Manejo de conflictos, educación que enseña a convivir en escuelas: experta

Staff/Rossi

  • Investigadora de la IBERO habla del ‘Manejo de conflicto en escuelas primarias’
  • La Dra. Cristina Perales afirma que “el manejo de conflictos es en sí mismo una acción educativa”

Ya que en las escuelas es común que los conflictos suelan verse desde una perspectiva negativa, como algo malo que nadie quiere que ocurra, y cuya responsabilidad se atribuye al estudiantado y sus familias, ¿es posible entender los conflictos, y su manejo, desde una perspectiva más amplia, de construcción de paz e incluso como algo positivo, al ser una acción educativa a través de la cual se puede aprender a convivir?; la Dra. Cristina Perales Franco, académica de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, opina que sí.

Al presentar su investigación Manejo de conflicto en escuelas primarias, la doctora Perales, adscrita al Instituto de Investigaciones para el Desarrollo de la Educación (INIDE), hizo una invitación a deconstruir, problematizar y analizar los patrones tradicionales de manejo de conflictos en las escuelas primarias, y cuáles son las implicaciones que tienen para la construcción de paz, la inclusión, la participación y la democracia.

Para tal efecto, compartió los resultados de dicho estudio etnográfico que realizó en dos escuelas públicas ubicadas en periferias urbanas -una en el occidente y otra en el norte del país-, donde hay mucha violencia de género y donde la violencia asociada al narcotráfico va en aumento. Y aunque lo que sucede en esas dos escuelas no es exactamente lo mismo que pasa en todas las escuelas de México, hay ciertos aspectos culturales, históricos y de política pública comunes.

Las dos escuelas donde Perales Franco hizo su investigación consideran a los conflictos algo malo e indeseable, cuestiones que deben ser prevenidas, controladas e incluso erradicadas, pues entre menos conflictos se tengan, mejor. Lo anterior, porque se reconocen a sí mismas como problemáticas y con conflictos de convivencia, dificultades en las relaciones, violencia entre estudiantes, y con padres de familia muy agresivos.

A los estudiantes se les ve como los principales responsables de los conflictos -entre estudiantes o con docentes-, pero también reconocen que hay conflictos entre docentes, y entre docentes y familias. Como causas de esos conflictos señalan: las características de su contexto -inseguridad, pandillas y narcotráfico en las calles, niños que se quedan solos mucho tiempo porque sus padres trabajan demasiado-, la pérdida de valores, la falta de confianza entre las familias y las escuelas, así como el alcoholismo, drogadicción y pertenencia a pandillas por parte de los padres de familia.

Lo anterior, refleja que los conflictos están pensados como algo cuyas causas están fuera de las escuelas, lo que no significa que no sea cierto, pero no se da el mismo énfasis a las relaciones dentro de las escuelas. Obviamente, estudiantes y familias tienen responsabilidad en los conflictos, mas las investigaciones sobre violencia escolar, disciplina, convivencia, participación y educación para la paz indican que también hay mecanismos en las escuelas que favorecen o dificultan que sucedan los conflictos, y que permiten que los conflictos puedan ser manejados pacíficamente o no.

Aunque los estudiantes sean responsables de que ocurran los conflictos, no lo son de cómo se arreglan, pues el docente, directivo o familiar será quien diga al alumno cuál es su responsabilidad y sus consecuencias. Pero en muchos casos se desperdicia la cuestión formativa del manejo de conflictos, al tener consecuencias que a veces no tienen que ver con el acto, por ejemplo, al sancionar a quien tira basura con hacer tarea extra, algo que no necesariamente le enseña a no tirar basura.

Por eso, para entender el manejo de conflictos desde una mayor perspectiva, Perales Franco recurrió a la clasificación hecha por la Mtra. Patricia Carbajal -académica de la IBERO León-, quien separa las estrategias de manejo de conflictos en: de convivencia restringida y de convivencia amplia.

