El origen de la fiesta de Halloween

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Halloween, el día de Todos los Santos, el Día de Difuntos o el Día de Muertos son fiestas de origen inmemorial que se celebran por estas fechas en todo el mundo. Te contamos desde cuándo se festejan y cómo nacieron.

El equinoccio de otoño supone un cambio decisivo en el hemisferio norte: el paso del verano al otoño y la transición hacia el invierno. Pero este cambio no se experimenta de un día para el otro sino que se produce de forma gradual. La luz vespertina declina, se agitan los cielos provocando violentos temporales y la naturaleza brinda sus últimos frutos del año para después adormecerse y sumirse en el silencio.

La cosecha marca el final del calendario agrícola y desde tiempos inmemoriales este ha sido un momento de celebración, pero también de reposo, de recogimiento y de evocación de los seres difuntos. Este proceso, que puede ser solemne o festivo pero que es de origen pagano, converge en las diferentes culturas los días 1 y 2 de noviembre, unas fechas en las que se ha materializado definitivamente el cambio estacional.

Fiesta celta
El Samhain era la festividad céltica de origen druídico, que se celebraba entre el crepúsculo del 31 de octubre y el del 1 de noviembre, y que señalaba el inicio del invierno y el año nuevo. Durante este período, los celtas aplazaban su trabajo cotidiano y las leyes de la naturaleza quedaban en suspenso; los humanos podían visitar el mundo de los muertos y los difuntos podían recorrer la tierra, los demonios se manifestaban y las hadas revoloteaban.

Los celtas ya celebraban una fiesta entre el crepúsculo del 31 de octubre y el del 1 de noviembre.

En el umbral de las casas depositaban viandas para ofrecerlas a los malos espíritus, de ahí podría proceder la costumbre de recorrer los hogares pidiendo dulces. La fiesta conocida como All Hallows’ Eve o víspera del día de Todos los Santos, esto es, la antigua tradición de Halloween, viene a ser una evolución del Samhain.

El Día de Todos los Santos
La tradición católica del día de Todos los Santos (1 de noviembre), en que se honra a todos los mártires y santos del cristianismo, y el Día de Difuntos (2 de noviembre), en que se ora por los cristianos difuntos y por aquellos que aún se encuentran en el purgatorio, probablemente hunden sus lejanas raíces en las fiestas paganas de la Europa prerromana -como el Samhain-, que de algún modo fueron cristianizadas e incorporadas a la Iglesia.

Toda esta síntesis de creencias y tradiciones ancestrales se refleja hoy en día en las prácticas que comparten diferentes culturas: visitas a los cementerios para depositar flores en las tumbas de los seres queridos, reuniones festivas en el campo o elaboración de productos típicos como los huesos de santo o los panellets, precisamente porque coincidían con la época de recolección de la almendra. Por otro lado, el célebre Día de Muertos, que se celebra en México y otros países mesoamericanos, aunque coincide con las celebraciones católicas, tiene raíces prehispánicas, de más de 3.000 años de antigüedad.

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