Universitat Oberta de Catalunya
Según expertos, el bullying puede provocar cambios en el cerebro y predisposición a sufrir enfermedades mentales.
Un 55% de los alumnos ha sufrido alguna vez ciberacoso escolar y un 30%, acoso escolar en América Latina, según un estudio un informe de la UNESCO.«La realidad es que en todos los centros educativos hay personas que sufren por el acoso presencial o tecnológico provocado por sus iguales», explica Eulàlia Hernández, doctora en Psicología y profesora del máster universitario de Psicología Infantil y Juvenil de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). «Este tipo de acoso puede tener consecuencias muy negativas para el desarrollo psicológico y relacional si el maltrato se mantiene de forma sostenida, tanto para las víctimas como para los agresores», añade Adrián Montesano, también doctor en Psicología y profesor del mismo máster.
El perfil de quien comete acoso escolar suele ser el de un joven que tiene un déficit importante a la hora de identificar y gestionar las emociones, tanto propias como externas. En muchos casos, estos acosadores han sido víctimas de otras situaciones de abuso. El del
ciberacoso, se caracteriza porque empieza a usar internet antes de lo que es habitual sin ninguna mediación de sus padres, tiene un control alto y vive rigidez familiar en los demás aspectos y, finalmente, tiene un autoconcepto emocional bajo.
En cuanto al perfil del observador del acoso, que tiene un papel clave en la dinámica de la victimización, puede ser el de alguien que apoye este acoso, que lo acepte sin intervenir o que defienda a la víctima. Ante esta situación, la reacción de los padres también es diversa. Según un estudio de Educo, al 11% de los padres con hijos acosadores les costaría admitirlo o bien quitarían importancia al problema; un 56% hablarían de ello con los hijos, y el 63% consideran que es la escuela la que tiene que resolver este tipo de casos.
Consecuencias del bullying en la salud mental
Las consecuencias del acoso bullying no son sólo psicológicas, también físicas. Un estudio reciente llevado a cabo en el King’s College de Londres, en el Reino Unido, ha descubierto que una exposición continua al acoso durante la adolescencia puede provocar cambios físicos en el cerebro y aumentar la probabilidad de sufrir una enfermedad mental. «Está demostrado que el entorno y el ambiente influyen en nuestro sistema nervioso y en el desarrollo de nuestro cerebro», apunta María José Acebes, neuropsicóloga y profesora colaboradora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC.
Las situaciones de abuso y maltrato, «y en el acoso escolar se dan ambas», explica Acebes, «generan una disminución del volumen del cuerpo calloso, una estructura que conecta los hemisferios cerebrales fundamental para el funcionamiento adecuado del cerebro».
Además, también puede provocar una alteración en la corteza prefrontal, que afecta a la facultad de resolución de problemas y a la habilidad para gestionar emociones. «Y, si no hay un tratamiento y un apoyo adecuados, se ha comprobado que los niños que sufren acoso pueden tener más posibilidades de padecer problemas de salud mental, como depresión y ansiedad, predisposición a autolesionarse, trastornos postraumáticos y miedos patológicos asociados al desarrollo y la conexión entre el hipotálamo y el hipocampo, relacionados con respuestas cardiovasculares ante estímulos de peligro, así como con el condicionamiento al miedo», advierte la neuropsicóloga.
«Por suerte», explica Acebes, «a esta edad el sistema nervioso es muy plástico y se puede modular.
El cerebro está en desarrollo hasta la edad adulta, por lo que es posible desaprender lo aprendido».
A los 19 años la corteza prefrontal, más ligada a capacidades intelectuales, como la facultad de razonamiento o la regulación de los impulsos o las emociones, no está del todo madura, «de modo que todavía se encuentra en fase de desarrollo y con capacidad de moldearse», asegura.