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A más de un año de reportarse el primer caso de coronavirus Covid-19 y al menos 94 millones 132 mil positivos en el mundo, los hallazgos en torno al virus son aún mayores gracias a un esfuerzo científico conjunto a nivel mundial.
Uno de los últimos descubrimientos corresponde a un estudio realizado por la inmunóloga Akiko Iwasaki, de la Universidad de Yale, Estados Unidos, que puso en manifiesto la importancia de conocer la cantidad viral en la saliva de los afectados, pues ese factor podría predecir el desenlace de la enfermedad.
Los resultados del estudio sugieren que los niveles de virus en la saliva reflejan la carga viral profunda en los pulmones, donde la enfermedad causa gran parte de su daño en casos graves.
El nuevo trabajo no es el primero en vincular la carga de coronavirus del cuerpo y el resultado de la enfermedad. Varios grupos de investigación han encontrado una correlación entre los niveles altos de virus en las fosas nasales en el momento de la admisión hospitalaria de un paciente y la gravedad final de la enfermedad.
La prueba estándar para detectar muestras de moco nasal de SARS-CoV-2 utilizando hisopos nasofaríngeos (NP). El procedimiento es desagradable para la mayoría de los pacientes, pero es la forma habitual de muestrear patógenos respiratorios. En los últimos meses, sin embargo, varios grupos de investigación han desarrollado y recibido autorización de uso de emergencia de la Administración de Drogas y Alimentos de Estados Unidos para pruebas que detectan el SARS-CoV-2 en la saliva.
Los investigadores de la Universidad de Yale estuvieron entre los primeros , y los hospitales de la universidad han estado utilizando pruebas de hisopado de NP y saliva.
En ambos casos, los laboratorios analizan las muestras utilizando pruebas cuantitativas de reacción en cadena de la polimerasa con transcripción inversa, que pueden detectar material genético del SARS-CoV-2 y cuantificar el número de partículas virales en cada mililitro de muestra.
En el estudio dirigido por Iwasaki, los investigadores compararon las cargas virales en la saliva y las muestras de NP de 154 pacientes y 109 personas sin el virus. Dividieron a los pacientes en grupos que tenían cargas virales bajas, medias y altas según lo determinado por ambos tipos de prueba. Luego compararon esos resultados con la gravedad de los síntomas que desarrollaron los pacientes más tarde.
Descubrieron que los pacientes que desarrollaron una enfermedad grave, fueron hospitalizados o murieron tenían más probabilidades de haber tenido altas cargas de virus en sus pruebas de saliva, pero no en sus hisopos de NP.
La carga viral tanto en la saliva como en el moco nasal disminuyó con el tiempo en los pacientes que se recuperaron, pero no en los que murieron.
Iwasaki y sus colegas argumentan que la saliva puede ser un mejor predictor del resultado de la enfermedad que el moco nasal porque este último proviene del tracto respiratorio superior, mientras que la enfermedad grave se asocia con daño profundo en los pulmones.
“La saliva puede representar mejor lo que sucede en el tracto respiratorio inferior”, dice Iwasaki, porque los cilios que recubren el tracto respiratorio mueven naturalmente el moco desde los pulmones hasta la garganta, donde se mezcla con la saliva; la tos tiene el mismo efecto.
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