Los neumáticos también son responsables de la contaminación plástica

National Geographic

Estos productos se fabrican con caucho natural y plástico; y no se suele tomar consciencia de que contaminan nuestros océanos de forma significativa.

En 2014, el biólogo John Weinstein y sus estudiantes de posgrado se dispusieron a buscar microplásticos: los pequeños fragmentos de plástico degradado que, según descubrieron, se encuentran por todo el medio ambiente.

El equipo realizó la investigación en la facultad militar The Citadel en Charleston, Carolina del Sur, donde Weinstein da clases. Al trabajar en una ciudad costera, esperaban encontrar rastros de microplásticos muy rápidamente, ya que suelen llegar hasta el mar. Y no se equivocaron: hallaron múltiples muestras.

En muchos casos, se podía identificar la fuente de las muestras, cuando provenían de bolsas de plástico rotas, por ejemplo. Pero más de la mitad de las piezas eran negras, tubulares y microscópicas, y el origen no era obvio.

“Son alargadas, como cigarros; realmente algo extraño”, afirma Weinstein.

Para establecer una comparación, Weinstein y sus alumnos examinaron el puerto de Charleston con el propósito de estudiar objetos de plástico negro comunes, como redes de pesca. Pero no encontraron coincidencias. El gran hallazgo fueron los plásticos en forma de cigarro que encontraron en una vía fluvial justo al lado de una calle principal. Ahí se dieron cuenta de lo que tenían frente a ellos: pequeños fragmentos de neumáticos de automóvil.

“Fue una gran sorpresa. Por lo general, uno no suele encontrar lo que no está buscando”.

Sin embargo, el hallazgo quizá no fue tan impactante como parecía al principio. Los neumáticos son unos de los contaminantes plásticos más comunes de la tierra. Según un estudio de 2017 realizado por Pieter Jan Kole en la Open University de los Países Bajos, y publicado en el International Journal of Environmental Research and Public Health, los neumáticos representan aproximadamente el 10 por ciento de los desechos microplásticos que se encuentran en los océanos del mundo. Un informe de 2017 de la IUCN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) considera que el porcentaje es, más bien, del 28 por ciento.

“Los microplásticos que derivan del desgaste de los neumáticos constituyen una fuente sigilosa de contaminación del medio ambiente”, comentan Kole y sus coautores. “Pero hay poca conciencia acerca de esto y, actualmente, no existen sustitutos para los neumáticos”.

¿De qué están hechos los neumáticos?
Durante miles de años, las ruedas se fabricaban con piedra o madera, y no había necesidad de cubiertas. Más tarde, se añadió una cubierta de cuero como amortiguación, seguida de versiones de caucho macizo. Los coches se inventaron a finales del siglo XIX y las llantas neumáticas llegaron poco después.

Por aquel entonces, el caucho se obtenía principalmente de los árboles del caucho, cuyo cultivo ha provocado deforestación masiva en todo el planeta. A partir del siglo XX, el costo de los coches se redujo y se volvieron más habituales; por lo tanto, se empezó a necesitar más caucho del que había disponible. En 1909, el químico alemán Fritz Hofmann, que trabajaba en la empresa química alemana Bayer, inventó el primer caucho sintético comercial. En cuestión de un año, el material ya era parte de los neumáticos. Para 1931, la empresa química estadounidense DuPont había industrializado la fabricación del caucho sintético.

Hoy en día, los neumáticos consisten en aproximadamente un 19 por ciento de caucho natural y un 24 por ciento de caucho sintético, que es un polímero plástico. El resto está hecho de metal y otros compuestos. La producción de neumáticos sigue teniendo consecuencias medioambientales muy negativos, como la deforestación continua, los combustibles fósiles contaminantes que se utilizan para fabricar cauchos sintéticos o el proceso de ensamblaje. Para la fabricación de los neumáticos modernos se requiere de unos 32 litros de petróleo, mientras que los neumáticos de los camiones consumen 100 litros.

Pero lo que cada vez es más claro es que, a medida que se desgasta el caucho, de los neumáticos se desprenden pequeños polímeros de plástico que suelen acabar contaminando los océanos y las vías fluviales.

Según Joao Sousa, quien estudia plásticos marinos en la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, “los neumáticos son una parte preponderante del problema de los microplásticos”.

Los fabricantes de neumáticos Goodyear, Michelin y Bridgestone se pronunciaron acerca de The Tire Industry Project, un grupo de investigación que incluye 11 grandes fabricantes de neumáticos.

“No existe una definición de “microplásticos” aceptada a nivel internacional”, escribe por email Gavin Whitmore, representante de Tire Industry Project. Y añade que sus estudios “han determinado que es improbable que las partículas procedentes del desgaste de los neumáticos y las carreteras afecten negativamente a la salud humana y al medio ambiente”.

¿Cómo se desintegran?
Los patrones del dibujo de los neumáticos determinan el agarre de un vehículo en la calle, así como la conducción, la maniobra y la frenada. Pero un mejor agarre también puede equivaler a más fricción. Al conducir, la abrasión hace que se desprendan fragmentos de las ruedas.

