Por: Dra. María Isabel Álvarez Icaza
Esta lápida labrada y esgrafiada de estilo olmeca del año VIII al VI a.C. será devuelta a México el próximo 19 de mayo por la fiscalía de Nueva York
La lápida tiene representada la vista frontal de un ser mitológico que se conoce, entre la literatura sobre la cosmovisión mesoamericana, como “monstruo de la tierra”
Es una buena noticia cualquier iniciativa que restituya al país bienes que conforman nuestro rico patrimonio cultural; máxime si se trata de obras apreciables por su calidad estética, su importancia simbólica e histórica, o por ser testimonio de las relaciones entre las antiguas culturas mesoamericanas, como es el caso del Monumento 9 de Chalcatzingo. Esta lápida labrada y esgrafiada de estilo olmeca del año VIII al VI a.C. será devuelta a México el próximo 19 de mayo por la fiscalía de Nueva York, de acuerdo con el anuncio hecho en días recientes por el director del Instituto Nacional de Antropología e Historia, el antropólogo Diego Prieto.
Que estas “repatriaciones” regresen a su lugar de origen es importante pues las piezas fuera de contexto pierden su mensaje y desarraigan aspectos culturales, locales e históricos.
La pieza, de cerca de una tonelada, de 1.8 metros de altura por 1.5 metros de ancho, fue dada a conocer a fines de los años 70 por el investigador David Groove, quien estudió el sitio arqueológico de Chalcatzingo; después fue sustraída ilegalmente del país por mercenarios de bienes culturales y fue a parar a Estados Unidos.
La lápida, que tiene un fino trabajo escultórico propio de la tradición artística olmeca, tiene representada la vista frontal de un ser mitológico que se conoce, entre la literatura sobre la cosmovisión mesoamericana, como “monstruo de la tierra”; sus fauces abiertas, simbolizan la cueva. Se trata de uno de los motivos iconográficos con mayor profundidad simbólica e histórica y su extensa presencia y variedad de representaciones se ha podido rastrear por casi tres milenios de uso continuo; desde los orígenes del arte mesoamericano con los olmecas en el Preclásico Medio (1200-400 a.C,) hasta incluso después de la llegada de los españoles cuando se fusionó con el Leviatán de la tradición hebrea.
Dentro de los mitos mesoamericanos sobre el origen del mundo y del ser humano, que conocemos principalmente por fuentes históricas del siglo XVI, se narra que en el principio de los tiempos hubo un gran diluvio y nadando entre las aguas, un gran cocodrilo salvó al ser humano de morir ahogado. Desde entonces, al cocodrilo, en náhuatl cipactli, se le asocia con la tierra dadora de vida y sus fauces abiertas con la cueva, umbral hacia el inframundo, lugar de los muertos y portal de la vida. Es decir, vida y muerte, opuestos complementarios, la dualidad y principio dialéctico del pensamiento filosófico mesoamericano. Por ello, por referir al principio de los tiempos, los diferentes calendarios mesoamericanos comienzan con el día cocodrilo.
Las fauces abiertas, representadas por el hueco que dejó la talla, tienen además una forma cuadrangular cuatripartita, propia de los cuatro rumbos del universo, de cuyas esquinas brotan bromelias, plantas que aún crecen en la montaña de este sitio.
Además de su importancia histórica, este Monumento no. 9 es un importante testimonio de las conexiones y la fuerte influencia ejercida por la cultura olmeca en el Altiplano, especialmente en Chalcatzingo, actual estado de Morelos, como se puede confirmar en los relieves labrados directamente sobre la pared rocosa de una de las dos montañas que cobijan este importante asentamiento, o bien, sobre lápidas y monolitos con relieves de estilo olmeca de fines del Preclásico Medio.
Otra excelente noticia es que la pieza regresará a su lugar de origen, pues después de ser exhibida en el Museo de los Pueblos Originarios de Morelos (antiguo Palacio de Cortés), regresará a Chalcatzingo. Esperemos que pronto pueda ser apreciada ahí y que se le dé mayor difusión a este importante sitio con fuerte influencia olmeca.
La Dra. María Isabel Álvarez Icaza, es académica en el Departamento de Arte de la Universidad Iberoamericana.