Proceso
Las “mañaneras” son la tribuna ideal para que López Obrador despotrique y lance invectivas en su afán de convencer a su público de que está haciendo cosas, sobre todo en lo tocante al combate a la corrupción. Con poco espacio para aceptar críticas, ha hablado del huachicoleo que implicaría a altos funcionarios, del saqueo a Los Pinos, de los salarios de los ministros de la Corte, de malos manejos en el dinero de organizaciones de la sociedad civil… Pero hasta ahora el discurso no se ha traducido en acciones concretas que hayan llevado a nadie a enfrentar la justicia.
Desde el primer día de su mandato, el presidente Andrés Manuel López Obrador puso a debate diferentes temas relacionados con los excesos de sus antecesores que, dijo, “se rayaron”, “se pasaron” durante “el periodo neoliberal” y a quienes acusó de corrupción.
Fueron muchos casos: de la casa presidencial a la corrupción en el sector energético; del robo de combustible a los altos salarios de los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN); de la descalificación a los organismos autónomos a las denuncias sobre malos manejos de organizaciones de la sociedad civil…
Y el discurso de político de oposición sigue marcando la narrativa presidencial, pero también impone un estilo de gobernar que el hoy mandatario anticipó el 22 de diciembre de 2018, cuando asistió a la celebración de los 25 años de la fundación de TV Azteca: “Desde luego va a haber cuestionamientos. Imagínense, nosotros venimos de la oposición. Yo me sentiría mal, extraño, de que no hubiese oposición. (…) Necesitamos eso, nada más hacerlo con respeto”.
El 22 de enero el expresidente Felipe Calderón y su esposa, la excandidata presidencial Margarita Zavala, solicitaron el registro de su partido, México Libre, en medio de críticas a diferentes decisiones del actual mandatario; éste se refirió, el 5 de febrero, a la inmoralidad de su antecesor, quien habiendo tenido información privilegiada, se empleó con la trasnacional energética Iberdrola.
También atacó a movimientos sociales contestatarios. El ejemplo más conocido fue el del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y el Agua –que se opone al Proyecto Integral Morelos–, al que calificó de conservador, igual que a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación y sus movilizaciones en Michoacán: “Ese radicalismo tiene que ver con el conservadurismo; es cuando los extremos se tocan. Eso tiene que ver con la extrema derecha, es un conservadurismo disfrazado de radicalismo”.
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