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Unos 142 millones de personas, casi una cuarta parte de la población de la región de América Latina, están ahora mismo en riesgo de contraer el COVID-19, informó el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
El número se basa en los datos de Iniciativa de Pobreza y Desarrollo Humano de Oxford que ha propuesto tres indicadores para capturar el riesgo de contagio en la región: la falta de acceso al agua potable, el uso de combustibles nocivos dentro de los hogares, y la desnutrición.
Actualmente América Latina tiene más de tres millones y medio de casos, siendo Brasil con el mayor número de contagios, seguido por Perú, Chile y México. Brasil ahora es el segundo país del mundo con mayor cantidad de muertes con más de 75.000, mientras que México el cuarto lugar, con más de 36.000.
Una encuesta realizada por el PNUD a un millar de personas en Argentina y los informes de otras 15 oficinas del Programa en diferentes países de la región demuestran que los latinoamericanos además del miedo al contagio están muy preocupados por las consecuencias de las medidas de confinamiento.
Las principales preocupaciones de los latinoamericanos
Ingresos:
12 de 16 países nombraron la caída de los ingresos entre las principales preocupaciones; 10 nombraron la caída de los ingresos como su principal preocupación
Salud:
Ocho de los 16 países mencionaron los problemas relacionados con la salud, como el acceso a medicamentos y servicios de salud, entre las principales preocupaciones
Violencia doméstica:
Seis de los 16 países mencionaron la violencia doméstica entre las principales preocupaciones, impulsada por los altos niveles de abuso de alcohol y drogas en las zonas pobres
Suministros de alimentos:
Cinco países mencionaron el acceso a los alimentos entre las principales preocupaciones
Discriminación:
Cinco países mencionaron la discriminación o exclusión de minorías, migrantes o miembros de la comunidad LGBTIQ como una de las principales preocupaciones
Hacinamiento:
Cinco países nombrados mencionaron el hacinamiento entre las principales preocupaciones
Educación:
El informe en profundidad para Argentina descubrió que el acceso limitado a la educación en línea y el fracaso del gobierno para proporcionar folletos impresos a todos los niños habían interrumpido gravemente el aprendizaje, lo que probablemente aumentó el riesgo de que los estudiantes abandonen la escuela para siempre
Una amenaza contra los avances de la pobreza y el desarrollo en todas sus dimensiones
El Programa advirtió este jueves que, aunque datos recogidos entre 2000 y 2019 muestra que muchos países han logrado reducir de manera significativa sus niveles de pobreza multidimensional, la pandemia amenaza con retroceder más de una década de avances.
El Índice de Pobreza Multidimensional, que también se realiza en conjunto con la Iniciativa de Oxford, es un instrumento de medición que analiza otros indicadores además de los ingresos e incluye aspectos como el acceso al agua potable, la educación, la electricidad, los alimentos y otros seis indicadores más.
Sierra Leona presentó el progreso más rápido en la reducción del valor global de su índice. Este es uno de los siete países subsaharianos que más rápido están avanzando, junto con Côte D’Ivoire, Guinea, Liberia, Mauritania, Rwanda, y Santo Tomé y Príncipe.
India es el país en el que más personas salieron de la pobreza multidimensional, unos 270 millones entre 2005-2006 y 2015/-016. En China, 70 millones de personas dejaron la pobreza multidimensional entre 2010 y 2014. Y en Bangladesh, fueron 19 millones entre 2014 y 2019.
“La COVID-19 está teniendo profundas consecuencias en el panorama del desarrollo. Pero estos datos, de antes de la pandemia, son un mensaje de esperanza. Las historias de éxito anteriores sobre la forma de abordar las múltiples formas en que las personas experimentan la pobreza en sus vidas cotidianas pueden enseñarnos a reconstruir mejor y a mejorar las vidas de millones”, dice Sabina Alkire, directora de la iniciativa en la Universidad de Oxford.
Los modelos post pandemia a nivel mundial
Aunque todavía no hay datos disponibles sobre el aumento de la pobreza multidimensional a nivel mundial tras la pandemia, simulaciones realizadas para 70 países en desarrollo a partir de los efectos anticipados del virus en dos indicadores de la pobreza multidimensional —la nutrición y asistencia escolar—, ofrecen una idea de cuál podría ser el impacto de la crisis si no se toman las medidas adecuadas.
