Más de 60 por ciento de Tlaxcala en manos del crimen organizado

Arturo Tecuatl

Llegaron de Jalisco, Michoacán, Guerrero, Sinaloa y Tamaulipas, principalmente. Son los nuevos habitantes de San Miguel Tenancingo, con sus respectivas formas ilícitas de hacer fortuna, atraídos por la impunidad de esa especie de santuario donde las fuerzas de seguridad no entran o tienen condicionado su acceso, exponiéndose a una lluvia de plomo ante el incumplimiento de dichos pactos con los nuevos dueños de la plaza.

Hoy abundan los “güeros enchilados”, acaso avanzada del CJNG. Se escuchan narcocorridos, pura música del norte en picops o autos con equipos ensordecedores de sonido. Se mezclan con el parroquiano, moreno, pícaro, el tradicional padrote (hoy la ley los llama proxenetas). El ambiente se hace denso.

Contrasta con el de profesionistas y familias oriundas de San Miguel, reacios a mezclarse con esa migración imparable atraída como moscas a la miel por la impenetrable zona, inmejorable para operar narcotráfico, extorsión, cobro de piso, secuestros, atracos, lo que deje billetes y permita un resguardo relativamente fácil.

Si la historia señala al tlaxcalteca como proveedor de doncellas para los poderosos que veían aquí una parada interesante y cómoda en su trayecto a Tenochtitlán, hoy aquella práctica se hizo compleja, violenta, confusa, dominante de autoridades francamente de membrete, y eso sí, muy hábiles para sobornar a los mecanismos infalibles de la manipulación: iglesias y partidos políticos.

Entonces consiguen lo impensable: un pueblo rico en lugareños dispuestos a defender una plaza que en realidad solo los usa como escudo humano, para poner el cuerpo a las balas enarbolando una causa, entre religiosa y rebelde, entre orgullosa de la trata pero rebasada por los nuevos mafiosos.

Suben los índices de criminalidad en el estado pero, autoridades timoratas y mentirosas atribuyen a entidades vecinas una mítica violencia que a nosotros sólo nos ocupa para venir a tirar a sus muertos.

Al amparo de un tráfico internacional de niñas esclavas, venidas de México o del extranjero, de una trata imparable como resultado del agudizado ìndice de pobreza, nuevas y productivas actividades criminales dibujan un Tlaxcala que se transforma aceleradamente a una especie de Tijuana en sus peores tiempos, de Reynosa y sus imparables índices de criminalidad; de Guadalajara y los cientos de negocios cerrados ante el cobro inmisericorde de piso, y que tiene a Tenancingo encabezando una amplia región bajo estas condiciones.

Son 35 los municipios de extremo a extremo de la entidad. Desde la demanda de trabajadoras sexuales o narcomenudistas en la zona de Huamantla, y su nueva clientela de Audi, al paso intenso de tráileres en Calpulalpan, donde la demanda de drogas para no dormirse al volante camino a Veracruz, y de trabajadores sexuales para abordar los camarotes de esas unidades de carga, requerirían de autoridades mejor informadas, actualizadas y con tecnología de punta, ya no para combatir esas prácticas ilícitas, por lo menos para contener la violencia de nuevos cárteles en disputa, sobre todo norteños que, ya operan en Tlaxcala.

Según Lorena Cuéllar, su gobierno no es indiferente a esa realidad. Están llevando cultura a Tenancingo. Ha puesto un cerco de seguridad, positivo por la buena intención pero rebasado por los criminales, capaces de balear patrullas como ocurrió la semana antepasada a los tripulantes de una camioneta de la Policía Estatal. Fue un aviso según se desprende por la ubicación de los blancos logrados, a la mitad de la unidad. Tal vez los próximos disparos irían directo a la cabeza de quien guía o de su acompañante.

Más de sesenta por ciento de territorio tlaxcalteca afectado por narcotraficantes, traficantes de personas; por una migración constante y vulnerable y por autoridades, o corruptas o desentendidas, como dicen que ocurre en Tenancingo, donde la alcaldesa, de Morena era panista del grupo de Adriana Dávila Fernández (por cierto ex presidenta de la Comisión del Senado contra la Trata), pero convino a las mafias apoyarla, y ahí la tienen, de gerente del santuario de la delincuencia liderando a un estado que se convierte a pasos agigantados en la nueva Cuba en tiempos de Batista, en la caótica y pequeña entidad federativa gobernada por la 4T.

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