PRNewswire
Oyantai Ricardo Vega, Iliana Santisteban y Cristina Pérez son tres profesionales cubanos de la enfermería que trabajan directamente atendiendo a pacientes contagiados con el coronavirus COVID-19.
Oyantai Ricardo Vega es un enfermero de 23 años que hasta hace pocos días no podía ver a su esposa embarazada porque así lo exigen los protocolos médicos. Luego de participar desde el principio en el trabajo de rastreo de los pacientes diagnosticados en Cuba con coronavirus, debió permanecer varias semanas en “cuarentena” o aislamiento social, para descartar cualquier posibilidad de contagio.
Como cualquier ser humano, Oyantai tuvo miedo, pensó en el bebé que está por nacer y dedicó no se sabe cuántos pensamientos a su esposa desde los laboratorios clínicos del hospital del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK).
Una de las cosas que nos daba fuerza para seguir adelante era nuestra propia actitud positiva.
Pero a la hora de la verdad, cuando le pidieron integrar el primer grupo de enfermeros que enfrentaría al coronavirus COVID 19, respondió para sí mismo y para los demás: “Mi esposa me necesita, pero ella también es enfermera, incluso trabajó un tiempo en el IPK, y sabe que este es el papel de nosotros. Cuando me preguntó si tenía que irme y quedarme en el hospital, le dije ´sí, tengo que hacerlo, porque es mi deber, y si tú estuvieras en mi lugar, lo hubieras hecho´.”
Oyantai explica el camino mental que debió recorrer como parte de su trabajo: “Para atender a los pacientes había que ponerse en su lugar, muchos tenían miedo, tenían dudas, curiosidades; intentábamos responder sus preguntas, pero se trataba de algo que, incluso para nosotros, resultaba nuevo. Nos correspondió educar a quienes estaban allí ingresados, que no siempre entendían el valor del aislamiento, sobre todo al inicio. Luego comenzaron a interiorizar mejor lo que sucedía y a apoyar cada vez más.”
“Una de las cosas que nos daba fuerza para seguir adelante era nuestra propia actitud positiva”, continúa Oyantai.
“Pudimos convencernos de que nosotros teníamos el coraje para enfrentar la pandemia y que lo único que debíamos hacer para estar bien era cuidarnos mucho. Por eso nos cuidamos nosotros y entre nosotros. No queríamos que hubiese ningún error en el equipo de trabajo, ni ningún incidente que lamentar.”
Veinte años no es nada
Iliana Santisteban y Cristina Pérez tienen una experiencia de más de tres décadas en la profesión de la enfermería. “Si el argentino Carlos Gardel creía que 20 años no eran nada, le sumas diez más y te crees casi a punto de saberlo todo”, bromean.
Has visto tantas enfermedades pasar por delante de ti, que nada te desafía. Nada, excepto un virus nuevo.
Y añaden más en serio: “Estás más cerca de la meta de la jubilación que del punto de partida. Has visto tantas enfermedades pasar por delante de ti, que nada te desafía. Nada, excepto un virus nuevo que emergió en las noticias desde la lejana Wuhan, China, y resulta que ya ha contagiado a más de un millón de personas en el mundo y matado a casi 63.000”.
“A pesar de llevar 38 años como enfermera, y 34 en el IPK, para mí ha sido un gran reto. Soy jefa de la Sala de Vigilancia Epidemiológica y enseguida estuve involucrada con la vigilancia de la enfermedad. Luego me tocó recibir los primeros casos confirmados. Yo nunca pensé enfrentarme a algo como esto; ya habíamos pasado por varias epidemias, como la de cólera, la de dengue y otras más, pero esta vez todo es nuevo. Al principio sentí un poco de tensión, pero no miedo, y cada día traté de enseñar a mis colegas lo que he aprendido”, señala Cristina Pérez.
Cuando sus familias conocieron el desafío que les correspondía afrontar esta vez, la preocupación y el miedo fueron inevitables.
“Mi mamá pensaba que yo estaba enferma, al igual que mi hijo. Él le decía a mi esposo: yo creo que mi mamá está enferma, yo creo que mi mamá tiene algo. Hasta que al final fue a verme a la puerta del hospital, me hizo pasar algunas pertenencias y, una vez que nos empezamos a comunicar regularmente, comenzó a sentirse más tranquilo. Luego me envió una notica donde me decía que yo era una mujer muy fuerte y que iba a superar esta prueba”, recuerda.
“Se trata de una epidemia sin precedentes”, añade Iliana Santisteban, la otra veterana del grupo. “Yo acumulo 30 años de trabajo y jamás había estado en una situación con estas características; trabajamos en una institución de enfermedades infecciosas y todo lo infeccioso que aparece en el país empieza a estudiarse y tratarse en el IPK. Estamos adiestrados para lo que venga, y eso hacemos ahora: enfrentar una nueva enfermedad. Eso sí: tenemos que cumplir con las medidas de seguridad, que ya se han reiterado. Todo el mundo tiene miedo de acercarse a la muerte, pero para eso estamos las enfermeras y los enfermeros, y estaremos hasta que haga falta.”
“El trabajo se está haciendo bien y lo que le corresponde a la población es ayudar. Si todo el mundo se queda en casa y aislamos este virus lo más posible, nuestra labor se reduce un poco. Lo que atañe hacer al personal de salud es muy agotador”, subraya Ileana.
Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí
Iliana Santisteban, Cristina Pérez y Oyantai Ricardo Vega, forman parte del personal de salud del IPK que atendió a las primeras personas confirmadas con COVID-19 en Cuba.
El Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí es la máxima autoridad cubana en Microbiología, Parasitología, Medicina Tropical y Clínica y Epidemiología de Enfermedades Transmisibles. Fundado en 1937, este centro acumula una extensa experiencia en la investigación científica y la innovación para la prevención, control y eliminación de enfermedades infecciosas. Asimismo, garantiza servicios especializados y de tecnología avanzada para la vigilancia epidemiológica, el diagnóstico y la atención médica, con vistas a mejorar la calidad de vida de la población cubana y de la comunidad internacional.
El IPK tiene una larga trayectoria de colaboración con la Organización Panamericana de la Salud, consolidada con la aprobación de varios centros colaboradores desde 1990, de los cuales se mantienen vigentes dos: uno para estudio y control del dengue y otro para la eliminación de la tuberculosis. La alta calificación de su colectivo sanitario y científico, unido a los numerosos resultados alcanzados a partir de su labor, avalan todo este reconocimiento y el liderazgo que le ha correspondido desempeñar en la batalla de Cuba contra el nuevo coronavirus.
Hoy, como casi todos los días, millones de personas en todo el mundo se quedarán en sus casas. Si al principio muchos incumplían las recomendaciones de las autoridades sanitarias, la naturaleza trágica del coronavirus ha hecho que se entienda la percepción de riesgo en la mayoría de los países.
Iliana, Cristina y Oyantai, narran con orgullo que para ellos el día se confundió con la noche durante varias semanas. Y afirman que volverían a vivirlo si hiciera falta. “Nos llegan muchas personas al mismo tiempo y debemos asistirlas y comprenderlas, como sucedió en esta ocasión. Pasamos muchas horas y muchos días seguidos brindando asistencia. Trabajamos jornadas enteras sin salir del hospital”.