‘Aerobics cerebrales’ podrían ralentizar impacto de la demencia: especialista

Staff/Rossi

  • El aprendizaje permanente crea una reserva cognitiva útil por si se llega a desarrollar demencia, señala egresada de la IBERO, tutora en envejecimiento y demencia
  • Además, podría aminorar los daños de este trastorno neurocognitivo

Los aerobics cerebrales, basados en terapias cognitivas, podrían ralentizar el impacto de la demencia y detener sus daños, señaló la licenciada Marcela Vázquez-Mellado Cervantes, tutora en envejecimiento y demencia, y egresada de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México.

Ahora que estudios recientes han encontrado que algunas personas entre los 30 y 50 años de edad que padecieron COVID-19 pueden estar desarrollando demencia, es más importante que nunca que todas/os, hayan presentado o no síntomas de demencia o enfermado de coronavirus, procuren desarrollar su propia reserva cognitiva que, si bien no restablecerá su salud cognitiva al 100%, sí detendrá el daño que provoca la demencia y ralentizará su proceso de evolución.

Y tal como sucede con el ejercicio, que no por únicamente subir escaleras alguien se convierte en deportista de alto rendimiento, hacer aerobics cerebrales no consiste en armar rompecabezas, resolver sudokus o sopas de letras, sino más bien se trata de aprender constantemente cosas nuevas, como a tocar un instrumento o a hablar otro idioma, puntualizó Vázquez-Mellado.

Pero no sólo los aprendizajes nuevos aumentan la reserva cognitiva, pues este incremento también sucede cuando se hacen cosas tan sencillas como leer en voz alta, contar al revés o hacer operaciones mentales, el mayor tiempo posible, y en lo que “durante todo el día podemos esforzarnos”, añadió la terapeuta no farmacológica de programas de desarrollo cognitivo para personas mayores sanas y con diagnóstico de demencia.

Ya que toda la gente es susceptible a desarrollar demencia -aunque no hayan enfermado de COVID-19-, la egresada de la IBERO, universidad jesuita de la Ciudad de México, indicó cuáles son los síntomas de este trastorno neurocognitivo que, aclaró, debe ser diagnosticado por un médico neurólogo con base en los resultados de estudios de resonancia magnética -de imagenología en general-.

La licenciada mencionó que hay cinco grandes grupos de síntomas de la demencia: dificultades para llevar a cabo tareas de la vida diaria (como cepillarse los dientes y olvidar enjuagarse la boca), confusión en entornos familiares (por ejemplo, creer, aunque sea momentáneamente, que un cuñado es un hermano), dificultades con las palabras y los números (que el despachador de la gasolinera cobre 48 pesos por un aditivo y uno piense que son 84), pérdidas de memoria concretas, y cambios de humor y comportamiento.

Debido a que son muchas las funciones cognitivas, de esos cinco grupos de síntomas se desdoblan otros 18, en dos grupos de nueve. Primer grupo: desorientación en el tiempo y en el espacio (entrar al supermercado al que se ha ido toda la vida y de repente no saber dónde están las cajas o la salida), problemas de vocabulario en el lenguaje oral y escrito (olvidar el nombre de las palabras, aunque después se les recuerde), dificultades para resolver problemas del día a día (intentar trocear la fruta con la herramienta incorrecta, como un destapador o sacacorchos).

No poder comprender imágenes visuales (no saber distinguir en un restaurante las imágenes que indican el baño de hombres y el baño de mujeres), pérdidas de la memoria que dificultan la vida cotidiana (olvidar cómo se pone la lavadora), dejar objetos fuera de su lugar (meterse a la cama con zapatos o pantuflas) disminución del buen juicio para la toma de decisiones (intentar surtir la carne o el pollo en la tienda de conveniencia bajo la lógica de ver refrigeradores, incluso llegar a discutir el punto), cambios en el humor y la personalidad (estar muy triste o enfadado y al momento cambiar de humor) y apatía o flojera.

El segundo grupo tiene como síntomas aquellos “pequeños detalles que debemos registrar”: olvidar recurrentemente nombres de personas o números telefónicos, tener con frecuencia movimientos imprecisos (tropezar con los propios pies o machucarse los dedos con los cajones), dificultad para resolver operaciones aritméticas sencillas (como convertir dólares a pesos).

Estar asustado (sentir un susto repentino cuando se escucha la licuadora), problemas de atención y desorientación, dificultad para comunicarse (tartamudear, sin ser tartamudo), tener la mirada perdida, presentar eventos de desinhibición físicos o de lenguaje (despreocupación por el recato) y perderse momentáneamente en algún sitio (no reconocer el camino o el tiempo, tipo jet lag, pero sin haber viajado).

Como son diversos los síntomas de la demencia, “es muy importante observarnos y pedir a las personas que viven y conviven con nosotros que nos ayuden, para que nos observemos mutuamente”, comentó finalmente Vázquez-Mellado Cervantes, quien por medio de su organización ‘Jubilare 2030’, ayuda a las personas a crear su propia reserva cognitiva, al desarrollar junto con ellas programas de actividades para una vejez sana y con demencia.

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