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Desde cuando concurría a la escuela primaria me preocupaban las palabras y ya a los diez años, inspirada por mis maestras y mi vocación, decidí el rumbo de mi profesión. Me preguntaban si quería casarme, formar una familia, y yo respondía: quiero tener una editorial, quiero escribir libros”, relata con fervor la Doctora en Letras Alicia María Zorrilla* al referirse al origen de su interés por la lengua española.
Alicia María Zorrilla es actualmente la presidenta de la Academia Argentina de Letras y Miembro Correspondiente Hispanoamericana de la Real Academia Española, fue su pasión por el español quien la eligió desde su niñez para que dedicara su vida a divulgar correctamente la lengua, a protegerla y a enseñar a respetarla.
Zorrilla es autora de Sueltos de lengua, su último libro cuyo nombre asegura que tiene un doble sentido: son escritos breves sobre distintos aspectos del idioma español (tropiezos médicos; eclipses de sintaxis; los hipocorísticos o apelativos familiares; el mal uso de los verbos; los avisos anti-publicitarios; las erratas, que nunca mueren; los anglicismos depredadores), y, al mismo tiempo, se refiere a quienes hablan con desenvoltura, sin reflexionar demasiado en lo que dicen.
El humor abre muchas puertas, sobre todo, la atención de los alumnos.
“El libro ha nacido de mi labor docente. Me gusta enseñar con humor y lograr que los alumnos adviertan cómo los errores que se cometen inconscientemente provocan risa. Mi objetivo es que aprendan riendo —no divirtiéndose—, que piensen lo que dicen. Siempre les repito: «Somos lo que de la lengua hacemos»”, dice Zorrilla.
La doctora ha suspendido la docencia durante la pandemia, prefiere la presencialidad, y mientras se encuentra a la espera de poder retomar ese espacio, cuando la situación epidemiológica lo permita en Argentina, está concentrada en la redacción de su siguiente libro, que aún no tiene nombre pero que continúa la misma línea de “Sueltos de lengua.”
Piensa que este nuevo proyecto es un gusto más que se permite y asegura que si volviera a nacer volvería a elegir y transitar el mismo camino que la transformó en una apasionada y en una referente de las letras.
En el marco de la celebración este 23 de abril del Día del Idioma Español en las Naciones Unidas, entrevistamos a Alicia María Zorrilla, presidenta de la Academia Argentina de Letras, para conocer sus reflexiones sobre la influencia de las nuevas plataformas de comunicación, y los cambios socioculturales e ideológicos en el devenir de la lengua que hablan más de medio billón de personas en el mundo.
¿Cómo describiría el estado de la lengua española actualmente en la Argentina y en todos los países hispanoparlantes? ¿Se habla y se escribe mal o peor que en el siglo XX?
No puede hacerse una evaluación de esta índole, ya que depende del interés que los hablantes pongan en hablar y en escribir mejor. Para algunos, la lengua no es valiosa; para otros, es un bien y un don que deben cuidar tanto como su trabajo. Estos últimos son los que aspiran a poseer una cultura lingüística, pues saben que hablar y escribir mejor significa también respetar a sus interlocutores.
¿Cuáles han sido las transformaciones más significativas del idioma español en el siglo XXI?
La lengua no se transforma con el cambio de siglo. Desde mi punto de vista, se enriquece gradualmente con los aportes de los distintos ámbitos de especialidad. Por ejemplo, con el advenimiento de la pandemia, el periodismo ha adquirido un papel protagónico y ha difundido palabras que comenzaron a usarse con frecuencia: aislamiento, asintomático, burbuja, confinamiento, contagio, coronavirus, COVID y COVID-19, cuarentena, desconfinamiento, desescalada, infectados, pandemia, teletrabajo. De la creatividad de los hablantes nacieron coronacombi, coronacrisis, covideo, covídico, covidioma, covidiota, cuarentenar, cuarentenear, encuarentenar, infectocracia, infodemia, zoompleaños, etcétera.
En general, en algunos ámbitos profesionales, advierto un creciente interés en usar bien las palabras.
¿Cuál es su opinión sobre el lenguaje inclusivo? ¿Destruye las bases de la lengua o la actualiza?
