Acoso telefónico

Ricardo Homs

Posiblemente ya le haya sucedido. Entra a su teléfono una llamada de número desconocido y se presenta con usted un amable vendedor de alguna compañía de telefonía móvil, un banco, un proveedor del sistema “total play” o algún otro tipo de empresa, para ofrecerle una promoción, un servicio o simplemente informarle algo. Eso sin contar que si alguna vez se retrasó en pagos de tarjeta de crédito le estén cobrando frenética y compulsivamente.

Además, aunque usted no tenga ninguna deuda con algún banco, eso no le exime del acoso preguntando por algún sujeto moroso y aunque usted aclare no conocerlo, le seguirán llamando en las horas más inoportunas para exigirle el pago, muchas veces de modo automático, con voz grabada.

Los casos de cobranza dirigidos a un tercero desconocido, pero vinculados a su teléfono, terminan siendo una agresión intencionada. Aunque usted le aclare a quien hace la llamada que hay un error y le justifique no tener vinculación, ni conocer al cliente moroso, las llamadas pueden proseguir quizá durante un par de años más. No es remoto que le llamen en domingo a las siete de la mañana para despertarle para exigirle el pago.

A final de cuentas, el problema no es suyo, sino de quien vendió sin tomar las garantías pertinentes y haber aceptado como válido un número telefónico que no fue verificado. Sin embargo, usted puede terminar pagando las consecuencias de una venta irresponsable.

Ya sea para venderle o para cobrarle, esta es una conducta no ética de alguna empresa y usted está vulnerable ante el acoso.

Si se trata de una institución financiera, usted puede presentar su caso ante la Condusef, pero el trámite no es rápido.

Es fácil descubrir con una plática breve, con los jovencitos que hacen las llamadas telefónicas, que a la empresa de cobranza los bancos les pagan por cada llamada y si el deudor no está localizable en el teléfono que marcan, a ellos no les preocupa y no corregirán el dato. Por eso puede usted pasarse un par de años aclarando que ni conoce al sujeto a quien buscan y no logrará evitar que le sigan molestando.

En el caso de la cobranza agresiva, mientras los bancos no castiguen a sus despachos de cobranza por actuar deshonestamente, al no actualizar la información, el problema seguirá vigente.

Vemos que hay poco o nulo respeto por el derecho a la privacidad.

Es un hecho que hay quienes comercian con los datos personales que todos dejamos en trámites, donde se incluye el teléfono, pero no hay consecuencias para quien participa de este negocio ilegal, porque sus datos se venden sin su consentimiento. De esta forma seguiremos recibiendo telefonemas con promociones no solicitadas.

La legislación para evitar estos atropellos existe, pero se requieren acciones firmes por parte de las autoridades para impedirlas, tanto en el caso de promociones, como en el más engorroso que es la cobranza bancaria emprendida contra terceros a través de su propio teléfono. Esto significa establecer por parte de los bancos un mecanismo de fácil instrumentación para las aclaraciones y corrección de la base de datos.

Este es uno más de los problemas que subsisten en este país por falta de voluntad para resolverlos, por quienes tienen la responsabilidad de darle solución.

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