Independencia: A 200 años del 27 de septiembre de 1821

Staff/Rossi

La Dra. Cristina Torales, historiadora de la IBERO, nos invita a reflexionar sobre el esfuerzo inédito e invaluable de este evento nacional

En septiembre, hace doscientos años, la Ciudad de México fue el escenario en el que, en consenso, los representantes de la compleja y heterogénea sociedad proclamaron su independencia de la monarquía española, la más poderosa de Occidente en varios aspectos.

Conmemorar la consumación de nuestra Independencia nos invita a reflexionar sobre lo que significó un esfuerzo inédito e invaluable de concertación en nuestra historia. Los miembros de la Junta Soberana promovida por Agustín de Iturbide, joven criollo, nacido en el obispado de Michoacán el 27 de septiembre de 1783, después de la entrada triunfal a la Ciudad de México del Ejército de las Tres Garantías (religión, unión e independencia), convinieron el 28 de septiembre lo expresado en el “Acta de Independencia del Imperio Mexicano pronunciada por su Junta Soberana congregada en la capital de él en 28 de septiembre de 1821”.

Acta de Independencia de México. Aunque la consumación de la misma se dio el 27 de septiembre, la firma en papel se registró un día después.

Esta Junta Soberana estuvo integrada por el propio Iturbide y por representantes de la monarquía (Juan de O´Donojú); del gobierno de la Ciudad; la jerarquía eclesiástica (los obispos de las diócesis); de la Real Audiencia de México (abogados y oidores); por altos mandos del Ejército, por el rector de la Real y Pontificia Universidad, símbolo de la comunidad de letrados; los comerciantes representantes de los consulados de México y de Veracruz; mineros asociados al Tribunal de Minería, terratenientes que velaban por el agro mexicano, los curas de las principales parroquias de la Ciudad y el más distinguido predicador. Las firmas de estos últimos, manifiestan el interés en hacer presentes los intereses de los feligreses, tanto de los naturales de los barrios como de los vecinos mestizos, criollos y europeos.

Es aún asignatura pendiente para los historiadores y los mexicanos en general estudiar y dar a conocer las trayectorias de los integrantes de esa Junta Soberana. Cada uno de ellos demanda un estudio prosopográfico riguroso que nos permita apreciar hoy en día la sólida formación y los valores de los líderes de nuestro país hace doscientos años. Podríamos identificar entre ellos los retos de una sociedad inmersa en el humanismo cristiano que impulsó la educación y el cultivo de las ciencias y artes útiles acordes con la Ilustración, por ‘amor patrio’, con el propósito de lograr la ‘felicidad de la humanidad entera’. Afirmaciones como éstas se generalizaron a fines del siglo XVIII en todos los territorios que conformaban la monarquía española.

Para superar las visiones maniqueas que hemos heredado relativas a la consumación de Independencia, podríamos sugerir, desde el oficio de la historia, que las generaciones contemporáneas configuren su propia interpretación de lo sucedido a partir de la lectura de los muy diversos vestigios que se preservan sobre el antes y el después del 27 de septiembre de 1821. Con una aguda mirada, con actitud crítica y con creatividad, es posible realizar lecturas varias a las numerosas representaciones plásticas del ingreso del Ejército de las Tres Garantías a la Ciudad de México, a las actas de las sesiones del Ayuntamiento de México en las que se dejó constancia de los preparativos y del protocolo del acto solemne en que Iturbide habría de recibir las llaves de la Ciudad, a la Gaceta del Gobierno de México en la que se describió el suceso y las actividades lúdicas que siguieron a él, etc.

En el ánimo de invitar a los lectores a interiorizarse en la mentalidad y en los propósitos de Iturbide a través de los vestigios escritos que aún conservamos en nuestros archivos, ofrezco aquí los fragmentos de dos cartas que escribió al virrey Juan Ruiz de Apodaca unos meses antes del ingreso del triunfante Ejército Trigarante, y unas frases de las palabras que dirigió a la población el 27 de septiembre y que fueron publicadas el 29 del mismo mes en la Gaceta del Gobierno de México. Estas breves líneas nos aproximan más a la personalidad del líder de la consumación de la Independencia que las muy repetidas frases del discurso de la historia oficial que arribamos en el siglo XX.

El 24 de febrero de 1824, Iturbide escribió en Iguala su primera misiva al virrey, con la que le envió el Plan de Independencia de la América Septentrional, invitándole a presidirlo:

“Yo no soy europeo ni americano; soy cristiano, soy hombre, soy partidario de la razón. Conozco el tamaño de los males que nos amenazan. Me persuado que no hay otro medio de evitarlos, que el que he propuesto a V.E. y veo con sobresalto que en sus superiores manos está la pluma que debe escribir: religión, paz y felicidad, o confusión, sangre y desolación para la América Septentrional[1]”.

