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Un sondeo a 8.700 habitantes del Complexo do Alemão, conglomerado de favelas en Río de Janeiro, reveló que el 53% sufrió inseguridad alimentaria severa entre 2020 y 2022, según un estudio del Instituto Brasileño de Análisis Sociales y Económicos (Ibase) publicado esta semana.

Las estadísticas también mostraron que el 83% de las familias con niños menores de seis años en el conjunto de favelas han sufrido inseguridad alimentaria moderada o grave en los últimos tres años.

De acuerdo con la Red Brasileña de Investigación en Soberanía y Seguridad Alimentaria y Nutricional (Penssan), la inseguridad alimentaria grave ocurre cuando alguien padece hambre y no come debido a la falta de recursos económicos, ingiere alimentos solo una vez al día o no consume nada en 24 horas.

La inseguridad alimentaria moderada surge cuando la disponibilidad de alimentos disminuye o los patrones alimentarios se alteran debido a su escasez.

El 11% de las familias indicaron que sus hijos pasaron un día completo sin comer debido a la falta de dinero para adquirir alimentos.

La socióloga Joice Lima, investigadora del instituto y exresidente de Complexo do Alemão, destacó que la pandemia de covid-19 ha sido un factor clave en el agravamiento de la inseguridad alimentaria.

“Las medidas gubernamentales para atenuar los efectos del confinamiento no lograron garantizar el acceso a la alimentación básica de las familias. Muchas ni siquiera pudieron acceder a estos apoyos o lo recibido resultó insuficiente”, indicó.

Con insuficiente dinero para comer, el 40% de los adultos afirmaron tener que reducir o saltarse comidas para no quedarse sin alimento.

En el 68.3% de los hogares, otra táctica empleada para sortear la escasez consistió en adquirir alimentos económicos para seguir alimentando a sus hijos menores de seis años.

“Si el niño padece hambre, es porque la familia no ha hallado opciones para satisfacer esta necesidad. Son incapaces de obtener alimentos o ingresos para adquirirlos”, explicó.