EL PAÍS
Cada año, entre diciembre y abril, la Reserva de la Biósfera El Vizcaíno, localizada en el Estado de Baja California Sur, es el escenario de un fenómeno sorprendente: la ballena gris, en peligro de extinción, llega hasta estas costas para parir a sus crías en invierno. Centenares de turistas viajan hasta la región para encontrarse con este gigante de los mares, ajenos a una depredación silenciosa que pone en riesgo una de las reservas naturales más importantes del mundo. Una investigación de la organización Oceana revela que embarcaciones pesqueras con bandera extranjera violan el espacio marino mexicano y pescan de forma ilegal en este paraíso natural, capturando de forma masiva peces y otras especies y alterando el balance de la zona, declarada Patrimonio de la Humanidad en 1993.
Oceana, que año con año lleva un registro de las actividades sospechosas que ponen en peligro estas áreas marinas, halló que, entre enero de 2015 y octubre de 2020, 43 embarcaciones con bandera de Estados Unidos, China, Canadá, Venezuela y las Islas Vírgenes Británicas faenaron en 46% de zonas protegidas en México. En el caso de la Reserva de la Biósfera El Vizcaíno, el organismo encontró que embarcaciones de más de 28 metros de longitud irrumpieron en este hábitat para pescar con el método de “cerco” y la llamada “pesca en línea”. El primero consiste en rodear un amplio espacio con las redes donde acaban atrapadas numerosas especies de peces y otros animales.
“Las posibles actividades de pesca llevadas a cabo por dichas embarcaciones probablemente infrinjan las reglas establecidas en el plan de manejo, que establece que las actividades pesqueras únicamente pueden llevarse a cabo por residentes de la zona”, advierte Oceana en un informe que será presentado a las autoridades ambientales mexicanas.
Además del espectáculo de la ballena gris, la Reserva de la Biosfera El Vizcaíno —una de las más extensas del mundo, con más de dos millones de hectáreas y 450 kilómetros de playas— es el hogar de 18 especies de tiburones —entre ellos el tiburón inflado, leopardo y ángel—, 14 especies de mantarraya —como la raya eléctrica gigante, guitarra trompa blanca, raya látigo, raya de espina— y el león marino de California. No es que esté prohibida la pesca en esta región, pero se necesitan permisos que deben ser emitidos por la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y que se respeten los programas ambientales, que establecen que la pesca en la reserva solo permite embarcaciones y equipos registrados por los residentes. Por este motivo, Oceana alerta de la intromisión de las embarcaciones canadienses y estadounidenses en estas costas protegidas.
“No son embarcaciones estatales, probablemente sean de empresas pesqueras privadas”, señala Mariana Aziz, directora de Campañas de Transparencia en Oceana, en entrevista telefónica. “Están realizando una actividad pesquera en contra de las normas”.
México, un país de casi dos millones de kilómetros cuadrados, cuenta con 182 áreas naturales protegidas, de las que 37 son marinas, que cubren un total de 649.587 kilómetros cuadrados, una superficie similar a la de Francia. “Estas áreas son fundamentales para proteger los océanos y la biodiversidad que atesoran. Sin embargo, muchas se encuentran en peligro al ser zonas expuestas a la pesca ilegal o no regulada, y esto amenaza a los ecosistemas y las especies que ahí habitan”, advierte Oceana. El informe del organismo muestra que, aunque un 22,3% del mar mexicano está protegido, las 43 embarcaciones extranjeras detectadas pescaron con toda impunidad.
Para identificar estos barcos, la organización ecologista usó los datos de la plataforma gratuita Global Fishing Watch (GFW), creada por el organismo con apoyo de Google y SkyTruth y que monitorea de forma satelital las actividades pesqueras desde cualquier sitio del mundo con acceso a Internet. “Este sistema localiza la señal de las embarcaciones, las capta, procesa y nos permite identificar sus actividades en función de su trayectoria y velocidad”, explica Aziz. Los expertos de Oceana cruzan esos datos con las bases de datos de barcos de distintos países, para determinar si las que irrumpen en territorio mexicano cuentan con permisos.
Además de la reserva de Baja California Sur, el informe muestra que otras reservas marinas también son afectadas por la pesca ilegal de embarcaciones extranjeras. Por ejemplo, el Parque Nacional Sistema Arrecifal Veracruzano, cuyos recursos pesqueros fueron explotados por barcos de bandera estadounidense; la Reserva de la Biosfera Isla Guadalupe, donde también hallaron pesqueros de Estados Unidos; la Reserva de la Biosfera Islas Marías, donde además de barcos de Estados Unidos se detectaron otros de las Islas Vírgenes Británicas; la Reserva de la Biosfera Pacífico Profundo Mexicano, con embarcaciones de China, Estados Unidos, Venezuela e Islas Vírgenes Británicas. “Si tienen permiso o no [para realizar actividades de pesca en general], depende de las autorizaciones de cada país. Las [embarcaciones] de bandera china estamos casi seguro de que no tienen permiso para el arte de pesca de arrastre en México”, afirma Aziz.
Como estas reservas representan un espacio geográfico enorme, la vigilancia se vuelve un problema para las autoridades mexicanas, principalmente en los lugares más remotos, por lo que para el pirateo es relativamente fácil acceder a las reservas y explotar sus recursos. “Sabemos lo complejo que es controlar todas las zonas, por eso destacamos la importancia del monitoreo satelital”, explica Aziz. “Oceana busca dar información relevante a las personas y a los gobiernos, para que den un paso adelante hacia la transparencia y el uso de la tecnología para tener una mejor inspección y vigilancia”, agrega. Para Aziz, se trata de que “haya muchos más ojos en el mar” y de esta manera evitar que actividades ilegales arrasen con santuarios tan importantes como los que elige la ballena gris para parir a sus crías.
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