Desde Tlaxcala: ¿Policía podrida para una sociedad sufrida? El levantón en Calpulalpan

Arturo Tecuatl

Comenzó a operar el 089 como número de emergencia para reportar extorsión y trata. Hay que tenerlo presente, igual que el cuidado extremo al recibir llamadas de números desconocidos. La FGR recomienda cortar ese tipo de llamadas en caso de ser respondidas, apagar el móvil y denunciar.

No podemos darnos por vencidos ante la aparente llegada de supuestos cárteles que, en los hechos podría ser una policía no sólo infiltrada por el crimen organizado, sino convertida en el enemigo del Estado en casa.

No sería un fenómeno privativo de Tlaxcala, prácticamente en todo el país el crimen se convirtió en una industria nanejada por altos mandos corrompidos, con varias hazañas novedosas como pagar campañas de alcaldes o gobernadores y cobrar derecho de piso en plazas que consideran suyas.

En Tlaxcala tenemos claros ejemplos de municipios con autoridades bajo sospecha de haber comprado elecciones con dinero sucio: Zacatelco y Huamantla serían los más visibles, pero nos nos atreveríamos a decir que son los únicos.

En Calpulalpan por ejemplo podemos ver la crueldad con la que operan grupos armados. El video que presentamos corresponde a un empresario sacado de su domicilio por varios encapuchados quienes lo liberarían solo tras recibir un pago de 500 mil pesos.

Cuidado con datos personales

Al gobierno estatal le estalló esta crisis de violencia que es resultado de una histórica descomposición de sus altos mandos policíacos, dedicados a manipular a una tropa empobrecida, sin prestaciones y dispuesta a cualquier acto, desesperada porque sus ingresos no le alcanzan para tener un nivel de vida medianamente aceptable.

Los integrantes de esa tropa se van dando cuenta que al interior de la corporación existen grupos diversos con evidentes ventajas económicas, y hacen de todo para integrarse a ellos.

Son mandos medios encargados de cuidar los negocios elevados casi a derechos de antigüedad y constancia. Y resulta que un día se encuentran utilizando frecuencias radiales y acceso a cámaras de vigilancia que los dotan de notables ventajas para facilitar su papel ambiguo, de aparentes guardianes del orden, y a la vez temibles autores de las faltas más atroces.

No podríamos dejar de relacionar al desaparecido ex secretario de Seguridad Ciudadana, Alfredo Alvarez Valenzuela, como probable descubridor de grupos responsables de sembrar terror con acciones apoyadas con comunicaciones y extraordinaria capacidad de movilización.

Tal vez es esa una de las razones para no incrementar el número de efectivos que, en un tiempo récord pasan a formar parte de aquellas fuerzas a las que tarde o temprano llegará su turno de ser desarmadas y procesadas por un Estado que, sin embargo se debilita a sí mismo con autoridades blandengues e improductivas como es el caso del actual secretario de Gobierno, impreciso y falto de compromiso con quien lo empoderó.

Creo que cumplido el plazo de 120 días para ajustar y purgar al gobierno, se acerca el momento de una nueva legislación en el ámbito de la Seguridad Ciudadana, que no haga indigno al miembro de la tropa y coloque candados al poder omnímodo de altos mandos con acceso a todos los mecanismos del Estado comenzando por un lado con la información personal de ciudadanos, y por otro la capacidad de manipular vigilancia y patrullajes según convenga a sus agendas delincuenciales.

Prueba de ello es la desolación inducida de elementos en el Arco Norte, donde un comando aprovechó la oportunidad, cerró la vía y atracó multitudinariamente.

Lucha sin tregua

Nos parece que el gobierno ha desatado una efectiva pero lenta lucha contra ese cáncer que invadió cada parte de la Seguridad.

Observa logros en el robo al ferrocarril, pero es incapaz de adivinar movimientos como alejar del Arco Norte a la Guardia Nacional.

Debe ir separando a cada mal elemento, en esa lucha sin tregua imposible de contextualizar en el precepto: abrazos, no balazos, sino una firme política que sustentada con una legislación actualizada imponga castigos ejemplares a capos con uniforme y mantenga un permanente mensaje de disciplina.

Es una lucha eterna, compleja, pero es la única ruta para aminorar la pus de un órgano infectado que paulatinamente debe extirparse y al mismo tiempo colocar mandos confiables a través de mecanismos infalibles de control y confianza.

Vivimos el peor momento

De manera simultánea se va descorriendo la cortina que cubría a los protagonistas del crimen organizado.

Hacía meses que extorsionaban, con una baja efectividad porque ni son de un occidente ahogado en drogas y violencia, ni de un norte cachando el contrabando de armas y con los beneficios del fentanilo, en la decadente industria de las drogas, destructora de pueblos enteros en la Unión Americana.

Digamos que el nivel delincuencial del Altiplano tiene la particularidad de que todos nos conocemos. Y en esa virtud va implícita la desventaja de los malos de fuera que se enfrentan a una resistencia local incapaz de teaicionar el parentesco.

(Continuará)

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