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“Intentaba llegar a las Islas Turcas y Caicos, pero mi barco volcó en el mar. Si tuviera posibilidades de montar mi propio negocio, me quedaría en Haití”.
La historia de Jacques*, un padre de familia de 32 años de Limonade, en la costa norte de Haití, es bastante representativa del creciente número de personas que intentan salir del país caribeño de forma no oficial y sin la documentación adecuada.
Muchos viajan en embarcaciones sobrecargadas y no aptas para la navegación con la esperanza de llegar a países vecinos como las Islas Turcas y Caicos y las Bahamas. Desde allí, algunos intentan seguir su camino hacia Estados Unidos.
Aumenta la tendencia migratoria
Resulta difícil calcular con precisión el número de personas que están saliendo de Haití; sin embargo, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) de las Naciones Unidas señala que la Guardia Costera interceptó al menos 224 migrantes en el mar en 2020 y 605, en 2021.
En octubre de 2021, fueron repatriados a Haití unos 1194 migrantes, en su mayoría hombres, que intentaban llegar a Miami, en el estado norteamericano de Florida. Habían conseguido llegar a tierra tras quedarse sin combustible y tener problemas con el motor de la embarcación ya en el sur de Cuba, donde fueron detenidos por las autoridades.
“Un número cada vez mayor de migrantes de Haití emprenden el arriesgado viaje por mar con el anhelo de llegar a otro país”, según apunta la responsable de proyectos de la OIM para la asistencia a los migrantes, Claire Gaulin, en vísperas del Día Internacional del Migrante, que se celebra el 18 de diciembre.
“Están motivados por distintos factores, como la inseguridad, la falta de trabajo y de oportunidades en su país. En algunos casos, la gente se ha ido porque sus propiedades o sus medios de subsistencia quedaron destruidos tras el terremoto que afectó al suroeste del país en agosto. Todos tienen algo en común”, añade. “Buscan un futuro mejor para ellos y su familia”.
La pérdida de vidas es frecuente
El objetivo de la Organización Internacional para las Migraciones no es impedir que los migrantes huyan de Haití en barco o por otros medios, sino promover una migración segura, ordenada y —lo que se conoce como— regular, para aquellos que decidan marcharse.
Los migrantes que son interceptados en el mar o que son repatriados desde otros países son los más afortunados. Muchos no sobreviven al viaje; la agencia indica que “la pérdida de vidas de los pasajeros a bordo es frecuente”.
Los migrantes que viajan por mar, en lugar de en avión, suelen ser personas vulnerables procedentes de zonas rurales. A menudo, tienen que vender sus posesiones o pedir dinero prestado a usureros con elevadas tasas de reembolso para pagar el coste de la travesía, que ronda entre los 350 y 700 dólares según el tipo de embarcación y el destino, pero puede llegar incluso a los 5000 o 7000 dólares.
El retorno a Haití
Una vez que han sido deportados a Haití, la agencia de la ONU, con el apoyo de sus socios, ofrece a los migrantes una serie de servicios para facilitar su regreso al su país tras el desafortunado viaje. Los migrantes reciben alimentos y agua a su llegada y disponen de asistencia médica, psicológica y jurídica. También reciben una pequeña cantidad de dinero para cubrir el viaje seguro de retorno a casa y disponen de una línea telefónica directa de la OIM por si necesitan información.
Muchos migrantes no son conscientes de los verdaderos riesgos a los que se enfrentan cuando deciden embarcarse en esas travesías marítimas, por lo que la agencia de la ONU se centra en sensibilizar a los que están pensando en emigrar.
En Balan y otros puntos clave de salida de embarcaciones, la OIM ha creado murales con citas de migrantes que advierten de los peligros.
Muchos de los haitianos que migran afirman no tener la intención de abandonar Haití para siempre, sino volver cuando hayan podido ahorrar dinero o enviarlo a casa como remesas para mejorar las condiciones de vida de sus familias.
“Para evitar que los migrantes pongan en peligro sus vidas, es fundamental proporcionarles oportunidades de trabajo en Haití y garantizar la mejora de las condiciones de vida y el acceso a los servicios básicos”, resalta Gaulin.
Las agencias de las Naciones Unidas en Haití trabajan junto a la Organización Internacional para las Migraciones para ofrecer un conjunto de servicios, como educación, sanidad y protección social, además de crear los puestos de trabajo decentes que animen a las personas a permanecer en el país.
De regreso en Limonade, Jacques todavía está recuperándose de su intento fallido de migrar en enero. No puede dormir por la noche debido a una lesión que sufrió cuando la embarcación volcó, y prefiere gastar el dinero que recibió de la ONU en enviar a su hijo a la escuela en lugar de tratarse el traumatismo, lamentando que si tuviera mejor salud “podría salir a la búsqueda de nuevas oportunidades y rehacer mi vida”.
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