Relato. Esa fue su paga

Bitácora de futuro:

Por Bayardo Quinto Núñez

No era preciso estar loco (a) para salir bajo un inclemente aguacero a altas horas de la noche. Era como estar a la orilla del mar, que a fuerza van y vienen las olas, llevando y trayendo. Jamás, con tan espléndida fantasía de pronto en el ambiente invade un inmenso misterio al extremo de desear salir bajo ese aguacero que se desprendía desde los cielos.

La mente de Raúl le acompañaba el hermoso sonido que se producía por la lluvia y se decía para sus adentros: por mí me quedo a dormir, pero tengo un serio compromiso con Sofía mi mujer que, hoy a las seis y treinta minutos de la mañana nacerá en el hospital de la plácida ciudad nuestro hijo (a) tengo que estar ahí, pero la lluvia no pasa y ya son las cinco y treinta minutos de la mañana. Estoy muy preocupado. Raúl inclinó su cabeza decepcionado y pensando a su vez, que, en los tiempos idos y, ¡al fin! ¡al fin! murmuró.

Era que la lluvia había cesado, eran las seis y diez minutos de la mañana. Salió apresurado de su casa, pero al llegar a la acera comprendió que no podía trasladarse porque estaba inundada la calle de agua y de todo tipo de basura que arrastraba la lluvia. Tuvo que esperar, pero receloso y observando la realidad entendió porque no podía ir al hospital, pero tuvo suerte, pasó un taxi, le hizo parada, por favor lléveme al hospital, el taxista iba para el mercado a dejar a su esposa.

-Ven móntese lo llevaré, lo veo preocupado-le expresó el taxista-. Raúl abordó el vehículo y más rápido que el tiempo llegó al hospital, todavía alcanzó ver a Sofía que, la llevaban a labor y parto, ella lo vio y le saludó, él igual, pero no se había percatado que la mamá de Sofía, su suegra mal encarada estaba viendo el espectáculo. Eso no le interesó. Pero amablemente la saludó con terneza.

Raúl estuvo todo el tiempo pendiente en el hospital, allí estaba también la madre de Sofía, con cara de pocos amigos, por no dejar le pasaba la palabra. Raúl como buen pobre cargaba una maleta pequeña con cosas para el recién nacido.

Como a las dos horas de haber iniciado la operación, salió del quirófano una enfermera, se dirigió donde estaba la mamá de Sofía y Raúl y les dijo: Gracias a Dios todo salió bien, es un varón.

-Gracias-respondió Raúl-. La madre de Sofía ni siquiera volteó a ver a la enfermera y mucho menos dar las gracias por la noticia. Raúl se levantó del asiento y fue rápido a ver a Sofía. Ella estaba despierta. Se sorprendió al ver a su amado Raúl.

-Hola Raúl-le expresó Sofía-.

Hola Sofía-respondió Raúl-. Y le dio un beso en la mejía. En voz baja le dijo Sofía, espérate, mi mamá viene entrando. Pero a Raül no le interesó

-Después regresaré-exteriorizó Raúl-.

-Está bien-respondió Sofía-. Se quedó con su mamá al cuidado toda la tarde.

Al día siguiente, a las seis de la mañana Raúl recibió una llamada telefónica del hospital, le comunicaban que podía llegar a traer a su hijo y a su mujer. Él se alistó y fue. Una enfermera amiga de la familia de él lo esperaba en la entrada del hospital, lo saludó y le dijo: voy a decirle algo, su mujer con su mamá estuvieron discutiendo moderadamente, la mamá le exigía que tenía que irse con ella para la ciudad de su procedencia, y le señalaba fuertemente, que usted no le convenía, eso alcancé a oír.

-Muchas gracias-le dijo Raúl-. Y compenetró hasta la cama donde le esperaba su hijo y la madre. Alistaron las maletas y fueron a casa de Raúl. También, a los familiares de Raúl no les caía bien Sofía, sólo a la mamá. No demoró mucho la estadía, a la semana se fue sin justificar nada. Raúl se quedó triste. Pero, había sucedido un fenómeno, que, Sofía una vez que parió, inició el odio contra él, ella había fingido todo ese tiempo.

Ciertamente, era demasiado, pues la vida es a veces tan miserable, que no vale la pena sufrir por nada. Quizás hasta se podría huir del destino sin nada que lo remedie solamente la existencia de primero yo, después, yo, sigo siendo y por último yo. Pero, jamás, se puede huir del tiempo o de una situación que desarrolle la existencia, o sencillamente encerrarse hasta la víspera de la calaca en la oscuridad o en la luz, que continuará siendo luces en “Los pasos del tiempo: sin rostro…” como titulé mi primer obra literaria que salió publicada en el año mil novecientos noventa y siete.

Todos los de la vecindad conocían a don Raúl, había sido feliz por unos años con su novia Sofía quien después fue su núcleo en Unión de Hecho Estable. Se conocieron en un país ajeno al de ellos, pero todo resultó cuando ingresaron de nuevo a su país de origen.

Ya tenía como dos semanas que se había ido Sofía. Raúl decidió ir a buscarla y a su hijo. Llegó a la casa de ella, lo atendieron de mal modo, pero tuvo la oportunidad de chinear a su hijo durante cinco días, él dormía en el mismo aposento donde estaba la madre de su hijo, y como perro lo menospreciaba la madre de su hijo, y le decía: el suelo es tú cama. Ahí durmió cinco días, y todo puro odio contra él.

Raúl soportaba todos esos menos precios por el amor a su hijo, e incluso, ni por cortesía le ofrecían un café con pan, tenía que salir a comer a las calles. Visitó como tres ocasiones a pesar que lo mal querían. Pero Raúl tuvo que salir del país, Sofía con el gran descaro llegó a despedirlo en la clínica donde aguardaba de su viaje, hasta lo invitó a una Pizza y un refresco, también durmieron juntos en casa de la prima Lesbia Isaura, tuvieron sexo.

Raúl viajó, y en ese viaje demoró seis meses, él le envío aproximadamente cuatro cartas por correo. Cuando regresó, él a los dos días de haber venido del exterior, le habló por teléfono a la madre de su hijo, pero resultó que, ella sin más le expresó, ve ya no quiero nada con vos, Raúl, se sorprendió, la plática telefónica duró aproximadamente treinta minutos, él le preguntó en varias ocasiones, estás segura que se acaba todo, ella respondía sí y le argumentaba porque viniste hace dos días y ni siquiera me habías hablado hasta ahora; yo te envié varias cartas y vos nunca me escribiste, a mí nunca me llegó nada, volvió a preguntarle Raúl, estás segura que se acaba todo, respondió ella, si, entonces nos vemos y Raúl colgó el teléfono, para nunca jamás tocar ese tema.

Raúl se volvió a casar e hizo otro viaje, ahora a EE.UU., de un mes y quince días. A su regreso, inició estudios profesionales, se recibió, y cuando Sofía se enteró que él había obtenido otra profesión y que tenía un bonito trabajo en la ciudad de Granada, lo contactó, hablándole en varias ocasiones por teléfono, Raúl le atendió, el asunto es que, ella le exteriorizó iba a llegar a Granada, está bien le adujo Raúl, aquí te espero, pero nunca llegó. En esa conversación le dijo que se había casado con un médico, pero le salió cocainómano, Raúl solamente cayó, bueno te espero. Pero jamás llegó, porque sabía que le había causado mucho daño. Desapareció para nunca más volver.

Biodatos de Bayardo Quinto Núñez, ESCRITOR, PINTOR, MÚSICO y Nicaragüense. (Bayquinú)
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