En tres escenarios de deterioro variable en los que el 10, 25 y 50% de las personas en pobreza multidimensional o vulnerables entran en situación de desnutrición, y la mitad de los niños en edad de educación primaria dejan de asistir a la escuela, los niveles de pobreza podrían volver a los de hace 8-10 años. Incluso si se examina solo el impacto sobre la nutrición, de no poner freno o revertir rápidamente al aumento previsto en la desnutrición, se podría retroceder a niveles de hace 3-6 años.
“La COVID-19 es la crisis mundial más reciente, y el cambio climático prácticamente nos asegura que pronto llegarán otras. Cada una de ellas va a afectar a las personas pobres de múltiples maneras. Ahora más que nunca es necesario trabajar para combatir la pobreza —y la vulnerabilidad ante está— en todas sus formas. Por eso es tan importante el Índice de Pobreza Multidimensional”, explica Pedro Conçeicão, director de la oficina de desarrollo humano del PNUD.
De los 100 millones de personas que todavía viven en situación de pobreza multidimensional, más del 80 % sufren privaciones en, al menos, cinco de los 10 indicadores utilizados para medir la salud, la educación y la calidad de vida.
Los datos muestran también que la carga de la pobreza multidimensional recae de manera desproporcionada sobre los niños. La mitad de los 1300 millones de personas pobres todavía no han alcanzado los 18 años. Por otro lado, 107 millones tienen 60 o más años.
“El índice, con su información tanto sobre el nivel como la composición de la pobreza, nos proporciona los datos necesarios para identificar dónde y cómo se manifiesta. Sin esa ayuda, los responsables de tomar decisiones actúan con los ojos vendados, incapaces de saber cómo, o dónde, emplear los recursos y las intervenciones”, añade Alkire.
Por ejemplo, en África Subsahariana, el 55 % de la población (558 millones de personas) se encuentra en situación de pobreza multidimensional. De estas, el 98 % (547 millones) no tienen acceso a combustible de cocina limpio, el 84 % (470 millones) carece de electricidad, y el 66 % (366 millones) no tiene acceso a agua potable.
Para abordar cada uno de estos retos es preciso un nuevo enfoque, ya que muchos de ellos requieren ir más allá de la mejora de ingresos. Esto resulta especialmente evidente a la luz del trabajo que desempeña el PNUD para alentar, a las sociedades en todo el mundo, a repensar las vías de desarrollo y “reconstruir mejor” tras la COVID-19.
Las medidas que necesita América Latina
América Latina está luchando por contener las crecientes infecciones por COVID-19 mientras enfrenta una recesión casi cierta y los impactos relacionados, pero las políticas que priorizan a las personas pobres y vulnerables pueden ayudar a mitigar la pobreza y la desigualdad ya extremas de la región, asegura otro estudio del PNUD.
Antes de la pandemia, el Fondo Monetario Internacional proyectó solo un 1,6% de crecimiento económico para la región en 2020, con recesiones en varios países. En abril, proyectó una contracción del 5,2%, con casi todos los países en recesión. Las naciones caribeñas dependientes del turismo podrían ver una caída del PIB entre el 5 y el 10%, empeorando la pobreza crónica, la desigualdad y la inseguridad de la región.
La acción es urgente en múltiples áreas relacionadas explica el programa: el frente epidemiológico, sanitario y de saneamiento; el frente económico mercados laborales; y protección social.
En el estado actual de emergencia, los gobiernos deben priorizar campañas transparentes de información pública, planificar estrategias que involucren a grupos marginados en áreas urbanas y comunidades indígenas, garantizar el acceso a agua limpia, jabón, alimentos, ingresos y otros artículos esenciales, garantizar la conectividad a internet, usar espacios diferentes a los hospitales para aislar a los pacientes con COVID-19, y diseñar estrategias para mover pacientes de manera segura entre las instalaciones médicas.
Más adelante, los gobiernos deberían proporcionar pruebas gratuitas de COVID-19 a los grupos más pobres y vulnerables, seguir abriendo nuevos centros de aislamiento, garantizar el acceso al agua potable, garantizar que los grupos marginados posean dispositivos que les permitan rastrear, ampliar la inclusión financiera digital, proteger los medios de vida y proporcionar transferencias monetarias a los pobres.
También deben diseñar programas de empleo temporal, distribución directa de alimentos seguros, implementar recortes de impuestos o aplazamientos, evitar recortes de servicios básicos como agua, electricidad y wifi, mitigar la violencia doméstica, mantener la educación y garantizar el acceso a la salud y la medicación más allá COVID-19, recalca el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
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