Staff/Rossi
Que la vacuna contra el Covid-19 sea aplicada prioritariamente a jóvenes, después del personal de salud, y sea obligatoria son dos cambios en el enfoque de la política pública que podrían contemplarse, opina académico del ITESO.
Si bien la estrategia del gobierno federal apunta al personal médico y a los mayores de 60 años como los grupos prioritarios para recibir la vacuna contra el Covid-19, una alternativa de política pública podría ser aplicar, prioritariamente, la vacuna a los jóvenes de entre 16 y 24 años.
Así lo considera Carlos Moreno Jaimes, académico del Departamento de Estudios Sociopolíticos y Jurídicos (Dsoj) del ITESO, quien explica que este cambio de 180 grados estaría basado en que el grupo de los jóvenes es el más dispersor del SARS-CoV-2, al ser quienes más movilidad tienen y menos precauciones toman en el contexto de la pandemia.
El también coordinador del Doctorado Internacional en Bienestar Social enfatiza que estas estrategias están dirigidas a objetivos muy distintos: la primera se alinea a lo dicho por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para reducir la mortalidad al máximo posible y la segunda apuesta por lograr la inmunidad de rebaño (que se puede alcanzar cuando 70 por ciento de la población está vacunado) en un menor tiempo. Virar el enfoque estaría justificado si en los próximos tres meses no se logra un avance significativo en la cantidad de ciudadanos vacunados.
“El plan de vacunación del gobierno federal está contemplando al 100 por ciento de la población mexicana (alrededor de 130 millones de personas) vacunado para marzo de 2022. ¿Qué tan razonable es eso? Poco, porque además son necesarias dos dosis. Estamos hablando de aplicar 260 millones de vacunas entre febrero de este año y marzo de 2022. Es un promedio de 621 mil vacunas diarias”, dice.
El académico señala que en el diseño de la política pública no se consideraron los factores logísticos, políticos e incluso sociales que pueden alterar este cronograma y que ya empiezan a causar estragos en la aplicación de la vacuna.
“El discurso dicta que todo va a marchar bien, que habrá un flujo continuo de disponibilidad de vacunas. Pero en realidad hay que lograr que los astros se alineen: en México existen tres órdenes de gobierno y en varias experiencias hemos visto que la coordinación es casi por milagro. Además, la vacuna tiene condiciones de preservación muy específicas y no se cuenta con la infraestructura necesaria para garantizar el correcto almacenamiento y distribución”.
Aunado a ello, Moreno dice que el interés político de los actores también puede influir en las decisiones que se tomen. “La politización no desaparece con una crisis, al contrario, se exacerba porque les da a los actores oportunidades para colgarse medallas, aparecer en noticias y que los electores les agradezcan en las urnas sus buenas obras en torno a la vacuna”.
Por ello insiste en que cualquiera que sea la estrategia que se elija los criterios para la aplicación deben estar libres de favoritismos e influencias. “Este es un país de los más desiguales del mundo. En el proceso de vacunación, que debiese ser transparente y equitativo, se siguen filtrando este tipo de consideraciones que entorpecen el objetivo de llegar al umbral de 70 por ciento”.
Vacuna, obligatoria
Otro cambio importante que podría tener la vacunación en México es que se vuelva obligatoria, dice Moreno. “La vacuna contra el Covid-19 tiene beneficios privados y públicos, porque al recibirla te protege y a la vez proteges a otros. El problema es que el costo es enteramente privado”.
No se trata del costo monetario, sino de toda la cadena de procesos que involucra vacunarse que va desde investigar cuándo toca el turno para vacunarse hasta ir a formarse y, por supuesto, los posibles efectos secundarios que puedan surgir.
“En este escenario el comportamiento natural es postergar. El problema es que si todos empezamos a actuar bajo esa lógica, la inmunidad de rebaño estará cada vez más lejana, no queremos pagar el costo individual pero sí disfrutar del beneficio colectivo”, dice.
Entra entonces la posibilidad de hacer obligatoria la vacuna. El académico descarta al gobierno como el ente que tenga la tarea de imponer la obligatoriedad. “Creo que lo que va a acabar pasando es que el propio mercado va a empezar a autorregularse. Así como el uso de cubrebocas es ya una etiqueta, lo mismo va a pasar con la vacuna. Vamos a ir creando mecanismos para las interacciones sociales como el hecho de que las aerolíneas te pidan certificado de vacunación para acceder al servicio. Es algo que el plan de vacunación debería reconocer y no lo vi planteado ni en el de Jalisco ni en el federal”.
Lo que sí es un hecho es que este año “vamos a tener que seguir cuidándonos tanto o más que el anterior”.
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