Centro Histórico de Tlaxcala, peatonal, un maravilloso atractivo turístico, un diez de calificación

Arturo Tecuatl

Los días que se mantuvo cerrado el Centro Histórico, desde la Plaza de Toros hasta Lardizabal, y del Portal Grande al Museo de Tlaxcala, son un adelanto del proyecto del Complejo Catedralicio de la Asunción, que nos convierte en patrimonio de la Humanidad por intercesión de la Unesco.

Es un cambiazo en la vocación de una capital que, de sede de los poderes y sus actividades relativas, se convirtió en polo turístico, sin playas, sin una laguna, sin un clima tropical, sin grandes hoteles, pero muy limpia, ordenada, segura, amplia y susceptible de albergar lo mismo una competencia deportiva, como el tour de voleiball, que otras actividades, tal vez de tipo religioso como la Semana Santa, y más adelante qué tal un festival musical, artístico, artesanal, gastronómico, de teatro, en fin, hasta donde alcancen imaginación y creatividad de nuestras autoridades.

De manera natural tiene de surgir un consejo turístico, que proponga para comenzar el cierre permanente de dicho perímetro.

Ya llegará la importante inversión de la Unesco para recuperar al Complejo Catedralicio enmedio del embellecimiento de áreas públicas y edificios, como ya ocurrió con el Zócalo y la Plaza Xicohténcatl.

Llegará también el momento de actualizar a la Fiesta Brava, quizás eliminando la suerte suprema, es decir la muerte del toro y el uso de banderillas y la actuación del picador.

Nos llegó la hora de pensar a lo grande, conscientes de la grandiosa atracción turística en que nos estamos convirtiendo.

Que el visitante disponga de restaurantes, hoteles, museos, templos, visitas guiadas y alguna actividad extra, así como el tour de volei, en la cual el atractivo además del juego en sí fueron los cuerpos jóvenes y admirables de las y los jugadores, como una razón llena de magnetismo para que nuestros jóvenes también usaran ropa ligera en una convivencia que mezcló al deporte con la sensualidad, y completó el cuadro con todos esos servicios que citamos al inicio.

Un centro histórico fresco, amplio, con suficientes opciones para comer y beber, limpio, seguro, variado, recomendado de boca en boca y también con campañas publicitarias, con transporte limpio y a precios accesible, taxistas amables y conscientes que sus rutas cambiarán de unas cuantas calles a zonas arqueológicas, el magnífico Zoológico del Altiplano, centros comerciales, y como sitios estratégicos los muchos cafés (¿Qué tal un festival del café, bien verdad?).

Tenemos mucho que ganar. Es hora de aprender idiomas, de contar con cocina inernacional, con las bebidas tradicionales pero también exóticas. Es tiempo de cuidar al turista con precios justos y un trato afable, atento, sin regatear nuestra tlaxcaltequidad de anfitriones, parafraseando al maestro Desiderio Hernández Xochitiotzin.

Así como en el primer cuadro ya funcionan sanitarios, limpios y accesibles, nos urgen estacionamientos, de varias plantas y precios accesibles. Quién es el inversionista que diga yo para semejante proyecto.

Todo se acomoda para que seamos un destino turístico de primer orden.

Enhorabuena a prestadores de servicios. Estuvieron a la altura del reto.

Bien por las autoridades del municipio y estatales, digo con negritos en el arroz, como las mil toneladas de arena, parte de una tranza entre Ana Guevara y la autoridad que se hizo de la vista gorda.

Salvo ese incidente el resto merece un aplauso de pie.

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