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La Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) alertó del aumento de muertes por sobredosis de drogas en Estados Unidos y Canadá en su informe anual 2021 divulgado este jueves.
En su análisis por regiones, el estudio detalla que en Estados Unidos fallecieron por ese motivo más de 100.000 personas en los doce meses previos a abril de 2021, un incremento de 28,5% con respecto al año previo. De esos decesos, 75.600 fueron causados por opioides, lo que supuso cerca de 20.000 fallecimientos más que el año anterior.
Ese país norteamericano padece una epidemia de consumo de opiáceos que requieren la prescripción de un doctor y que se recetan como analgésicos controlados para pacientes con dolores muy fuertes.
Canadá, por su parte, ha registrado un alza de las sobredosis y muertes por consumo de opioides desde que comenzó la pandemia de COVID-19. Según la JIFE, esto se debe en gran parte a la oferta de drogas cada vez más tóxicas.
El alarmante aumento de las sobredosis se ha agudizado en ambos países con las muertes causadas por psicoestimulantes como las metanfetaminas.
Con respecto a México, subrayó que alrededor del 40 % de los consumidores de drogas experimentaron un aumento del consumo de estupefacientes debido al estrés, la ansiedad o el aislamiento resultantes de la pandemia de COVID-19.
Asimismo, citó una alza preocupante de la demanda de tratamiento por consumo de estimulantes de tipo anfetamínico desde 2017 y agregó que la mayoría de las muertes relacionadas con el consumo de sustancias también estuvieron asociadas a esos productos.
La JIFE, que ha reiterado su preocupación por la despenalización del consumo de cannabis no médico, reporta que si bien en Estados Unidos está sometido a fiscalización a nivel federal, seis estados más promulgaron leyes para permitir a las personas adultas su consumo y posesión de cannabis con fines no médicos.
En Canadá se autorizó el uso lúdico del cannabis desde 2018 y México se sumó a esa despenalización en 2021.
Nuevas rutas y recursos digitales
El apartado dedicado a América Latina destaca que se incautaron cantidades mayores de cocaína y precursores el año pasado debido a que los grupos delictivos organizados aumentaron el tamaño de los envíos para compensar las pérdidas sufridas durante los primeros meses de la pandemia de COVID-19.
Sin embargo, los narcotraficantes también abrieron nuevas rutas y redes pese a las restricciones impuestas por la emergencia sanitaria, inclinándose por las vías aéreas y marítimas.
“Al parecer, las organizaciones delictivas están transportando cocaína desde Bolivia aprovechando el sistema fluvial Paraguay-Paraná, formado por 3400 km ininterrumpidos de ríos que comunican Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay con el océano Atlántico”, explica el informe.
Del mismo modo, esos grupos usan más el internet, especialmente la web oscura y las redes, para vender en línea drogas que después se distribuyen mediante servicios postales y de mensajería.
Cocaína y éxtasis
En cuanto al cultivo, la JIFE señala que la siembra de arbusto de coca sigue disminuyendo en Colombia por las actividades de erradicación que lleva a cabo el gobierno, entre otras razones.
Mientras tanto, en Bolivia y Perú ese cultivo aumentó posiblemente por la suspensión de las labores de erradicación durante las restricciones de la pandemia y por la creciente incertidumbre económica e inestabilidad política.
Las autoridades de Europa y África notificaron un incremento de la cocaína procedente de Sudamérica.
El informe da cuenta, además, de un aumento de las drogas similares al éxtasis, así como de nuevas sustancias psicoactivas y precisa que entre 2015 y 2019 Brasil, Chile y Argentina tuvieron cifras récord de incautaciones de estupefacientes parecidos al éxtasis.
La JIFE alertó sobre la tasa de consumo de ese tipo de narcóticos entre los estudiantes de enseñanza secundaria y universitaria y advirtió que cada vez hay más sustancias psicoactivas nuevas que se venden haciéndolas pasar por otras drogas.
En otro renglón, más gobiernos sudamericanos han regulados el cultivo, la fabricación y el comercio de cannabis con fines médicos, científicos e industriales, y algunos países tienen la intención de establecer industrias del cannabis para ayudar en los esfuerzos de recuperación económica post pandemia.
Escasez de opioides para enfermos
De Centroamérica y el Caribe, el estudio indica que no hay suficientes narcóticos para uso médico y destaca que la disponibilidad de analgésicos opioides para su consumo por personas enfermas es una de las más bajas del mundo.
Por otro lado, resalta la falta de datos para determinar la prevalencia de la ingesta de drogas en las naciones centroamericanas y caribeñas, pero apunta que el consumo de cannabis y cocaína, la proliferación de nuevas sustancias psicoactivas y el uso de medicamentos sometidos a fiscalización sin receta médica siguen siendo cuestiones preocupantes.