Staff/Rossi
- La Dra. Gabriela Lee, arquitecta de la IBERO, impartió la conferencia ‘El Paisaje Urbano Histórico: una herramienta para la gestión integral de la ciudad heredada’
En México no se tienen aún todas las herramientas legales para proteger debidamente al patrimonio urbano, el cual se encuentra en un estado de vulnerabilidad, al estar sujeta esta clasificación a cambios y transformaciones, dijo la doctora Gabriela Lee Alardín, académica del Departamento de Arquitectura, Urbanismo e Ingeniería Civil de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México.
En su conferencia El Paisaje Urbano Histórico: una herramienta para la gestión integral de la ciudad heredada. Algunas consideraciones para lograr entornos habitables y sustentables en México, convocada por la Maestría en Proyectos para el Desarrollo Urbano, mencionó que, por ejemplo, en la Ciudad de México no siempre se ha logrado detener o revertir el deterioro de ciertas áreas de conservación patrimonial.
Lo anterior, debido a que hay vacíos legales y un marco normativo insuficiente para asegurar su conservación y una adecuada integración a su entorno. Por ejemplo, nunca se elaboró el reglamento de la Ley de Salvaguarda del Patrimonio Urbanístico Arquitectónico del Distrito Federal del 2000, hoy abrogada; y en la Ley de Patrimonio Cultural, Natural y Biocultural de la Ciudad de México del 2020 se tienen pendientes su reglamento, la instalación de su comisión y la integración de normas y categorías preexistentes.
La arquitecta reconoció que las ciudades son entornos que cambian a lo largo del tiempo; sin embargo, ciertas transformaciones urbanas le han llamado la atención, como fue el caso de la peatonalización del Corredor Madero en el Centro Histórico, que cambió por completo el paisaje comercial de esta calle que tiene una historia muy antigua y que agrupaba ciertos cafés, restaurantes y librerías emblemáticos de la zona, que representaban parte de su identidad y que fueron reemplazados por franquicias, algunas de empresas transnacionales.
Pérdidas así se podrían evitar con un enfoque de ‘paisaje urbano histórico’, que dentro de los valores que asigna al inventario de bienes patrimoniales considera al valor histórico o identitario. “Si se hubiera considerado que ese tipo de cafés, restaurantes y librerías era importante que permanecieran en el Centro Histórico se hubieran podido instrumentar ciertos mecanismos para que no fueran expulsados por motivos económicos, básicamente porque no pudieron pagar las rentas, que se incrementaron bastante después de ese proyecto de transformación urbana”.
Paisaje urbano histórico
Lee explicó que ‘paisaje urbano histórico’ es un concepto que propuso la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) para tratar de estudiar el patrimonio cultural y natural que contienen los entornos urbanos. Utilizando este enfoque se pueden analizar las intervenciones y evolución de los asentamientos humanos que han ocurrido a lo largo del tiempo en un territorio.
Con esta perspectiva se pueden analizar, entre otras cosas, la traza de la ciudad, los monumentos y edificios emblemáticos, y también cómo está organizado el sistema de espacios públicos. “Es una herramienta que permite abordar el estudio de la ciudad y del patrimonio urbano desde una perspectiva amplia, compleja e integral”.
Pero lo más interesante de la noción de ‘paisaje urbano histórico’, destacó la doctora, es que propone que el valor que se otorga a determinados elementos de las ciudades provenga no sólo de especialistas en materia de conservación, historiadores o técnicos en materia de planeación y desarrollo urbano, sino también de las y los ciudadanos que están vinculados con el sitio que se está analizando; como residentes, personas que trabajan ahí, visitantes o residentes de corta estancia.
Todos estos actores pueden construir de manera participativa un inventario de lo que consideran puede tener un valor patrimonial, para procurar su conservación. Así que, “esta herramienta del paisaje urbano histórico lo que pone en la mesa es la necesidad de establecer un diálogo y lograr construir consensos acerca de cuáles son los límites para gestionar la transformación de un entorno con valor histórico”.
En ese inventario, en el que pueden caber edificios, monumentos, vistas, actividades económicas, etcétera, hay que ordenar los elementos que integran esta lista, jerarquizándolos a partir de asignarles un valor -histórico, estético o ambiental- que se les dé a partir de responder por qué determinado edificio o actividad es importante para tal territorio.
La finalidad de este inventario, que se construye de manera consensuada, es permitir determinar qué es necesario conservar, y al mismo tiempo, visualizar de qué se puede eventualmente prescindir o a qué elementos se les podría asignar una nueva función o un nuevo uso.
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