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Un diente fosilizado del simio más grande que jamás pisó la Tierra arroja nueva luz sobre la evolución de estos primates y de los humanos.
En un sorprendente avance, los científicos obtuvieron pruebas moleculares de un molar fósil de hace dos millones de años encontrado en una cueva en China.
Y esto permitió clasificar al Gigantopithecus (un género extinto de primates hominoideos de gran tamaño) en la cadena de la evolución del linaje humano.
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La investigación, publicada este miércoles en la revista Nature, se basa en la comparación de la antigua secuencia de proteína del diente del simio extinto, que se cree era hembra, con los simios que viven en la actualidad.
El Gigantopithecus blacki (gigantopiteco) es un pariente lejano de los orangutanes, con los que comparte un ancestro común de hace unos 12 millones de años.
Debió ser un primo lejano [de orangután], en el sentido de que sus parientes vivos más cercanos son orangutanes, en comparación con otros grandes primates vivos como los gorilas, los chimpancés o nosotros”, le dijo a la BBC el investigador de la Universidad de Copenhague Frido Welker.
Welker es uno de los científicos participantes en el estudio, en el que también colaboró el Instituto de Biología Evolutiva (IBE) de Barcelona.
Avance para estudiar la evolución humana
Según el director del IBE, Tomàs Marquès-Bonet, esta es la primera evidencia molecular que hace posible clarificar la evolución del linaje humano y de los grandes simios más allá de lo que permiten las técnicas de ADN antiguo.
La posibilidad de obtener proteína esqueletal de un fósil de dos millones de años es rara, si no inédita, lo que abre la esperanza de que la ciencia se pueda remontar todavía más en el tiempo para llegar a otros ancestros primitivos, incluidos seres humanos, que vivieran en regiones más cálidas.
La técnica empleada, como explicó Marquès-Bonet, también podría ser usada para analizar otros restos antiguos que podrían desentrañar misterios de la historia evolutiva y origen de los homínidos.
Claves de la extinción
El gigantopiteco fue identificado por primera vez en 1935 por el paleontólogo Ralph von Koenigswald gracias a una única muestra dental.
Se cree que el misterioso y gigantesco simio vivió en los bosques de los actuales China, India y Vietnam desde hace dos millones de años hasta hace unos 300.000 años.
Después del descubrimiento de von Koenigswald, continuaron apareciendo dientes e incluso algunas mandíbulas fosilizadas.
Pero el estudio de la historia evolutiva no pudo avanzar por la falta de técnicas genéticas y moleculares disponibles, y por eso ha sido difícil hasta ahora descifrar la relación del animal con otras especies de grandes primates.
El simio, que se sabe que era herbívoro por los fósiles de plantas microscópicas encontrados en algunos dientes, alcanzó proporciones enormes, superiores a las de los gorilas actuales, según demuestra el análisis de los pocos restos que se han hallado.
Los científicos consideran que el gigantopiteco se extinguió cuando su entorno cambió de bosque a sabana en alguna de las glaciaciones durante el pleistoceno o era del hielo.
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