El deseo de la sede

Héctor A. Gil Müller

México ha presentado su candidatura para ser sede, por segunda vez, de los Juegos Olímpicos. El Canciller Marcelo Ebrard ha dicho que México es “ambicioso y triunfador” y tan seguros estamos que podemos lograr esta conquista que no solo los pedimos para el 2036 sino que también pedimos el 2040 por si nos dicen que no.

Convengamos antes un par de datos. El término sede viene del latín “sentarse”, hace referencia a invitar a alguien al centro de autoridad. Caerse del asiento o abandonarlo sería “desidia” y extrañar el asiento es “deseo”, tremenda jugarreta nos hace la etimología.

La vocación globalizadora de los juegos olímpicos ha vuelto la sede peregrina, cada cuatrienio una nación, en una ciudad, los alberga para recibir al mundo. Cuatro veces ha sido sede EUA y cuatro veces Reino Unido, pero sabemos que en el 2028 serán en Los Ángeles, por lo que en esa fecha EUA se convertirá en el país con más olimpiadas al interior de sus fronteras. Desde 1896 solo cuatro países de américa han recibido la antorcha.

En el 2024 los Juegos Olímpicos serán en París, en el 2028 en Los Ángeles, huelga decir que es la ciudad americana con la mayor concentración de migrantes mexicanos, tantos que si los agrupamos sería la segunda ciudad más poblada después de la Ciudad de México, y en el 2032 en Brisbane Australia.

¿Qué sentimos ante esta postulación?, ¿estamos preparados para lucirnos ante un mundo competitivo?, en 1968 México enfrentaba una protesta que acabó mal. También en el mundo el sentimiento revolucionario causaba movimientos en diversas naciones y se tendía como una amenaza, décadas después, el mundo experimenta movimientos populistas que cambian el estilo de gobernar con protestas y contradicciones.

En 1968 la ciudad de México se convirtió en la primera sede latinoamericana en albergar los juegos olímpicos. El orgullo fue grande, el liderazgo latinoamericano le daba a México la atención del mundo. Toda esa presión, de unos juegos que por primera vez reunían a más de 100 países, en esa edición olímpica participaron 112 naciones, generó decisiones arbitrarias para evitar cualquier afectación 10 días antes el ataque estudiantil el Tlatelolco enlutaba un país que al parecer pudo pausar su duelo durante los juegos deportivos. Desde entonces solamente Brasil en el 2016 ha recibido la antorcha olímpica para LATAM. Los juegos Olímpicos nos dejaron en el 68 muy buena infraestructura deportiva pero también un impuesto a la tenencia vehicular, que se supone sería temporal solo para abastecer las inversiones necesarias como anfitrión, pero décadas después sigue cobrándose.

Brasil vio en su desencanto por los juegos olímpicos un fuerte escenario para la corrupción, las presiones por las inversiones forzaron a entregar contratos sin ningún mecanismo de licitación que después habrían de tumbar al gobierno en medio de fuertes escándalos de malversación de fondos. ¿Qué tan lejos estamos de ese panorama?

La postulación es buena, reafirma el compromiso de México a nivel internacional, pero ¿eso nos hará mejores? En palabras tan repetidas; ¿ya se habrá terminado de barrer las escaleras para esta petición? Será interesante seguir este ofrecimiento, sin duda somete la política internacional de México a evaluación y la percepción de un mundo que conteste ¿cómo es México?

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