El llamado «lenguaje inclusivo» ni construye ni destruye. Está fuera del sistema gramatical del español y, como lingüista, me atengo a este sistema rigurosamente. Una lengua, un cuerpo lingüístico, no puede inventarse o reinventarse conscientemente de la noche a la mañana. No pueden reemplazarse las letras a y o, que diferencian el género, con la arroba, el asterisco, la e o la x porque se tiene la voluntad de hacerlo en contra del androcentrismo o de reflejar con ello una realidad sociopolítica. Esa sustitución es ajena a la morfología del español e innecesaria, pues el masculino genérico o masculino gramatical ya es inclusivo, ya cumple esa función como término no marcado de la oposición de género porque se emplea en contextos genéricos e incluye en su significado a los individuos del sexo masculino y a toda la especie humana sin distinción de sexos (Los ciudadanos tienen derechos y obligaciones), y el género marcado es el femenino, que solo designa a ese género tanto en singular como en plural. Modificar una lengua milenaria como la nuestra no significa transformar la sociedad, que necesita estar cada vez más unida por el respeto, la verdad y las certezas. Considero, pues, que no deben forzarse las estructuras lingüísticas del español para que se conviertan en espejo de una ideología, pues la gramática española que estudiamos no coarta la libertad de expresarnos o de interpretar lo que expresan los demás. Lo afirmo con la convicción de que una lengua que interrelaciona nunca excluye.
¿Qué impacto considera que ha tenido el avance de las redes sociales en el desarrollo de la lengua española? ¿Y las comunicaciones por WhatsApp?
Las redes sociales han permitido una comunicación rápida, ágil, coloquial. Puede cuestionarse la calidad de algunos mensajes, pero, fuera de ese ámbito, lo importante es saber hablar y escribir con decoro en español. Sin duda, en ámbitos formales, deberán respetarse las normas que rigen la correcta expresión de nuestra lengua. Estoy segura de que a nadie se le ocurriría redactar un informe profesional a la manera de un mensaje de WhatsApp.
Para que la gente escriba correctamente es fundamental el rol de los docentes en la educación, son ellos quienes deben formarse constantemente, entusiasmar a los alumnos y conducirlos a entender la importancia de escribir sin errores de ortografía para lograr trascender en la sociedad.
Sobre la base de lo que usted describe en su libro, ¿cómo cree que se podría trabajar con los jóvenes para que se hable y se escriba mejor a fin de preservar las raíces de la lengua?
El humor abre muchas puertas, sobre todo, la atención de los alumnos. El profesor deberá armonizar los contenidos gramaticales con el ejemplo adecuado extraído de la realidad. Requiere mucho tiempo, mucho esfuerzo y mucho trabajo de búsqueda, pero se recogen frutos magníficos. La lengua española debe enseñarse con pasión. Esto significa que los alumnos aprendan a dudar de lo que saben para fortalecer sus vínculos con las palabras. La labor docente consiste en hacer lo imposible para desterrar lo que se ignora acerca de nuestra lengua.
Yo doy mis clases tratando de hacer reír a mis alumnos, hago énfasis en los ejemplos graciosos, y se relajan, se animan a participar. La risa motiva.
En 2020 el Instituto Cervantes de Madrid dio a conocer que el español es el segundo idioma más hablado en el mundo ¿Cree que cada vez más personas en el mundo se proponen aprenderlo como segunda lengua? ¿Por qué?
Ya lo hablan 585 millones de personas. Lo estudian por su riqueza léxica, porque es una lengua vigorosa y porque ya está tan difundida en el mundo. Enseñarles español a extranjeros significa deslumbrarlos con el asombro y el descubrimiento. Cada palabra los conduce a un nuevo lugar de caminos infinitos.
¿Cuál es su anhelo con respecto al uso de la lengua española en los años por venir?
Que se tome conciencia de que debe estudiarse con dedicación más que cualquier otro idioma, pues nos identifica. Las palabras nos habitan, y habitamos las palabras. Que el español sea nuestra lengua materna no significa que sepamos hablarlo bien y, menos aún, escribirlo bien.
La lengua es nuestra identidad y hay que trabajar para defenderla, es fundamental que la gente sepa expresarse con claridad para lograr el entendimiento por parte de los interlocutores.
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