Explosión en Xochimehuacán, violencia en Tlaxcala; la región se descompone

Arturo Tecuatl

Es de reconocerse la actitud solidaria del gobierno municipal de Papalotla, que recibió y atendió a familias de San Pablo Xochimehuacán tras la explosión registrada en una toma clandestina de gas a las 2:50 de la madrugada de ayer domingo, y que mató a una persona e hirió a once más, dejando una Estela de destrucción.

Se siguen robando el gas, la gasolina. La integridad de cientos de familias está en riesgo. El huachicol disminuyó cierto, pero una parte de él persiste y sostiene un altísimo lavado de dinero en la región.

Nosotros aquí en Tlaxcala somos tal vez el principal destino de esos dineros malhabidos en cantidades brutales.

Sabemos del monitoreo de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF). No deja títere con cabeza. Da cuenta de infinidad de negocios “prósperos” funcionando con una extraña complacencia del régimen local y su clon de la UIF.

¿Será capaz el gobierno del cambio de superar su voracidad y desatar la fuerza del Estado, limpiando de tomas clandestinas las rutas, provenientes de Tuxpan y de Minatitlán, en zonas tan distantes como Calpulalpan y la franja de municipios colindantes con la capital poblana?

Eso sería un verdadero cambio, y no las decepcionantes muestras de actitudes anti 4T, como la recepción de notarías y apoderamiento del hotel de cinco estrellas.

El régimen debería convencernos que su llegada no obedece a un engaño monumental. No van cien días y la violencia alcanza niveles comparables con Guanajuato o Acapulco. Y somos la entidad más pequeña de la República. La más pacífica, en la que votó el mayor número de esperanzados electores.

Creo que la jefa del Ejecutivo está en el umbral que la emplaza a decidirse por un gobierno ejemplar o seguir por este camino de la autocomplacencia y el discurso manipulador.

Por lo pronto la explosión en Xochimehuacán es una advertencia. Es obligación del Estado velar por la integridad del Pueblo.

El país entero aplaudiría a la gobernadora más chiquita la grandeza de arropar a los suyos declarando la guerra al huachicol y los peligros que representa.

Como AMLO la mandataria de Tlaxcala atacaría las causas y no solo los efectos de un descarado robo a la nación, el fomento del lavado y el torbellino de delitos que arrastra. Entre ellos la violencia.

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