En la convivencia restringida lo que se quiere es el control del comportamiento de los estudiantes, que se porten bien, porque si no hay cierta disciplina no se puede aprender nada. Sin embargo, enfocarse sólo en el control a veces tiene consecuencias que van en contra de los derechos humanos de los estudiantes, por ejemplo, al limitar su derecho a la educación cuando no se les permite participar en ciertas actividades.

Una convivencia amplia permite darse cuenta que no sólo aprender contenidos sobre matemáticas, ciencias naturales o historia es una meta de la educación, sino que otra meta importante de la escuela es aprender a convivir con personas diversas, que tienen diferentes historias de vida, perspectivas, objetivos y sueños. En este sentido, precisó Perales, lo que se busca no es controlar el comportamiento, “sino transformar la manera en que nos relacionamos, formar un modelo diferente, que esté basado en el respeto, en la dignidad humana, en la justicia educativa”.

Luego entonces, “el manejo de conflictos es en sí mismo una acción educativa”, una oportunidad de formación, de aprender de un conflicto al dar espacio a la reflexión; es así que el conflicto se puede ver como algo positivo.

Los conflictos también brindan la oportunidad de ver qué cosas son injustas y qué cosas son ineficientes; pueden incluso, a través de un manejo no violento, cambiar las dinámicas de poder, por ejemplo, en situaciones de acoso entre pares.

Así que se debe reconocer que el manejo de conflictos es una experiencia de aprendizaje valiosa, enriquecedora. Y se maneje de una manera u otra, es formativa, porque de todas maneras se aprende cómo manejar los conflictos.

Empero, el manejo pacífico de conflictos no puede realizarse nada más cuando ya se tiene un conflicto masivo, horrible, con los papás involucrados y notas en los periódicos. Debe ser un trabajo transversal, intencionado y sistemático, que reconozca desde dónde se parte y cuáles son las formas aprendidas de lidiar con los conflictos, lo que tiene que ver con reconocer las historias personales, “cómo aprendimos en nuestras familias y en nuestra educación cómo se lidia con los conflictos”.

Esta lógica tiene que ver con un proceso de reflexión personal e institucional, “cómo es que como escuela estamos acostumbrados a lidiar con los conflictos, con qué estudiantes sí dialogo y con qué estudiantes no dialogo, y qué características tienen esos estudiantes. Entonces hay un trabajo socioafectivo fuerte que debemos trabajar como docentes y como institución”.

También tiene que ver con armar un repertorio, a través de conocer otras experiencias no violentas de manejar los conflictos. Por ejemplo, en los grupos indígenas existen las asambleas comunitarias, donde todos y todas deciden qué hacer cuando hay un problema. Hay escuelas donde cualquier estudiante con un problema puede pedir a su docente que haga un círculo de reconciliación, donde se dialoga sobre ese problema.

Y algo de lo más importante es la consolidación del sentido de pertenencia y la construcción de comunidad. “Es muy difícil cuidar las relaciones si no nos comprendemos como un nosotros, si los estudiantes dicen, nosotros somos diferentes a los docentes. Si estamos separados, probablemente haya dificultades para resolver pacíficamente los conflictos, si los estudiantes no se entienden entre ellos como comunidad, también”.

La investigadora del INIDE aclaró que hacer una de las cosas que enunció para el manejo pacífico de los conflictos no es suficiente. El manejo de los conflictos es tan cultural, tan histórico y está tan metido en las prácticas, que deben hacerse transformaciones en muchos lados y éstas tienen que ser por mucho tiempo, porque no va a cambiar el clima de una escuela sólo por un cambio.

La Dra. Cristina Perales Franco presentó su investigación Manejo de conflicto en escuelas primarias en un webinar organizado por el Departamento de Educación de la IBERO, el Instituto de Investigaciones para el Desarrollo de la Educación (INIDE) y la Confederación Nacional de Escuelas Particulares (CNEP).

PEDRO RENDÓN/ICM

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