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América Latina y el Caribe debe afrontar los crecientes índices de hambre y desigualdad, una lucha que le traería otros beneficios como situar la región “a la vanguardia de la alimentación y la agricultura mundial”, afirmó este miércoles el director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), Qu Dongyu, en la VII Cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC)*.
En respuesta a las múltiples crisis globales que asolan al planeta, Qu afirmó que “las instituciones multilaterales tienen que innovar”. El máximo responsable de la FAO firmó durante el encuentro varias cartas de intenciones para llevar a cabo proyectos ligados a la región.
Qu también destacó que la integración promovida por CELAC será una pieza clave para avanzar en las áreas prioritarias de trabajo en la región como:
-Ampliar el suministro de alimentos en el Caribe, donde las dietas sanas son caras
-Invertir en infraestructuras hídricas e iniciativas de producción de alimentos en Centroamérica, donde las sequías y la emigración son tendencias persistentes
-Mejorar el intercambio de alimentos entre los países de la región andina
-Fomentar un amplio programa regional de infraestructuras para la producción, almacenamiento y transporte de alimentos que facilite el comercio y las exportaciones intrarregionales.
Aunque entendió como “natural” priorizar la protección de las economías nacionales, destacó la necesidad de comprender que “estamos todos juntos en este pequeño planeta” y que “las medidas que se toman en un país afectan a todos los demás”, afirmó recordando la importancia de la colaboración internacional durante la pandemia del COVID-19.
En su discurso inaugural, el presidente de Argentina, Alberto Fernández, apeló a la unidad regional y recordó que América Latina es “el continente más desigual del mundo”, por lo que pidió “emprender un proceso que nos lleve a la igualdad”.
Hay que evitar retroceder una década en la reducción de la pobreza y el hambre
La región fue una de las que obtuvo mejores resultados en términos de reducción del hambre y la pobreza en la última década hasta el año 2015. Sin embargo, pese a ser la mayor exportadora neta de alimentos del mundo, entre 2019 y 2021 vio aumentar en un 30% el número de personas que padecen hambre, hasta alcanzar los 56,5 millones.
Esta situación podría representar un retroceso de una década o más en el esfuerzo para reducir la pobreza y el hambre en la región, y obstaculizar los esfuerzos para reducir las desigualdades tal y como se establece en el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 10, aseguró Qu Dongyu.
El máximo responsable de la FAO llamó a emprender urgentemente una acción colectiva que sirva para enfocarse en las consecuencias sociales y económicas de la pandemia, en el aumento de la inseguridad alimentaria y en el incremento de los precios de los alimentos básicos, así como en la persistencia de la pobreza y el aumento de las desigualdades que afecta especialmente a las poblaciones rurales, las mujeres, los jóvenes y los más vulnerables.
“La mejor manera de hacerlo, a nivel regional y mundial, es transformar los sistemas agroalimentarios para hacerlos más eficientes, más inclusivos, más resilientes y sostenibles”, afirmó.
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