialista agregó que un huerto contribuye en la disminución de emisiones contaminantes al ambiente a partir de la producción de oxígeno y con el proceso de fotosíntesis.

Sil Acosta añadió que estos lugares ayudan al medio ambiente al contribuir en la reducción de exceso de desechos orgánicos, lo cuales puede utilizarse en la elaboración de composta y que, posteriormente, se convierte en abono orgánico para el huerto. Asimismo, un espacio de este tipo también apoya en la disminución de residuos inorgánicos como contenedores, los cuales pueden usarse en la construcción del huerto.

La académica explicó que tener un huerto en un ambiente social con mucha vulnerabilidad permite que las personas convivan y obtengan beneficios psicológicos y emocionales que ayudan a reestructurar del tejido social. En ese sentido, recordó que en este espacio se dan cita vecinos del pueblo de Santa Fe, quienes apoyan en la conservación de los cultivos, al tiempo que comparten sus conocimientos en torno a las propiedades de cada especie.

“Un huerto no sólo son plantas, sino un proyecto de vida que fructifica con el cuidado. Uno de los objetivos de la educación ambiental es reencantar el mundo y ver la posibilidad de vida a partir del cuidado y la evolución de las plantas”.

Agregó que la educación ambiental responde a la integralidad de los seres humanos que son biopsicosociales, emocionales y espirituales. “Esta integralidad es la que la educación ambiental quiere recuperar”, agregó la experta.

Explicó que, a través del huerto, buscan que las personas recuperen prácticas alimenticias, a través del diálogo de saberes, y se mantenga la soberanía alimentaria; así como tener acceso a alimentos nutritivos.

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