Ricardo Homs
El 15 de noviembre próximo concluye la gestión de Luis Raúl González Pérez al frente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos y el Senado de la República ya está evaluando a los interesados en participar en el proceso de selección para ocupar ese cargo para el periodo 2019-2024.
Sin embargo, aunque el actual presidente de este organismo jurídicamente tiene derecho a buscar su reelección, él ha manifestado su intención de no buscar su permanencia.
Ante la posibilidad de que se dé un cambio en la dirigencia de la CNDH, se vuelve muy importante hacer algunas reflexiones, de la cual la más importante es definir las características del perfil que debiese tener quien encabece esta importante institución defensora de los derechos humanos.
Existe el riesgo de que se nombre para ocupar ese cargo a un político en busca de méritos para subir con agilidad en su carrera personal, lo cual convertiría a esta institución tan importante para la defensa de los ciudadanos frente a las injusticias, en un trampolín político personal, con las graves implicaciones que esta circunstancia manifiesta.
Esto significa que el nuevo funcionario descuidaría sus responsabilidades institucionales para capitalizar la oportunidad de auto promoverse.
Sin embargo, el riesgo más grave de este escenario, sería que por cuidar su carrera política personal y ganar aliados, este “ombudsperson” se ponga al servicio de los funcionarios y organismos de estado del actual régimen y en lugar de defender a la población vulnerable, esta institución se dedique a manipular la reputación y buen nombre de las víctimas para justificar las acciones violatorias de derechos humanos, desvirtuar evidencias y convertirse en el aparato blanqueador de acciones reprobables, transformándose así en un organismo represor.
Lo anterior comprometería total y absolutamente la independencia que debe tener la CNDH, pues por su propia naturaleza este organismo es y debe continuar siendo un antagonista del sistema gubernamental y político del país. Nació precisamente para convertirse en un contrapeso y no en un aliado de las instituciones gubernamentales.
Por otra parte, si llegase a este cargo un activista social con perfil justiciero, pero sin experiencia y conocimientos en el ámbito jurídico, es posible que esta institución se vuelva ineficiente e incapaz de enfrentar con los recursos de la ley, a las autoridades gubernamentales cuando cometen abusos.
La ignorancia jurídica en el ámbito de los derechos humanos por parte del ombudsperson puede tener graves repercusiones en la procuración de justicia, lo cual es un grave problema social y político que actualmente enfrenta México.
Las buenas intenciones no son suficientes para encabezar una de las instituciones más emblemáticas del Estado Mexicano. La improvisación es un grave riesgo para el asumir este reto.
La vocación por la justicia, la integridad personal y la experiencia jurídica deben ser los tres atributos más descriptivos del ombudsperson.
Es muy importante poner atención en este proceso de selección del presidente de la CNDH por las graves repercusiones que este hecho puede tener, en un contexto grave de impunidad en la comisión de delitos y por otra parte, como respuesta, una gran exigencia ciudadana de mayor efectividad en el combate a la violencia, lo cual pondrá a las Fuerzas Armadas y a la Guardia Civil en riesgo de cometer excesos involuntarios, producto de la presión social y política. Por ello se requerirá una CNDH madura, independiente y poderosa, capaz de servir de muro de contención y contrapeso.
Por lo anterior es fundamental que los organismos sociales y ONGS que trabajan en defensa de los derechos humanos, no permanezcan al margen y menos aún como espectadores del proceso de selección del ombudsperson. Deben exigir participación en el proceso, para encontrar a la persona idónea para asumir esta responsabilidad.
Quienes han vivido a partir de un drama familiar la experiencia vivencial del trato con las autoridades judiciales y los aparatos de procuración de justicia, conocen de primera mano esta problemática. Por tanto, no deben excluirse ni marginarse de esta selección.
La gestión de Luis Raúl González Pérez debe ser un referente del perfil que debe cubrir el ombudsperson. González Pérez deja una institución madura, independiente y respetada no solo en México, sino también en el extranjero.
La continuidad de esta administración, que acumuló gran experiencia y conocimientos respecto a esta problemática nacional, neutralizaría los riesgos de retroceso que se perciben a partir del cambio organizacional en la CNDH.
El contexto actual y los escenarios futuros son de alto riesgo en el ámbito de la protección de derechos humanos y el perfil del ombudsperson será determinante para neutralizarlos.
¿Usted cómo lo ve?
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