Staff/RG
- Las tradwives ensalzan roles de género tradicionales y reivindican el retorno de la mujer a la esfera doméstica
- En redes como Instagram y TikTok han encontrado el espacio digital en el que proyectar el retorno de los roles domésticos femeninos
Delantales, recetas caseras y consejos maternales y conyugales son algunos de los ingredientes del éxito de las tradwives, las esposas tradicionales en las redes sociales. En España, un ejemplo es Roro, una influencer con 2,5 millones de seguidores que resuelve todas las necesidades culinarias y diarias de su novio: desde hacerle los espaguetis caseros con pesto a la genovesa hasta encuadernarle un libro con sus propias manos. En Estados Unidos e Inglaterra, este movimiento de mujeres tradicionales, que se ha expandido al mundo digital en poco tiempo, tiene por referentes a Ayla Stewart o Estee Williams. “Los contenidos de las tradwives se enmarcan en un fenómeno global de mujeres que enaltecen los roles de género tradicionales, aquellos relacionados con las tareas de cuidados y el trabajo reproductivo y que reivindican el regreso de las mujeres a la esfera doméstica, mientras que se enaltece a los hombres como los proveedores económicos”, explica Sònia Herrera, profesora de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
Mujeres tradicionales en las redes: un fenómeno digital con trasfondo ideológico
En las redes sociales, y en concreto en Instagram, YouTube y TikTok, es donde han encontrado el espacio en el que proyectarse y mostrar un estilo de vida más próximo a la década de los años cincuenta que al siglo xxi. “Han encontrado resonancia, patrocinio y aprobación en el ecosistema digital, y utilizan esas plataformas para difundir una visión del matrimonio, de la feminidad y de la familia nuclear heteronormativa que creíamos, si no abolida, al menos sí puesta en crisis”, afirma Herrera. Según la experta, en su narrativa, además de recetas caseras elaboradas, ofrecen consejos sobre cómo ser una buena esposa y madre, y exhortan a las seguidoras a encontrar satisfacción y realización en el hecho de servir a sus parejas y en el cuidado del hogar.
Phyllis Schlafly fue una de las predecesoras de las tradwives, basado en movimientos antifeministas en la década de 1970 en Estados Unidos. Precisamente, Schlafly fue una figura destacada de la oposición a la Enmienda de igualdad de derechos (equal rights amendment, ERA), al considerar que esa ley haría desaparecer las protecciones especiales para las mujeres y derribaría la estructura familiar tradicional. Schlafly defendía que las mujeres no necesitaban igualdad de derechos, ya que estaban “amparadas” y “protegidas” dentro de la estructura familiar patriarcal.
De la igualdad a la regresión: la política que hay detrás de las tradwives
“Hoy en día, el resurgimiento de la ultraderecha global ha servido, además, de paraguas para que estas visiones retrógradas e idealizadas de la estructura social patriarcal tradicional empiecen a tener calado en países como Francia, Alemania, Polonia, Hungría, Brasil, México, Japón o Corea del Sur”, comenta Herrera. “En su dimensión ideológica, la derecha política siempre ha defendido los valores tradicionales y conservadores. Lo que ahora cambia es que con la aparición de los partidos de extrema derecha, los temas culturales e identitarios alcanzan mucha visibilidad. Estos nuevos partidos han visto una oportunidad de crecer defendiendo una vuelta a los valores tradicionales frente al crecimiento de los valores libertarios y la autoafirmación del movimiento feminista. De hecho, con el auge de los partidos de extrema derecha asistimos a un backlash, un movimiento péndulo, de respuesta, que defiende todo lo contrario”, afirma Ana Sofía Cardenal, profesora de los Estudios de Derecho y Ciencia Política de la UOC. Algunos contenidos virales, como en el caso de Ayla Stewart, una famosa tradwife, hacen llamamientos a la reproducción aria y a la dependencia económica del hombre.
“Tras un supuestamente inocuo regreso a los cuidados basado en una ‘elección libre’, lo que encontramos en los contenidos virtuales de las tradwives son discursos de odio que justifican el sometimiento de las mujeres a los hombres; vídeos supremacistas y antiinmigración, de fundamentalismo religioso, de negacionismo ante la violencia machista; o bien arengas contra los derechos de la comunidad LGTBIQ+”, advierte Herrera. Todo ello, en un ecosistema digital que ayuda a difundir y llegar a los usuarios, la mayoría jóvenes. “Los partidos de extrema derecha expanden su mensaje a través de las redes, concretamente de influencers que los jóvenes consumen. Sabemos que los jóvenes se informan sólo a través de redes sociales, y sus referentes son influencers. Éstos, cada vez hablan más de política y entonces empiezan a difundir estos mensajes, que creemos superados”, explica la politóloga. Según el Instituto Reuters (2023), el consumo de noticias en los sitios web de los medios de comunicación ha disminuido en todo el mundo (ha pasado del 32% en 2018 al 22% en 2023), en beneficio de las redes sociales (sobre todo entre los menores de 24 años). “Es un gran retroceso. Parece que este mensaje llega mucho más fácilmente a los hombres jóvenes, pero está llegando también a las mujeres jóvenes”, comenta Cardenal, también investigadora del grupo GADE.
En España, el derecho a votar por parte de las mujeres se logró en 1932 y el acceso a la universidad, en 1910. Son derechos que, poco a poco, se han ido conquistando, y las tradwives se han aprovechado de esas conquistas sociales y políticas. “La paradoja de estos movimientos de las tradwives radica precisamente en su proyección pública, puesto que, para reivindicar la regresión a un pasado heteropatriarcal, tienen una libertad de expresión y de movimiento que el feminismo les ha proporcionado”, afirma Herrera. “Si su voz se escucha como altavoz en las redes sociales es porque, antes, el feminismo consiguió que las mujeres pudieran hablar en público y cobrar por ello. Porque no debemos olvidar que, detrás de las tradwives más famosas, hay un lucrativo negocio con marcas y patrocinadores que sostienen su relato de pasteles y pañales 24/7”, concluye Herrera.