La crisis de la COVID-19 puede agravar el declive demográfico de Europa, ‎ advierten las regiones y ciudades

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En un Dictamen elaborado por János Adám Karácsony (HU/PPE), miembro de la Junta de Gobierno Local de Tahitótfalu, los gobiernos locales y regionales de la UE piden medidas para garantizar que la actual crisis de la COVID-19 no acelere el declive demográfico de Europa. El Barómetro Local y Regional Anual publicado esta semana por el Comité Europeo de las Regiones estima que la pandemia puede tener repercusiones sobre la planificación familiar y agravar la fuga de cerebros de las regiones rurales, periféricas y remotas.

El Dictamen del Sr. Karácsony destaca que el envejecimiento de la población, las bajas tasas de natalidad y el agravamiento de los desequilibrios en la distribución de la población en Europa requieren una respuesta política coherente en todos los niveles de gobierno y en todas las políticas de la UE. También insiste particularmente en el vínculo entre el cambio demográfico y la mejora de las condiciones de vida en todos los territorios.

«Al hablar de la situación demográfica de Europa debemos tener en cuenta diferentes aspectos como el envejecimiento y la mayor esperanza de vida, la despoblación de las zonas rurales, la migración interna y externa, la fuga de cerebros, así como los cambios en las tasas de fertilidad y las pautas de parentalidad», señala el ponente Karácsony.

Y añade: «Como muestra el Barómetro, la planificación familiar se ve profundamente afectada por la COVID-19. Por ello he destacado en mi Dictamen que tenemos que poner en marcha inmediatamente acciones de apoyo favorables a la familia para evitar el descenso generalizado de las tasas de fecundidad».

El Barómetro Local y Regional Anual del CDR estima que la fuga de cerebros y otros problemas demográficos asociados pueden golpear a las regiones rurales, periféricas y remotas del mismo modo que durante la crisis de 2008-2012. El aumento de las tasas de desempleo está ejerciendo una presión adicional sobre las regiones menos desarrolladas, ya aquejadas de un alto nivel de desempleo, y la pérdida de jóvenes agrava el problema del envejecimiento de la población, a la vez que dificulta la prestación de servicios sanitarios y asistenciales esenciales. Además, se espera que la crisis tenga repercusiones sobre la planificación familiar y acelere el descenso generalizado de las tasas de fecundidad en muchos países.

Para abordar estas cuestiones, el Dictamen del CDR propone las siguientes medidas clave:  evaluar el impacto demográfico de todos los programas y políticas de la UE para poder combatir mejor la brecha social, económica y territorial que sufren las regiones europeas afectadas por la despoblación en sus zonas rurales;  desarrollar programas de incentivos específicos para atraer a los jóvenes a estas zonas y mejorar las oportunidades de estudio, innovación y empleo por medio de inversiones en infraestructuras, cultura y conectividad;  actualizar la base de cualificaciones mediante inversiones en educación e impulsar el reciclaje profesional adaptado a la demanda y las potencialidades de cada región; destinar más fondos europeos para combatir el fenómeno de la fuga de cerebros;
prestar un apoyo especial a las zonas escasamente pobladas o aquejadas de un descenso considerable de la población, mediante planes regionales y nacionales específicos para incrementar el atractivo para la población, las inversiones de negocios y la accesibilidad de los servicios digitales y públicos;  utilizar instrumentos y programas de la UE —como los Fondos Estructurales y de Inversión y el programa «Next Generation EU»— para garantizar una conectividad digital de alta calidad para todos;  crear las condiciones adecuadas para facilitar que las personas que quieran tener hijos tengan más y los tengan más temprano: mientras exista una brecha de fertilidad en los Estados miembros de la UE, se debe hacer todo lo posible para fomentar e incentivar la natalidad;
mejorar la participación en el mercado de trabajo, en particular de las mujeres, mediante un aumento de la inversión en medidas de conciliación de la vida profesional y la vida privada, infraestructuras sociales y favorables a la familia y una mayor igualdad de género;
velar por que las políticas familiares se consideren como una inversión, y no como un coste para el presupuesto público;
fomentar el envejecimiento activo y saludable y promover los vínculos sociales entre generaciones.

El CDR también alerta del surgimiento de una «geografía del descontento», fenómeno presente en muchos países y regiones de la UE donde las personas se sienten abandonadas a su suerte, lo que a menudo guarda una estrecha relación con el declive demográfico. Por lo tanto, debería evaluarse el vínculo entre democracia y demografía durante la Conferencia sobre el Futuro de Europa, prestando especial atención a la representación de los jóvenes. Por último, el Comité subraya la necesidad de hacer hincapié en la asociación y la gobernanza multinivel, de modo que se refleje el hecho de que en la UE hay más de un millón de representantes locales y regionales elegidos.

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