El virrey regresó el sobre sin abrirlo y calificó el Plan de ‘anticonstitucional’. Dos meses después, Iturbide hizo un intento más de sumar al virrey al Plan y e inició su segunda carta en la ciudad de León, el 28 de abril, de la siguiente manera:

“Exmo. Sor. Penetrado de un vivo sentimiento, he visto que mis sanas ideas de Independencia y felicidad de estos países no se han infundido en el corazón de VE, por el contrario, denigrando mis planes a la faz del mundo; llama hipocresía a mis sentimientos religiosos, ambición a mi desinterés, ingratitud a mi patriotismo y sedición a mi filantropía; ¡Qué dolor, Sor. Exmo., que no pueda V.E. contestar a la razón con razones, sino con sarcasmos y dicterios! Buena dicha es por cierto tener que combatir de tan raro modo a la verdad y a la justicia despreciandola mas por sostener un partido marcado por todas sus fases con el sello de la iniquidad”.

Habiéndose celebrado el ingreso de Iturbide presidiendo al Ejército de las Tres Garantías, la prensa difundió el día 29 de septiembre las palabras que éste dirigió a los vecinos de la independizada nación[2]:

MEXICANOS. Ya estáis en el caso de saludar a la: Patria independiente como os anuncié en Iguala: ya recorrí el inmenso espacio que hay desde la esclavitud a la libertad y toqué los diversos resortes para que todo Americano enseñase su opinión escondida, porque en unos se disipó el temor que los contenía, en otros se moderó la malicia de sus juicios, y en todos se consolidaron las ideas, y ya me veis en la Capital del: Imperio más opulento, sin dejar atrás, ni arroyos de sangre, ni campos talados, ni viudas desconsoladas, ni desgraciados hijos, que llenen de execraciones al asesino de su padre; por el contrario, recorridas quedan las principales provincias de este Reino, y todas uniformadas en la celebridad, han dirigido al Ejército Trigarante vivas expresivos, y al cielo votos de gratitud: estas demostraciones daban á mi alma un placer inefable, y compensaban con demasía los afanes, las privaciones y la desnudez de los soldados, siempre alegres, constantes y valientes: ya sabéis el modo de ser libres, á vosotros toca señalar el de ser felices[…]

A manera de homenaje y para sumarnos a la conmemoración del bicentenario de nuestra Independencia, ¿por qué no?, convendría que todo mexicano hiciera una lectura cuidadosa del Acta de Independencia, y se pregunte al menos quiénes fueron los que firmaron ese preciado documento que marca el origen del México independiente.

Aquí concluimos estas líneas con la sola mención de sus nombres y proponemos al lector el reto de investigar sus trayectorias, que le ofrecerán luz para la comprensión del contexto cultural de cara a la Ilustración, que a nuestros ancestros les llevó a proponer la construcción de la nación independiente:

Agustín de Iturbide

Antonio Joaquín Pérez

Juan O´Donojú

Manuel de la Bárcena

Matías de Monteagudo

José Yáñez

Juan Francisco de Azcárate

JuanJosé Espinosa de los Monteros

José María Fagoaga

José Miguel Guridi y Alcocer

Miguel Cervantes y Velasco

Manuel de Heras y Soto

Juan Bautista Lobo

Francisco Manuel Sánchez de Tagle

Antonio Gama y Córdoba

José Manuel Sartorio

Manuel Velázquez de León

Manuel Montes Argüelles

Manuel de la Sota Riva

José Mariano Sardaneta

José Ignacio García Illueca

José María de Bustamante

José María Cervantes y Velasco

Juan Cervantes y Padilla

José Manuel Velázquez de la Cadena

Juan de Orbegoso

Nicolás Campero

Pedro José Romero de Terreros

José María de Echevers y Valdivieso

Manuel Martínez Mansilla

Juan Bautista Raz y Guzmán

José María de Jáuregui

José Rafael Suárez Pereda

Anastasio Bustamante

Isidro Ignacio de Icaza[4].

José Joaquín Pesado, El libertador de México D. Agustín de Iturbide. México, 1872. Cit. P. Justo Garate Arriola y José Ignacio Tellechea Idigoras. El Colegio de las Vizcaínas de México y el Real Seminario de Vergara. Vitoria Gasteiz, Gobierno Vasco, 1992.

Gaceta del Gobierno de México, sábado 29 de septiembre de 1821.Tomo XII, N. 121, pp. 1019-20

Juan O´Donoju no pudo ya firmar el acta preparada y dada a conocer el 6 de octubre por el secretario de la Junta, Espinoza de los Monteros. Estaba gravemente enfermo y dos días después falleció a causa de una pleuresía fulminante.

Rosaura Álvarez Malo, defendió su tesis doctoral dedicada a Isidro Ignacio de Icaza en la Universidad Iberoamericana, Ciudad de México y ha sido publicada recientemente. Isidro Ignacio de Icaza. Un firmante del Acta de Independencia. México, Bonilla Artiga editores, 2019.

La Dra. María Cristina Torales Pacheco es académica emérita del Departamento de Historia de la Universidad Iberoamericana

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