Arturo Tecuatl
Eterno perdedor del PRI, traficante de candidaturas, vividor del sistema y últimamente líder estatal de ese partido, Noé Rodríguez Roldán, fue adquirido por Morena como eventual reemplazo de Sergio González Hernández, el secretario de Gobierno, que será sacrificado por el lorenismo por incapaz e inmoral.
Ello significa la asunción automática de Mildred Vergara Zavala, ex alcaldesa de Tlaxcala y actual secretaria general del tricolor, a quien aplica el estatuto 123 inciso IV de ese instituto político, que faculta a la asamblea a elegir “según el caso” a la persona titular de la presidencia del Comité Directivo Estatal (CDE).
En otras palabras, es la reaparición de Anabell Ávalos Zempoalteca, urgida de un asidero político al estar en la mira del lorenismo para ir a prisión a causa de al menos trece denuncias penales y administrativas presentadas ante diversas instancias por el alcalde de Tlaxcala, Jorge Corichi Fragoso.
Noé el comodín
“He visto en los últimos años cómo el partido trístemente se ha desmoronado, y la unidad en la actual dirigencia nacional sólo es ficticia”, afirmó con su habitual sudoración el político que hasta ayer solía lamer las suelas a Alejandro Moreno “Alito”, presidente del CEN tricolor.
El PRI popular, señaló Noé sin aparente rubor, “se ha manejado como una franquicia, un club privado de beneficios para los amigos, familias completas e incondicionales que cínicamente ocupan dobles y hasta triples espacios, negando oportunidades a militantes profesionales y capacitados que forman parte de las filas de este instituto político”.
Se supone que no se estaba autodescribiendo.
Pero en realidad cambiaba la chaqueta roja que por décadas le dio de comer por la guinda, con la que espera detonar como el político marianista y últimamente sumiso peón de Marco Mena, fuera de serie que no tuvo más alternativa que dar otro rumbo a sus irrefrenables capacidades.
Hay quien encuentra su repentino chaqueteo como una precipitada respuesta al sutil llamado de Lorena Cuéllar para que pensara en incorporarse a su equipo.
Una vulgar expresión en la política lo describe de cuerpo completo ante dicha insinuación: “nalgas prontas”.
Pero hacía falta que dejara de calentar una silla que, a partir de hoy mismo define la retardada y tímida actitud de Anabell Ávalos, quien queriendo o no ha tenido que colocarse como opositora natural antes que aceptar una serie de acusaciones que le deparan un futuro realmente negro. A ella y a colaboradores cercanos tan embarrados como conscientes que no les queda sino una lucha política como clavo ardiente del cual asirse antes de perder su libertad.
Sergio el bailador
Es cierto, por su falta de compromiso a Sergio González le tocó bailar con la más fea.
Ausente, desconcentrado, confiado, el “irresponsable” de la gobernabilidad en el estado pisa terrenos peligrosos luego del papelazo -con graves implicaciones legales- ante la extraña desaparición de Alfredo Alvarez Valenzuela, el ex secretario de Seguridad Ciudadana (SSC) después de cuya actuación nos acercamos al ventanal que muestra una complicada podredumbre del personal policíaco, probablemente no protector del crimen organizado, sino el propio crimen organizado.
El capitán de fragata sería traído por quien hoy cubre temporalmente el espacio que dejó en forma intempestiva.
Ese es el origen, la recomendación que atrajo al marino con licencia a escudriñar en las vísceras putrefactas de una policía infectada más que infiltrada.
No operaba extirpar una parte del todo. Mejor sería la amputación de el sistema completo. El desarme absoluto con la autoridad de la Sedena como en tantas plazas ha ocurrido.
Sin embargo los tiempos se acortaron en esta labor de escudriñar; fue menos traumático diseñar la ausencia de un mando que la sanitización del todo.
Fueron momentos de apremio en los que cada cual se asumió en su propia naturaleza. Y la de González Hernández por inmoral y atropellada fue en realidad la primera en colapsar aunque, ha llevado tiempo encontrar al elemento idóneo para reemplazarlo.
Hacía falta alguien así con maleabilidad que parezca carácter y con la urgencia de incorporarse a nuevas aventuras en la política, acaso para seguir apostando a perder, ganando con los platos rotos que implica su involucramiento en niveles para los que suele quedar escaso. Nadie más apropiado que Noé, el secretario de Gobierno que tenbloroso se ocultaba tras las cortinas del Salón Rojo, tratando de no ser abofeteado por el zar Manchis Primero, irracional golpeador e hombres y mujeres aprovechando su superioridad jerárquica.
El gris panorama
¿En qué van a terminar estos tiempos tan aciagos del cambio verdadero?
Bueno, ayer fue memorable el traslado de cientos de patrullas aguardando sin prisa a que algún día lleguen policías provos a tripularlas.
¿Dónde fueron a parar? Pues donde su estancamiento ofenda menos a una sociedad harta de las muertes diarias, y las ejecuciones y el sicarismo y el robo y el cobro de piso, y la usura colombiana, la impunidad y la comunicación social que filtra, destruye y desestabiliza.
Es un sexenio de naturaleza compleja y asesores con la calidad (in) moral de Víctor Cánovas.
Un estado invadido por grupos que han comenzado a verlo como el nuevo Guanajuato de la República.
Con un alto mando determinado a detener la autodestrucción operada por gobernadores vivales como Beatriz, impunes como Mariano. Metiches como Álvarez Lima, mañosos como Ortiz. Temerosos y pragmáticos como Mena.
Es un estado lleno de gente buena que hasta hoy todo lo ha soportado con estoicismo.
¿Quién dice yo para romper el ayuno de visitar la cárcel pero no en calidad de supervisor, sino de huésped VIP?
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