Rossi A. G.
· Proyecto Cuerpo busca prevenir conductas alimentarias de riesgo a través de la disonancia cognoscitiva
La Universidad Iberoamericana Ciudad de México, la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y el Instituto Nacional de Psiquiatría ‘Ramón de la Fuente Muñiz’ trabajan en un estudio denominado Proyecto Cuerpo, cuya finalidad es la impartición de talleres para prevenir e identificar conductas alimentarias de riego en estudiantes universitarios.
El convenio interinstitucional y multidisciplinario consiste en que ambas universidades, coordinadas por el Instituto Nacional de Psiquiatría, imparten cinco sesiones de dos horas cada una, las cuales se basan en disonancia cognoscitiva. Es decir, ponen en duda lo que muchas personas tienen introyectado desde la infancia sobre este tema, explicó la coordinadora de la Clínica de Nutrición de la IBERO, la Mtra. Gladys María Bilbao.
La académica explicó que este proyecto no favorece el ideal de delgadez ni del sobrepeso, sino el de un peso saludable. En ese sentido, recordó que los factores de riesgo relacionados con la presión por estar delgado, están determinados por múltiples aspectos tanto de origen familiar, como biológico, psicológico y social.
“La disonancia cognoscitiva pone en duda las creencias que desde niño tienen todas las personas en cierto tema. Los problemas de alimentación que tienen ciertas personas, sobre todo de trastornos de la conducta alimentaria se deben en cierta medida a su historia de vida”, explicó.
Compartió que más del 80% de alumnas y alumnos que fueron entrevistados antes de tomar el taller registraron gran insatisfacción con su imagen corporal, por lo cual preocupa que quien tiene un peso normal no esté satisfecho y quiera bajarlo.
The Body Project
El Dr. Eric Stice, Investigador en el Oregon Research Institute y quien visitó la IBERO para participar en el ‘Simposio Actualidades en Trastornos de la Conducta Alimentaria’, fue el creador del programa de prevención del trastorno alimentario The Body Project, que utiliza la inducción de disonancia para reducir los factores de riesgo de los trastornos alimentarios.
En México, fue la Dra. Claudia Unikel, investigadora en ciencias Médicas D, en la Dirección de Investigaciones Epidemiológicas y Psicosociales del Instituto Nacional de Psiquiatría ‘Ramón de la Fuente Muñiz’, quien introdujo esta intervención por tratarse de un método interactivo en el que se hacen ejercicios durante el taller y se dejan tareas.
La especialista, quien lleva más de 25 años trabajando en la validación de instrumentos para medir conductas alimentarias de riesgo ante la necesidad de tener una manera de detectarlas, señaló que el objetivo de estas colaboraciones interinstitucionales es disminuir la cantidad de personas con diagnóstico.
La Dra. Unikel fue la encargada de capacitar a las y los académicos de la IBERO y de la UAM para impartir el Proyecto Cuerpo, para el cual existe un protocolo y se acudió a los Comités de Ética en Investigación de las instituciones involucradas. Una vez que estuvieron capacitados, lo empezaron a hacer solos. Ahora se reúnen cada cierto tiempo para ver avances y retos.
Respecto a la relación de los universitarios con el ideal de la delgadez, la investigadora señaló que, actualmente, ha disminuido un poco la presión social e intentado hacer cosas como la propuesta de tallas grandes. Sin embrago, en el Instituto Nacional de Psiquiatría continúa la llegada de pacientes con trastornos alimentarios, así como en las consultas privadas.
“Se trata de una enfermedad que está presente. En los universitarios se da con frecuencia y considero que la prevención se tendría que hacer desde el nivel medio superior, pero es complicado porque las escuelas no lo permiten”, añadió.
IBERO y UAM se suman
La UAM se sumó a esta iniciativa en 2012, gracias a una aproximación en la estimación de las conductas alimentarias de riesgo que realizó el Dr. José Alberto Rivera Márquez, quien junto con la Dra. Unikel impulsaron Proyecto Cuerpo en esa institución educativa.
Rivera Márquez hizo una medición de estas conductas en tres campus de la UAM y encontró que había prevalencia importante entre los estudiantes. Entonces, buscó el apoyo del Instituto Nacional de Psiquiatría para pensar en una intervención que estuviera dirigida a la prevención de las conductas alimentarias concretamente en los estudiantes de esta universidad.
La Mtra. Concepción Díaz de León Vázquez, candidata a doctora en Ciencias Biológicas y de la Salud, explicó que dicho taller es como si fuera una semilla, pues tiene el objetivo de iniciar un cambio de percepción y modificar ideales.
“El cambio no sucede en automático, pero disminuye la intensidad en la que ellos están preocupados por un ideal. Se cuestionan de dónde surge y cuál es la institución o las personas que los presionan”, añadió la académica, quien ha sido investigadora asociada en el proyecto desde sus inicios.
Explicó que se realiza una reflexión y se identifica por dónde les llega la presión a los jóvenes para lograr una figura delgada. Surge una reflexión sobre estas condiciones. “En algunas personas el impacto es más grande que en otras; nosotros hacemos los talleres de manera abierta en donde se encuentran a personas en riesgo, a quienes tienen la enfermedad y personas que no lo tienen. En cada una el impacto es distinto”, señaló Díaz de León.
Por su parte, la Dra. Alicia Parra, actual directora del Departamento de Salud e investigadora responsable de Proyecto Cuerpo en la IBERO, señaló que las conductas alimentarias de riesgo han aumentado su prevalencia y son muy frecuentes en los jóvenes.
“Preocupada por esto, me pareció importante traer a la IBERO un modelo de prevención. Me contacté con la Dra. Claudia Unikel, una de las investigadoras más importantes del país en temas de trastornos de la conducta alimentaria, y nos invitó a colaborar en el taller de prevención.
Explicó que los ejercicios orales, escritos y de comportamiento tienden a disminuir la interiorización del ideal de delgadez que está muy promovido por la cultura en la que vivimos: medios de comunicación, redes sociales y publicidad.
“La sociedad contemporánea ha construido todo un culto alrededor del cuerpo y dicta una serie de normas o cualidades dentro de las cuales la delgadez es un punto central especialmente en las mujeres. En los hombres, el ideal estético involucra cuerpos con muscularidad acentuada o fit que desarrollan estereotipos y genera insatisfacción corporal, frustración, discriminación y estigma y, por supuesto, incentiva la práctica de conductas alimentarias de riesgo que dañan la salud física y emocional de las personas”, señaló Parra.
La académica detalló que este tipo de comportamiento se observa más en carreras y profesiones que tienen que ver con la imagen corporal. Aunque se trata de un fenómeno que se ve en todos los grupos de edad, son más frecuentes en los adolescentes y jóvenes adultos. Sin embargo, se empiezan a ver conductas alimentarias de riesgo en niños.
“Nos estamos ocupando de ello por eso realizamos estos talleres de prevención, nos interesa promover la reflexión de esta construcción del ideal estético y sus costos sociales, psicológicos y en la salud física”, dijo.
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