Por: María Piña
Es la pregunta que seguro tú también te haces cuando estás a las ocho de la mañana con la taza de café en una mano y con la otra preparando el desayuno de tu peque, de la menor, porque el mayor por suerte, ya está en el instituto y se fue hace media hora.
Aprovecha que papá se va al trabajo y salen juntos de casa. Tu estás aún con la taza de café, ya frío, que llevas paseando de habitación en habitación. Mientras intentas airear la casa, que los sueños de cada uno vuelvan a refugiarse en las almohadas. Vigilar que la chica se acabe el desayuno sin mancharse el uniforme y que todo esté a punto para peinarla. Entre tanto, vuelves a la habitación a hacer la cama de matrimonio, ves aquella taza de café y te percatas que está aún por la mitad, que no te lo has tomado y no te habías dado cuenta, pero tu café se había quedado helado.
Te metes corriendo en el baño a lavarte los dientes, te pones los zapatos, pillas el bolso, las llaves de casa y del coche y unas nueces para cuando te ataque le gusanillo en la oficina, mientras gritas “cariño mueve te espero en el ascensor” y ves que la pobre chica sale sin mascarilla y tienes que parar, respirar, soltar el ascensor para que otro vecino lo use, hay que practicar el civismo. Regresa la niña con la mascarilla y te dice “venga mamá que vamos tarde” retomas el ejercicio de la respiración pero esta vez, sin dejar ningún pulmón excluido, cuentas hasta perder la cuenta y, de repente, sientes como que un hada esparce sus polvos mágicos sobre ti y le dices con voz calmada…”no pasa nada cielo, seguro que llegamos a tiempo”.
Es… la vuelta al cole!
¿Te ha pasado? Podría ser la mañana de cualquier mamá con niños, ama de casa y trabajadora. Esa a la que la sociedad le ha inculcado que así es como debe ser, llevarlo todo para adelante, y puede ser, pero también somos personas, somos mujeres.
Una de cada cuatro madres con empleo (25%) está pensando en reducir su jornada laboral o, incluso, en irse del trabajo, así lo revela un reciente análisis realizado en Estados Unidos por la consultora McKinsey y la Fundación Lean In (fuente El País).
Esto quiere decir que tenemos bien claro nuestro rol de madres y la necesidad de estar pendiente de nuestros hijos, pero no por ello debemos olvidar nuestra faceta como profesional.
Hay un momento en la vida en que tienes que frenar, recargar el depósito para poder seguir. Piensa un poquito en ti, mimarte de alguna forma, dedícate unos minutos, busca ese momento cuando el ruido del día ha terminado y tus hijos duermen.
Porque te lo mereces y no tienes que se una heroína simplemente ser madre y para dar el 100% a esas personas que tanto amas debes dártelo antes a ti.
Creo que tu familia te va amar igual, siempre, y que para ellos eres su heroína, sin capa, ni antifaz, no gastes energía en tratar de complacer a todos intentando ser una heroína, sé simplemente, Mamá.
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