Los libros no se leen: se viven

Rossi A. G.

Enrique Serna impartió la conferencia magistral “Los libros que me cambiaron la vida”, en el Salón Barroco.

La charla se enmarca en la inauguración de la 2ª FFyLees de la BUAP.

La historia de un niño que -sin que su familia lo sepa- transcribe textos durante la noche para ayudar a su padre escribano, quien comienza a quedarse ciego, marcó de forma particular la infancia de Enrique Serna, uno de los principales exponentes de la literatura mexicana contemporánea. Este relato, del libro Corazón de Edmundo de Amicis, fue una lectura entre otras que el narrador compartió en la conferencia magistral “Los libros que me cambiaron la vida”, en el Salón Barroco del Edificio Carolino.

Para Serna, autor de Fruta verde, El orgasmógrafo y El miedo a los animales, es nociva la idea de que hace falta una preparación para leer a los clásicos de la literatura universal: “Si fuera necesario tener una idea de todas las corrientes literarias, autores y contextos sociohistóricos, nadie se iniciaría como lector”, afirmó. Al respecto, aseveró que es posible despertar el interés por la lectura en los jóvenes solo cuando esta se ve como un entretenimiento y no como un sello de prestigio o intelectualidad.

Sin embargo, consideró que en la actualidad existen dos principales obstáculos para el fomento de la lectura. Por una parte, apuntó hacia el crecimiento de una “mercadotecnia del espectáculo para públicos predecibles”, un círculo vicioso en producciones como el cine que impiden que las personas ensanchen sus horizontes culturales. En segundo lugar, explicó que si bien el motivo de ser de las redes sociales es la difusión de ideas, en la práctica se logra lo contrario.

Durante esta charla, evento inaugural de la Segunda Feria Lúdica y Creativa para el Fomento de la Lectura y Escritura (FFyLees), Serna destacó que “los libros no se leen, se viven; transforman la manera de ver el mundo y hacen que vayamos evolucionando”.

La literatura: una forma de hablar con los muertos

En el marco de la feria coordinada por María de Lourdes García Argüello, académica del Colegio de Lingüística y Literatura Hispánica de la Facultad de Filosofía y Letras, el escritor relató a los asistentes algunos de los momentos de su vida en los que la literatura jugó un rol principal. Tanto en la disciplina para las tareas escolares del preescolar, como en su primer empleo en una agencia de publicidad, la lectura de autores como Oscar Wilde, Rubén Darío, Francisco de Quevedo e incluso Engels lo ha acompañado y transformado durante su vida.

“Cuando somos jóvenes, las lecturas nos hacen creer que se sabe la verdad absoluta. Ante la apertura, uno se da cuenta de que las verdades son relativas y están repartidas entre muchos autores y medios de conocimiento diferentes”, comentó. Al final de su intervención, confesó sentir un poco de nostalgia porque, ahora en su madurez, le encantaría volver a gozar de las transformaciones que vivió durante años gracias a la literatura.

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