La gestión de los datos y un modelo educativo propio, claves en la educación universitaria pos-COVID-19

Universitat Oberta de Catalunya

La interacción entre estudiantes y entre el alumno y el profesor será cada vez más importante en cualquier modelo educativo, tanto en línea como híbrido

Un ciclo organizado por la UOC y la Asociación Internacional de Universidades (IAU) ha analizado el impacto de la COVID-19 en la educación superior

La influencia de la pandemia en la educación universitaria ha quedado plasmada en cifras. Según estimaciones de la UNESCO, alrededor de 1.500 millones de estudiantes de 165 países han visto alterados sus estudios desde la aparición de la COVID-19, cosa que ha obligado a la comunidad académica internacional a replantearse su modelo de educación. Evidenciando la preocupación de la comunidad académica por el impacto a corto y largo plazo de la crisis, en áreas como la movilidad del estudiantado o la gestión de la tecnología. Y una encuesta realizada por la Asociación Internacional de Universidades (IAU, por sus siglas en inglés) revela que
el 80 % de las universidades sondeadas consideran que la COVID-19 afectará a la matriculación en los siguientes cursos.

Ante este escenario, los expertos consideran que el modelo de educación superior va a cambiar, y que para que su funcionamiento, ya sea híbrido o en línea, sea eficaz, tendrá que contar con un diseño propio en el que una de las claves será la gobernanza de datos. «En el mundo de la enseñanza, donde cada vez más todo va a ser grabado y puede ser monitorizado, es muy importante generar mecanismos y sistemas que nos permitan tratar estos datos para poder tener más información sobre nuestro estudiantado y sus necesidades, con la necesaria privacidad y el celo en su uso», señala Albert Sangrà, catedrático de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y director de la Cátedra UNESCO de Educación y Tecnología para el Cambio Social.

Por eso, todo aquello que tenga que ver con la gobernanza de datos va a ser un elemento fundamental, ya que el mundo digital abre una ventana privilegiada para observar y reconocer necesidades y oportunidades.

Es una de las conclusiones del ciclo de coloquios organizado por la UOC y la IAU en el que se ha analizado el impacto de la COVID-19 en la educación superior a lo largo de seis sesiones, en las que se registraron más de un millar de personas de los cinco continentes.

Como explica Trine Jensen, responsable de Educación Superior y Transformación Digital de la IAU y una de las organizadoras del ciclo, los más de 1.200 profesionales de más de un centenar de países que se han registrado en los coloquios muestran la importancia de fomentar este tipo de intercambios: «Traen a la mesa diferentes perspectivas de diferentes tipos de instituciones y de distintas partes del mundo para reflexionar sobre cómo queremos dar forma al futuro de la educación superior en un mundo cada vez más digital».

Es una experiencia que Albert Sangrà, profesor de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC y responsable del ciclo, califica de «muy positiva» por haber trabajado con un gran nivel de colaboración con la IAU, «lo que ha permitido que hayan participado muchísimas personas de todo el mundo que estaban interesadas en la temática que les proponíamos, lo que indica que es
un fenómeno global que está afectando a todas las personas, sin importar dónde estén o de dónde sean».

Como recuerda Trine Jensen, cuando se propuso esta serie de coloquios un año después de la pandemia, el objetivo no era discutir cuál había sido la respuesta en el ámbito educativo, sino mirar hacia el futuro, extraer lecciones «para ayudar a definir y crear la educación superior que queremos». Y en esas lecciones aprendidas, que marcarán la dirección de la universidad pos-COVID-19, figuran varios elementos además de la importancia de la gobernanza de datos. Entre ellos, destinar tiempo y esfuerzos a un completo diseño del modelo educativo, que los expertos identifican como tarea indispensable para una universidad de calidad. «Ya sea en línea o híbrido, el diseño del curso y sus características es uno de los elementos más valorados por la comunidad educativa y que se ha destacado como central», afirma Sangrà, que recuerda que, dentro de ese diseño, hay que prestar especial atención a la evaluación. La necesidad de «recrear y de reimaginar modos distintos de evaluar en estos contextos que son diferentes, y tender a una cierta diversificación de los métodos de evaluación, es otra tarea fundamental», indica el profesor de la UOC.

Por último, un cuarto elemento que ha sido identificado como clave en la educación universitaria del futuro es la interacción y la colaboración entre estudiantes, así como entre estudiantes y profesorado.

Según Albert Sangrà, cualquier solución, sea híbrida o sea en línea, debe evitar limitarse a una consumición pasiva del contenido. Por el contrario, lo ideal es que se diseñe con elementos de interacción que propongan y promuevan el contacto entre el estudiantado, independientemente de que ese contacto sea síncrono o asíncrono. «No es imprescindible que la interacción coincida en el tiempo, lo importante es determinar modelos que permitan la interacción», afirma el profesor de la UOC. «El futuro del aprendizaje y la enseñanza no es exclusivamente en línea ni exclusivamente presencial, sino que se trata de un futuro con modos de aprendizaje complementarios para abordar las diferentes necesidades del estudiantado de todo el mundo», advierte Trine Jensen. Y añade que, aunque la pandemia trajo consigo numerosos desafíos, «también nos ha acercado, a pesar de nuestras diferencias, y nos ha brindado nuevas oportunidades para compartir conocimientos y experiencias a través de las fronteras».

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