Un informe de 2013 de Tire Steward Manitoba, en Canadá, determinó que los neumáticos para turismos y furgonetas perdían casi 1,1 kilogramos de caucho a lo largo de su vida útil (una media de 6,33 años). El estudio de Kohl revela que los estadounidenses producen el mayor desgaste de neumáticos per cápita y estima que, en total, los neumáticos de Estados Unidos producen unas 1,8 toneladas de microplásticos al año.

Según Sousa, la cantidad exacta de residuos que acaba en las aguas depende de muchos factores, como la ubicación de la calle o las condiciones del tiempo; la lluvia, por ejemplo, puede hacer que se esparzan más partículas en el medio ambiente. Sousa indica que la investigación sobre el tema es relativamente nueva, y que los cálculos serán más más precisos a medida que se realicen más estudios en el futuro. Pero teniendo en cuenta los millones de vehículos que hay en las calles todos los días, “lamentablemente, uno ya se da una idea de la cantidad de partículas de neumáticos que se despenden en el medio ambiente”.

Una vez que las partículas de los neumáticos llegan a los ríos u océanos, pueden tener efectos negativos inmediatos en la vida marina. John Weinstein, de Citadel, expuso camarones a las partículas de neumáticos en entornos de laboratorio y descubrió que los animales se comían las partículas, y estas les quedaban atascadas en las branquias. Una vez ingeridas, las partículas se acumulaban en las tripas de los camarones.

Weinstein explica: “No muere de inmediato. En verdad se trata de efectos crónicos a largo plazo que aún no se han estudiado”.

El final del camino
Lo que sí está más claro es lo que ocurre en los neumáticos cuando están muy gastados y es necesario deshacerse de ellos; el “final de la vida útil”, como se denomina en la industria de fabricación de neumáticos.

El camino que recorren los neumáticos usados es positivo en muchos sentidos. Por ejemplo, a lo largo de los años, el reciclaje de los restos de neumáticos para fabricar productos como parques infantiles, campos deportivos y materiales de construcción ha aumentado considerablemente. La USTMA (Asociación de Fabricantes de Neumáticos de Estados Unidos) afirma que la reutilización de los neumáticos ha pasado de un 11 por ciento en 1990 a un 81 por ciento en 2017.

Pero también hay algo negativo en esa cifra: incluye los denominados “combustibles derivados de neumáticos”, o la quema de neumáticos para obtener energía.

Según Reto Gieré, científico medioambiental de la University of Pennsylvania, si se queman neumáticos en instalaciones diseñadas para ese fin, puede hacerse de forma relativamente limpia y es una forma decente de obtener energía. Pero también aclara que los neumáticos contienen altos niveles de potenciales contaminantes, como zinc y cloro, que si se queman en instalaciones de combustibles mezclados o sin las medidas de seguridad correspondientes, el resultado es “desastroso”.

Los neumáticos que no se reciclan ni se queman suelen acabar en los vertederos; según un informe de la USTMA de 2018, el porcentaje es de hasta un 16 por ciento. Entre 2013 y 2017, la cantidad de neumáticos en los vertederos casi llegó a duplicarse. John Sheerin, de la USTMA, contó a la revista Recycling Today que, ante el descenso de la demanda de combustibles derivados de neumáticos, podría aumentar la cantidad de ruedas que acaban en vertederos.

¿Podemos mejorar?
El diseño del neumático no se ha modificado mucho en décadas, pero, en la actualidad, existe una mayor presión para que se fabriquen opciones más sostenibles. En 2017, por ejemplo, un equipo de investigadores dirigido por la University of Minnesota encontró una forma de producir isopreno —un ingrediente fundamental del caucho sintético— a partir de recursos naturales como la hierba, los árboles y el maíz en lugar de combustibles fósiles. El año pasado, Goodyear presentó un neumático conceptual fabricado con caucho reciclado con musgo en el centro, diseñado para absorber el dióxido de carbono a medida que el auto avanza.

Aun así, los fragmentos de estos neumáticos nuevos también podrían terminar contaminando el medio ambiente. Según el estudio de Kole, es probable que la reducción del desgaste de los neumáticos tenga consecuencias negativas en otros aspectos del rendimiento, como la resistencia a la rodadura, un sacrificio que puede resultar difícil de aceptar para los fabricantes.

“No conozco ninguna tecnología nueva que pueda abordar con éxito el desgaste de neumáticos o de las calles”, afirma Weinstein.

Pero sí cree que hay otras formas, aunque menos directas, de combatir el problema. Sugiere que podría crearse un tipo de pavimento menos abrasivo o más poroso para reducir o recoger las partículas de desgaste de los neumáticos. También cree que se podrían desarrollar mejores tecnologías de captura de partículas de neumáticos en las calles. Esto es algo que está explorando actualmente en una localidad cerca de Charleston. Sin embargo, lo que él considera más urgente es una mayor investigación y una mayor conciencia científica y pública.

“Es necesario que se realicen más estudios. No creo que mucha gente esté al tanto de este asunto en este momento”, afirma Weinstein.

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