Terremoto de Managua, 23 de diciembre de 1972

Carlos Javier Jarquín

Nicaragua en el siglo pasado vivió mucho dolor por causa de terremotos, huracanes, erupciones volcánicas y guerras entre los mismos hermanos, provocada por la insensatez de sus máximos representantes políticos. Desde el 18 de abril del 2018 la ciudadanía nicaragüense está de luto, es un duelo que ha sido construido por excesiva avaricia de poder y dinero, lo que Nicaragua está viviendo es un dolor que ha cruzado fronteras, por ahora no hay espacio libre para celebrar Nochebuena y si habrá festejo será descolorido, la tristeza está impregnada en cada habitante que tiene sentimientos genuinos, sin importar en que parte del planeta se encuentre.

¿Qué pasó en Managua, Nicaragua el 23 de diciembre de 1972?

Cuando una persona deja de respirar por culpa de otra persona, que cultiva odio y violencia, son acciones que despiertan sentimientos de eterno dolor. Pero cuando la naturaleza nos castiga quitándonos a un ser amado, no debemos renegar, duele pero tenemos que aceptar la realidad. El sábado 23 de diciembre de 1972 a las 00:35 a.m. hora local (6:35 UTC), tembló fuerte en Managua durante 30 segundos a causa de un sismo con una magnitud en escala Richter 6,2; cuyo epicentro fue dentro del Lago Xolotlán, 2 kilómetros al noreste de la Planta Eléctrica Managua, ubicada a orillas de dicho lago, causando la mayor destrucción en el centro capitalino y una de las más grandes que se ha vivido en la región centroamericana.

Ese día las radios nicaragüenses callaron, eran las hondureñas y costarricenses quienes estaban informando, así como las cadenas de televisión mexicanas y estadounidenses. “Managua ya no está en el mapa; once sismos la borraron”, tituló a ocho columnas El Excelsior en su edición dominical número 20,363; “Terremoto: Managua arrasada, más de 10 mil muertos”, destacó El Universal de México. El fuerte grito de la tierra destruyó el centro de la ciudad y causó cerca de 19,320 muertos y 20,000 heridos, miles y miles fueron los damnificados, aunque no se sabe el número exacto de fallecidos debido a que hubo cadáveres que nunca fueron sacados de los escombros.

La destrucción fue comparada por el diario La Prensa, en su primera edición post-terremoto del jueves 1 de marzo de 1973, con la de Hiroshima y Nagasaki, Japón, después del estallido de las bombas atómicas el 6 y el 9 de agosto de 1945, respectivamente, al final de la Segunda Guerra Mundial, con los titulares. En 30 segundos solo Hiroshima y Managua y Un ensayo del Juicio Final. “Lo que quedaba de Managua no era más que tierra, trozos de tablas, humo, hambre, desolación y miseria, calles agrietadas”.

Nuestra respiración se apaga en el instante inesperado, la muerte nunca nos hallará preparado, la muerte es el único viaje que no tiene retorno ni necesitamos, viajar en “primera clase” ni llevar equipaje de lujo. Lo único que nos queda mientras estemos respirando es ser, persona de bien practicar; justicia, ser leal siempre, no discriminar al prójimo, por sus ideologías políticas o religiosas. Si nuestra mirada se centra en los demás, la vida se nos irá a escapar sin tener el honor de haber disfrutado de su genuina fragancia.

Cualquier día y, en cualquier circunstancias de la vida podemos dedicar tiempo para meditar de lo que hemos vivido, de lo que vimos o de las experiencia que otros viven. Pero los días de fin de año deben ser los especiales por coincidir con la reunión familiar y confidentes amistades. Hoy aprovechemos para ser felices, cuando estemos ausente de este mundo muchos nos recordarán, y cada quien trabaja para que lo recuerden, ¿Cómo quieres que te recuerden?, siempre serás recordado, procura de trabajar para que seas recordado con merecida honra.

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